Me atrevo a decir que a todo el mundo le gustan las vacaciones. Da igual si el destino está lejos, cerca, o es tu propia casa: lo importante es que se trata de unos días donde las responsabilidades laborales desaparecen, y donde tienes 24 horas por delante para dedicarlas a lo que quieras ¡y con quien quieras!

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Vacaciones significa cambio, descanso, descubrimiento... Y salir de la rutina para lanzarse en plancha al placer de no hacer nada suele ser muy satisfactorio. Ahora bien, como todo lo bueno, se acaba, y la inmensa mayoría de la población vuelve a sus vidas casi arrastrándose, cual niño pequeño que no quiere volver al colegio. (Según las estadísticas de la consultora Kantar Worldpanel, el 30% de la población española puede sufrir el síndrome post-vacacional).

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Punto número uno: hay que relativizar. Si volver a tu rutina te produce tal desasosiego que no disfrutas ni de tus últimos días de vacas, plantéate que a lo mejor el problema empieza en cambiar tu actividad de diario. Y si sencillamente, lloriqueas un poco porque "el chollo" se acaba (esto es lo normal), aquí van unos cuantos consejos para hacer la vuelta de lo más llevadera.

1. Repite conmigo: "soy afortunada por cogerme unos días de vacaciones". Entrenar el agradecimiento antes, durante y después suele ser el mejor aliado para no hacer ningún drama. 

2. Evita los cambios bruscos. Deja un día (o varios) de transición: si vuelves de un viaje muy movido de Tailandia, no aterrices el domingo si el lunes tienes que ir a trabajar. Acomodarte tranquilamente en tu vuelta ayudará a que entres por la oficina con mejor cara. "Una de las claves para adaptarse es hacer cambios progresivos y tranquilos", nos cuenta el psicólogo Guillermo Fouce, desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COP Madrid). 

3. No idealices. Ojo con las expectativas. Según el experto, normalmente ni las vacaciones son tan buenas como imaginamos ni la rutina tan mala. "Con frecuencia idealizamos las vacaciones y minusvaloramos la rutina, lo que puede llevar a desajustes o malas emociones", explica. ¡Valora de manera equilibrada!

4. Saca el lado positivo. Seguro que tienes una compañera de trabajo que te apetece volver a ver, o un gatito esperándote en casa. Según Fouce, es positivo sacar la balanza y pensar solo en las cosas buenas: llenarás más tu mente con ellas, y cobrarán importancia. Y una cosa más: el cuerpo, funciona mejor con rutinas (no lo digo yo, lo dice la ciencia), así que llega un momento en el que seguro, estarás mejor viviendo entre tu normalidad. 

5. Busca nuevos estímulos. ¿Qué tal, un nuevo curso? ¿O nuevos espacios donde hacer el deporte que te gusta? Si septiembre sabe a novedad, a reto y en definitiva, a pequeñas nuevas ilusiones, te costará menos dejar atrás los días de sol y playa (reconócelo: a veces tanto día sin hacer nada, ¡te agota!).

6. Planea el próximo viaje. Un truco del almendruco. Si eres una viajera empedernida comprar los billetes de tu siguiente escapada puede ser una buena idea. Además de ser un buen aliciente, planear con antelación siempre es más barato.

Bye, bye, depresión!

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