¿No hay diseño de manicura que se te resista pero fallas en los pequeños detalles? Si es así, nunca conseguirás un acabado de profesional. Presta atención y céntrate en tres trucos dignos de nailbar que te simplificarán la vida.

Ciao ciao manicuras con purpurina
¿La historia te suena? Usas un esmalte con partículas brillantes y, a la hora de desmaquillar, esos maravillosos destellos parecen incrustados en la uña y no hay forma de retirarlos. ¿La solución? Elige una laca con el mismo color base y extiende una capa antes del glitter para que la purpurina se fije en ese primer color. A la hora de desmaquillar, enrolla algodones impregnados en quitaesmalte sobre cada uña. Déjalos durante unos minutos, retíralos ¡y listo!

Gana tiempo
Si tu rutina es como un Gran Premio de Fórmula 1 debes optimizar el tiempo de tu 
parada en boxes. Olvida la idea de que el aire acelera el secado porque tu gran aliado es el frío. Mete la mano en el congelador con las uñas recién maquilladas para acelerar el proceso. ¿Prefieres la opción profesional? Compra una fórmula secante en un formato espray.

Ups… ¡uña quebrada!
Solo hay una cosa más fea que una manicura en la que el color no queda homogéneo. Y esa es que se te rompa una uña y no puedas hacer nada... Pero déjate de dramas y saca la «manitas» que llevas dentro. Corta un trozo de la tela de una bolsa de té́ y pégalo sobre toda la superficie con una capa de base coat transparente. Deja que se seque antes de aplicar el color y nadie se dará cuenta de que se te ha partido.