Tu cabello lanza señales de S.O.S. a distancia, y todo por los malos cuidados que le infliges a diario casi sin darte cuenta. Pues ponerle freno está en tus manos. Si quieres dar un golpe de melena digno de una diva de Hollywood no necesitas una gran inversión, ni siquiera mucha dedicación, basta con que cambies algunos gestos. ¿No sabes de qué te hablamos? Sigue leyendo y toma nota de siete consejos maestros con los que, a partir de ahora, presumirás de pelazo:

Baja la temperatura. Eres friolera y te entendemos, pero cuando te laves el pelo evita que el agua esté demasiado caliente, porque abre las cutículas. Y si eres capaz de aguantar un chorro de agua fría al final –¡vamos!, solo serán unos segundos– conseguirás una textura más sedosa.

En su justa medida. El minimalismo también tiene su aplicación en el cabello. No utilices mucha cantidad de champú, pues te costará más eliminar todos los restos y se ensuciará antes. Basta con que apliques el equivalente al tamaño de una nuez.

El frotar se va a acabar. Restregar el cabello de manera enérgica con la toalla tiene dos consecuencias. La buena, que retirarás la humedad antes y podrás salir de casa pitando. La mala, que irritarás el cuero cabelludo y perderás y romperás más pelos. Lo mejor es envolverlo, sin retorcerlo, en una toalla de microfibra, que tiene un alto poder de absorción.

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Mantén las distancias. El secador de pelo puede ser nuestro mejor aliado o nuestro gran enemigo. No lo acerques demasiado; 20 centímetros es la distancia ideal. Y si te vas a hacer un brushing, que la boquilla esté a unos tres centímetros.

A la cama, con el pelo seco. Secártelo bien antes de ir a dormir, además de ahorrarte un resfriado, evitará que te levantes por la mañana con remolinos y tengas que dar más pasadas con la plancha por la mañana para domarlo.

Menos es más. Destierra eso de cepillarte 100 veces la melena para sacarle brillo. Un exceso de fricción de peines y cepillos solo conseguirá dañar la fibra, romperla y encrespar el pelo.

Adiós pereza. Sí, usar un protector de calor antes de utilizar las planchas o el secador es un paso más en el ritual, pero con un gran resultado. Evitarás “freírlo”, deshidratarlo y que quede opaco.