A ver, si nunca te has hecho la pregunta “¿cuándo tengo que empezar a utilizar hidratante?”, por qué te haces la que encabeza este artículo. El sérum forma (o debería formar) parte de tu rutina de belleza desde el principio. No es un tratamiento “para personas mayores”, ni es difícil de usar, ni complicado de encontrar, ni es para corregir arrugas (bueno, sí, pero no solo), ni es caro (ten en cuenta que hay que usar muy poco producto)... Aprovecharte de sus beneficios es cosa tuya. Únicamente tienes que proponértelo, porque, ya sabes, “querer es poder”.

Vamos, que si a los 25 tienes ya tu primera hidratante, también te conviene que vayas acostumbrándote a utilizar por delante un sérum. La edad no importa; aquí lo relevante es escoger el producto que se adapte a tu piel y a tu edad biológica (que no cronológica, vamos la del carné de identidad).

Para empezar, el sérum completa la acción de la crema que le sigue y actúa previniendo o retrasando problemas dermatológicos. De hecho, es un potente concentrado de principios activos que, por una parte, mejora tu cutis en aquello que necesita y, por otra, actúa de vehiculizador; es decir, funciona como medio de transporte para hacer llegar la crema que te aplicas después a las capas más profundas de la piel.

Pero no todos son iguales (los hay en forma de fluido, emulsión o gel) ni tienen las mismas funciones. En lo único en lo que coinciden es en su modo de aplicación (siempre detrás de la limpieza, es el primer paso de tratamiento, y conviene aplicárselo mañana y noche) y en la cantidad que se precisa (basta con el tamaño de un guisante repartido por todo el rostro y cuello). Si no quieres equivocarte, sigue leyendo; te decimos los seis tipos más frecuentes para que aciertes de pleno en tu elección:

Hidratante. Aunque hasta llegada la treintena las pieles jóvenes suelen mantener sus lípidos a buen recaudo y la producción de colágeno y elastina (encargados de mantener el aspecto fresco de la piel) no corre riesgo, no está de más hacer una labor de prevención a partir de los 25. Elige las fórmulas más ligeras; incluso, si tienes la piel sensible y te cuesta iniciarte en este tratamiento, te recomendamos optar por soluciones ecológicas.

 Matificante. Además de incorporar activos astringentes, que regulen el exceso de grasa, suelen incorporar también ingredientes calmantes, con el objetivo de reequilibrar las pieles grasas y prepararlas para recibir el siguiente tratamiento.

 Iluminador. Su función es despertar las pieles apagadas, sin vida. Por ello su composición suele ser un cóctel completito de vitaminas.

Antimanchas. Antes que nada, que te quede claro que aplicarte un sérum no excluye que te extiendas una crema con SPF o un protector solar. Los rayos de sol, debido al deterioro de la capa de ozono, cada vez llegan con más fuerza a la Tierra, lo que hace que nos aparezcan manchas en la cara a edades más tempranas. Si estás en esta situación elige un sérum que corrija la pigmentación irregular.

Reafirmante. La flacidez, probablemente, ni se intuye en tu cara redondeada, pero quizá hayas pasado una noche de perros (estudiando para los exámenes finales… o recuperándote de la resaca) y  los tejidos te parezcan que empiezan a flaquear. En ese caso puntual, puedes "robarle" a tu madre su sérum efecto lifting, que suelen incorporar ácido hialurónico y activos tensores; si no, déjalo pasar hasta que se acerque la cuarentena.

Antiaging. Vale, aún no estás en la edad, pero, justamente por eso, conviene que sepas distinguir para no te equivoques en la elección. Los sérums antiedad fortalecen la función barrera de la piel para evitar que ataquen los contaminantes y los radicales libres y suavizan las líneas de expresión. Todavía te queda para llegar a esta etapa, pero que vayas familiarizándote con este primer paso de tratamiento te ayudará a no saltártelo cuando te llegue el momento de gritar: “¡Horror, arrugas!”

Ahora que ya sabes qué es, cuándo usarlo y cómo, incorpora desde hoy mismo el sérum a tu ritual beauty si quieres conservar la mejor versión de ti misma durante el mayor tiempo posible. ¡A la larga, nos lo agradecerás!