Las celebrities, no importa si están paseándose por la alfombra roja o si ellas mismas se han inmortalizado en un selfie, siempre aparecen con el pelo perfecto. ¿Cómo puede ser? En realidad, solo hay que conocer algunos trucos para eliminar del calendario para siempre los malditos bad hair days… y ellas se los saben al dedillo. Compartimos contigo las claves de su pelazo:

1. Vente arriba. Si tu cabello es muy fino y siempre lo tienes lacio, excepto el día que sales del salón de peluquería, no es el fin del mundo, solo tienes que saber cómo tratarlo. Y después hazte experta en el manejo del secador (sécate siempre con la cabeza hacia abajo) y en el uso de tres tratamientos imprescindibles: el champú voluminizador, los texturizadores y las lacas fijadoras. Una última precaución: prescinde del acondicionador, que apelmaza y da la sensación de pelo aplastado, y hazte superamiga del champú seco, que eleva la raíz y da cuerpo.

2. Trátalo con cariño. El secador puede ser tu aliado o tu peor enemigo. Olvídate de poner una temperatura muy alta en modo automático. No creas que reducir el tiempo de exposición, a costa de más calor, es beneficioso para el cabello. Todo lo contrario, agrede la cutícula y deja el pelo sin brillo. Por cierto, cuando necesites extra de calor (por ejemplo, para hacerte un brushing) ten la precaución (siempre) de utilizar un protector térmico. Aplícalo en medios y puntas justo antes de comenzar.

3. Límpialo como se merece. Esa moda del pelo sucio, a Dios gracias, nunca llegó para quedarse. ¡Y eso que era lo más fácil de conseguir! Pero, al fin y al cabo, no hay nada que ofrezca más sensación de pelo sano que llevarlo limpio. Y eso no significa que lo tengas que lavar a diario; dependerá del tipo de cabello que tengas. Si es graso, hazlo cada dos días (si te excedes puedes provocar la hiperactividad de las glándulas sebáceas e intensificar el problema). En el caso de que lo tengas seco, cada tres, salvo que hagas ejercicio (el cuero cabelludo también suda), lo que te obligará a que aumentar la frecuencia. Y sobra decir que debes elegir los productos de limpieza en función del tipo de pelo que tengas.

4. Acude a una cura de urgencia. Periódicamente, combina tu champú habitual con uno neutro. ¿El objetivo? Resetear tu melena y hacerla que se depure de ciertos los residuos que se depositan sobre él al utilizar distintos tratamientos de manera continuada, como siliconas, ceramidas, etc…

5. Hazte un diseño a medida. Para que un vestido te quede bien tiene que ajustarse a tus proporciones. Pues lo mismo ocurre con el pelo, ponte en manos expertas y opta por el corte que mejor encaje con sus características. Si tienes una cabellera escasa, elige un estilismo que te suba el volumen, como, un pelo capeado, corto, una media melena ondulada o un bob. Pero si tienes una cabellera abundante, huye de los peinados cuadrados, intenta rebajar la densidad aligerando la parte frontal y lateral y opta por melenas largas y lisas (¡nunca sin tus planchas). El flequillo puede ser también una buena opción. ¿Es rizado y, encima, tienes remolinos? Los desfilados estratégicos (y el difusor del secador) son la mejor forma de controlarlo sin hacerle perder su movimiento.

6. Ponle un poco de color. No acertar con el tinte puede ser la razón de que tu pelo pase sin pena ni gloria. Reconócelo, el DIY, en este caso, requiere bastante práctica, así que si todavía estás verde, pide cita en la peluquería y opta por una técnica que cree matices y aporte un plus de brillo. ¿La fórmula más efectiva y natural? Aclararlo con reflejos, que ofrecen una sensación menos marcada que las mechas tradicionales. Si quieres que sean casi imperceptibles, el truco está en que te los hagan solo en los mechones (que deben ser muy finos) que tienes alrededor de la cara, en lugar de en toda la cabellera, lo que aclararía el tono. Y, eso sí, luego exige un cuidado extra: un pelo tintado necesita un plus de nutrición para que el color dure más tiempo inalterable y no reseque el cabello.