Por fin empiezas a coger ritmo en esto del running. Ahora ya, como una profesional, planificas tus entrenamientos, haces tus series, no te pierdes ni una sola sesión y te preparas a conciencia para tu primera media maratón. Solo podemos felicitarte… y pedirte que tomes algunas precauciones, porque el deporte te pone fit,pero no siempre te deja más guapa. Conoce sus efectos secundarios y combátelos para que no afeen tu belleza:

Adelgazamiento. El dicho ese de ¿cara o culo? tiene su parte de verdad. Ejercitarte de forma constante te hará perder grasa… ¡en todas partes! Quizá no te importe reducir unos centímetros en el trasero, los muslos y/o el abdomen, los puntos flacos del arquetipo mediterráneo, pero otra cosa es que te quede la cara chupada. Pues una cosa lleva a la otra, nos tememos. ¿Solución? Si no quieres acudir a infiltraciones (aún no, por favor), quizá tengas que rebajar la intensidad de los entrenamientos o combinar tus carreras con otro tipo de deportes que requieran menos esfuerzo, como el yoga o pilates.

Flacidez. Al realizar ejercicio de forma intensiva se produce una pérdida de los tejidos grasos, que actúan como soporte, y la piel se vuelve más fina. ¿Resultado? Una progresiva pérdida de firmeza. Solventa el problema ejercitando los músculos faciales con masajes y con cosméticos que activen la producción de colágeno y elastina.

Pigmentación y telangiectasias (arañas vasculares). En los deportes al aire libre la exposición al sol de manera prolongada da lugar a la aparición de manchas y pequeñas venas. Evítalo aplicándote un fotoprotector pantalla total o SPF 50 y resistente al sudor.

Arrugas. La práctica del ejercicio conlleva, sí o sí, el incremento de radicales libres, que son los causantes de la degradación de las células y del envejecimiento de la piel. Antes de acostarte, aplícate una crema rica en antioxidantes para reparar los daños que tu buen estado de forma le está causando a tu cutis.

Dermatitis. Si no hay nada que te pare, ni las temperaturas bajo cero, al menos, protégete bien. Cuando el termómetro está en mínimos, la piel se reseca yestá más predispuesta a padecer eccemas, irritaciones, etc. Cúbrete con una crema hidratante, de textura emoliente si tienes la piel seca o cero oclusiva si la tienes grasa, y sé generosa con el bálsamo labial.

Pecho caído. La pérdida de peso se ve casi inmediatamente reflejada en la pérdida de volumen de los senos, volviéndolos no solo más pequeños sino también menos turgentes, a lo que contribuyen los deportes de alto impacto. Pon todos los medios para conservar un busto joven, y empieza por elegir un sujetador deportivo que actúe como sostén. Y para evitar las estrías que se producen al adelgazar, aplícate por la noche y por la mañana un tratamiento específico para recuperar la elasticidad de la piel en esa zona.

Melena quebradiza. Sudar ensucia el cuero cabelludo, por lo que te exigirá lavarte la cabeza después de la práctica del ejercicio. Elige champús y acondicionadores eficaces para arrastrar la suciedad, pero que sean suaves con el cabello; incorpora a tu ritual aceites y las mascarillas para mantener su elasticidad y brillo. Ah, y muy importante, deshazte para siempre de esas gomas que aprieten y rompen la fibra (las twistband recoge sin romper la fibra).

Los males del gym. Aunque te quedes en el gimnasio tampoco te librarás de los efectos que el deporte indoor puede tener sobre tu piel. Hacer ejercicio en espacios cerrados puede provocar irritaciones o deshidratación, debido al aire acondicionado o a la calefacción (que incrementa la sudoración y la vascularización en la piel). Y si a eso le sumamos la humedad del ambiente, se forma un excelente caldo de cultivo perfecto para los sarpullidos, las rojeces y la rosácea. Cuando concluyas tus sesiones, sigue siempre dos pasos imprescindibles: primero, límpiate bien la cara (no esperes a llegar a casa), pues los poros se abren para expulsar el sudor y permiten que entre la suciedad; y dos, hidrata tu cutis con una fórmula adecuada para tu tipo de piel.