Vuelta y vuelta. En la tumbona, en la toalla o, simplemente, en la terraza del chiringuito. Primero de cara y luego de espaldas. Si eres de las que adora la piel bronceada y disfrutas con esa sensación de cuasi-desvanecimiento que adviene tras un siestorro bajo el sol, sabrás que en septiembre debes prestar algo más de atención a tu piel. Porque está morena, oscura, pero ciertamente reseca. Bastan un par de días bajo la inmisericorde luz del fluorescente de la oficina para notar cómo poco a poco empiezas a pelarte. Tranquilidad. Aquí tienes un recopilación de los principales problemas que sufre tu piel tras el verano y, sobre todo, unos cuantos trucos para mimarla, para prepararla para el duro otoño y para lograr que el moreno te dure todavía unas cuantas semanas más.

Los principales problemas

El primero y el más relevante es, además, previsible: la deshidratación. Tras días –o semanas– con baños constantes de sol y en contacto también con el cloro de las piscinas y con el salitre del mar, la piel ha perdido grandes cotas de humedad. Y eso trae arrugas, líneas de expresión y otros signos de envejecimiento. Mal.
También es posible que aparezcan algunos granos, fruto también de una descompensación en los niveles normales de los componentes de la piel, y algunas manchas.

Cómo solucionarlos

En primer lugar, contra la des-hidratación, re-hidratación. Cremas humectantes –que atraen el agua– en cantidades industriales, y que contengan además principios activos antioxidantes. Aplicar una capa de crema dos veces al día, tras limpiar con detalle la piel, y confiar también en mascarillas para cara, escote y manos –las zonas que más sufren–, sérums y otros productos pensados para hidratar será la mejor decisión.

También es recomendable evitar las exfoliaciones y prescindir de cosméticos que tengan ácidos entre sus componentes. Y, también, beber una buena cantidad de agua al día, al menos dos litros, para trabajar por la hidratación también desde dentro.

No hay que olvidar, asimismo, que el sol todavía sigue calentando. El invierno no ha llegado, y los perjudiciales rayos ultravioleta continúan al acecho, esperando para dañar aquellas zonas que la ropa, todavía escasa hasta que llegue el frío, dejan al descubierto. Por eso, será bueno que no arrincones todavía las cremas solares y que te las sigas aplicando cuando salgas a la calle. Quizá no te des cuenta, pero sigues tomando el sol.

Y ahora sí, para estirar el moreno…

Porque se puede. Sin recurrir a los rayos UVA sino, más bien, a productos naturales y a alimentos concretos. Especialmente recomendables son los que contienen betacarotenos como la zanahoria, la calabaza, la papaya, las acelgas o las espinacas. Y si no estás dispuesta a alterar tu dieta, siempre puedes recurrir a los cosméticos que también incluyen este compuesto y a las cremas autobronceadoras.

Todo ello, unido a la correcta y abundante hidratación, mantendrá por más tiempo esa pátina que hace que la sonrisa sea más blanca y el tono de los ojos, más claro. Porque seguir morena en el puente del Pilar es un reto que se puede conseguir.