¿Quieres una piel deslumbrante? Aquí va el mejor remedio: rocíala de oro líquido. Pero no vayas a coger la aceitera que tienes en la cocina, ese no sirve. Aquí la faena de aliño se hace con cosméticos con formulaciones oleosas. Y su poder es tal que solo necesitarás unas gotas para mejorar tu cutis. La única precaución que debes tener para que no deslizarte con un error grasiento es elegir muy bien el tipo de aceite facial que te conviene.

Como pasa con el de oliva, no todos son iguales ni sirven para lo mismo. Sus propiedades dependerán de su procedencia y de los activos y aditivos que se les añada. Los de origen mineral suelen ser derivados del petróleo y se usan, principalmente, en las cremas barrera, porque son extremadamente lubricantes. Los vegetales son muy emolientes cuando proceden de las semillas y los frutos, pero resultan secos cuando se extraen de las hojas y partes más valiosas de la planta, que dan lugar a los aceites esenciales. Los sintéticos se elaboran de forma química en un laboratorio para ofrecer las mismas propiedades que los naturales y, finalmente, los procedentes de la grasa de animales ya prácticamente no se utilizan.

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Echas las presentaciones básicas, si quieres acertar de pleno, sigue nuestros consejos:

• Piel seca. Opta por una fórmula untuosa que lleve en su composición manteca de karité, jojoba o ceras.

• Piel grasa. Busca una textura seca, sin mantecas, a base de aceites minerales y siliconas.

• Piel sensible. Elige un tratamiento calmante elaborado con aceites grasos esenciales omega 3, como los que contiene la chía, que posee, además, un efecto antiinflamatorio.

• Con acné. Tienen que ser no comedogénicos e incorporar activos seborreguradores y astringentes.

• Con arrugas. Acude a aceites con propiedades antioxidantes, como el extraído de las aceitunas, que los contiene en forma de vitamina E y A.