La siesta, el sol, las terrazas, la música. La alegría de vivir de los españoles lleva a pensar que el nuestro es el país más feliz del mundo. Pero nos equivocamos. Según el Informe Mundial de la Felicidad elaborado por Naciones Unidas, Dinamarca, con todo su frío y sus eternas noches, nos lleva la delantera y se coloca como el lugar en el que las personas viven más felices. Entonces, ¿cuál es su secreto? Tiene nombre y se llama “Hygge”, una palabra propia y sin traducción que significa, más o menos, “comodidad” o “bienestar”. Segunda pregunta: ¿hay alguna manera de imitarlo? ¿Podemos servirnos de la filosofía nórdica para ser nosotros también más felices? Parece que sí, y a eso vamos.

Primero, conviene entender mejor lo que es el “Hygge”. Varios autores se han ocupado de tratar de comprenderlo y se ofrecer técnicas y herramientas para implementarlo más allá de las fronteras danesas. La escritora Charlotte Abrahams lo hizo en las páginas de “Hygge: una celebración de los placeres sencillos” y, más recientemente, el director ejecutivo del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague consiguió lo mismo en su obra “Hygge. La felicidad en las pequeñas cosas”. Y ambos títulos ofrecen ya pistas: esta forma de vida placentera se apoya en deleites sencillos para encontrar el bienestar y se alía, sorprendentemente, con los días más horrorosos, los de frío, nieve y aburrida oscuridad.

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Una taza de chocolate frente a la chimenea, una buena película tapado con una gruesa manta en el sofá, una ducha caliente al volver a casa, ver cómo llueve detrás de la ventana… Pequeños placeres mundanos que nos hacen sentir mejor, apreciarnos a nosotros mismos y valorar las pequeñas cosas que, por supuesto, no tienen que ser en absoluto caras. Pero vayamos a lo práctico; aquí están unos cuantos consejos para tener un día “Hygge”:

Dedícate unos minutos al día

No todo va a ser trabajar, trabajar y trabajar. Conviene buscar unos minutos al día para dedicártelos a ti, a lo que te divierte y te hace sentir bien. Cada uno se relaja de una manera; sólo tienes que buscar la tuya y meterla en tu agenda.

Construye el ambiente perfecto

Tal vez una luz tenue, unas velas, unas flores… El entorno en el que vivas esos minutos de relax será fundamental para que esa sensación se produzca con mayor intensidad.

Aleja todo lo que te importune

Primer paso: apaga el móvil. Y el ordenador. Incluso descuelga el teléfono fijo. Este tiempo es para ti y, en todo caso, para quien tú decidas que merece compartirlo contigo. Para nadie más.

Busca la mejor compañía

Aquella que te reconforte, que te haga sentir a gusto. El método “Hygge” asegura que funciona mejor en pequeños grupos y no en grandes fiestas, así que rodéate de dos o tres amigos y familiares y comparte con ellos tu espíritu zen.

La comodidad, fundamental

En la ropa, en los asientos… Rodéate de cojines y busca el lugar más cómodo de tu casa para desconectar. Asimismo, viste prendas mullidas, ligeras, cómodas y calientes, que te ayuden a olvidar los corsés de la ropa de diario.

Valora todas las sensaciones

No tienes por qué sentirte culpable de estar dedicándote unos minutos. Es más, debes ser consciente en todo momento de que, en ese tiempo, sólo existes tú, y que mereces ese regalo. Saber que estás haciendo algo bueno por ti mismo ayuda a disfrutarlo con mayor intensidad.

Toda una filosofía de vida creada por aquellos que más saben sobre felicidad. Y esto es una llamada a la unidad: ¿cómo no vamos a ser capaces los españoles de disfrutar de la vida tanto o más que los daneses, con sus pocas horas de sol y sus temperaturas bajo cero? Conquistemos el “Hygge” y hagámoslo nuestro para que dentro de un tiempo tengan que hablar también de algo así como el “Tan ricamente” ibérico.