Terminas el instituto. Entras en la universidad. Consigues un trabajo. Para muchos, esta secuencia se sucede (casi) sin sobresaltos y se convierte en la rutina habitual. Pero, ¿nunca has pensado en qué pasaría si hicieras un paréntesis? ¿A qué lo dedicarías? 

Según datos de la agencia Sabática, dedicada a gestionar este tipo de experiencias, un 60% de sus clientes son mujeres. El perfil más habitual son personas en activo o no, que deciden hacer un alto en sus vidas para vivir una experiencia cultural, o también quién persigue estudiar o ser parte de una compañía en el extranjero. “Lo que se busca es una experiencia que haga crecer y no tanto la falsa idea de descansar”, señala Meritxell Morera, fundadora de la empresa.

¿Qué lleva a las mujeres a tomarse un año 'libre'? ¿Merece la pena la experiencia? Hemos preguntado a varias mujeres que la han vivido y estos son sus testimonios:

ANDREA, UN AÑO COMO 'AU PAIR' EN EEUU

Cuando tomé la decisión de vivir un año sabático, estaba a punto de terminar la carrera, había estudiado logopedia y no encontraba programas de Erasmus que valiesen la pena. Esto me llevó a buscar, con mi pareja de entonces, otras vías para poder vivir una experiencia en el extranjero.

Entre todos los programas disponibles, escogí el de 'au pair' en Estados Unidos. Los preparativos fueron largos: tuvimos que hacer entrevistas en inglés, tests psicológicos, entrevistas con las familias hasta “conectar” con una... En mi caso fue un flechazo: la primera familia con la que me entrevisté fue con la que viví todo el año, muy cerca de Washington DC.

La mayoría de horas de trabajo las pasaba con unos niños encantadores con los que aún mantengo el contacto. Y el resto del tiempo conocía tierras americanas con mi pareja o hacía planes con mis amigos. Estuvimos en Nueva York, Miami, Nueva Orleans, Boston, Las vegas, San Francisco…

Una de las mejores cosas que me llevo de la experiencia es toda la gente con la que me he encontrado y todas las amistades de alrededor del globo me he llevado. En el “top” de mi lista también aparece el crecimiento personal, en todos los sentidos. Creo que el pasar un año lejos de tu zona de confort, en un lugar desconocido, envuelta en otra lengua y cultura, te hace madurar, literalmente, en dos días.

Creo que esta experiencia ha sido la mejor decisión que he tomado hasta ahora. Lo que llamamos 'año sabático', para mí fue una época llena de trabajo y aprendizaje, tanto en lo personal como en lo laboral. Pienso que me volví una persona con más carácter, más abierta, madura y responsable, aprendí a relativizar las cosas y ver que lo malo no es tan malo y que lo bueno siempre es bienvenido, aunque sean pequeñas cosas. Comprobé que hay que disfrutar de cada momento, porque no habrá otro igual.

Profesionalmente, creo que esta experiencia me ha abierto muchas puertas: actualmente estoy acabando un máster y tengo la suerte de tener un buen trabajo, ejerciendo de logopeda.

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AIDA, VOLUNTARIADO EN SUDÁFRICA

Llevaba un año trabajando como maestra en un colegio, pero algo me decía que debía vivir una experiencia como esta. Quería vivir una estancia auténtica, cultural y relacionada con educación, por lo que elegí Sudáfrica como destino.

Al principio, el choque cultural fue bastante duro, sobre todo con lo que respeta al tema de la educación. Sudáfrica es un país con una historia muy dura: todo lo vivido durante el Apartheid se respira en el ambiente y eso hace que la experiencia sea dura, aunque por otro lado te hace reflexionar muchísimo. Durante el tiempo que pasé en el país, algo dentro de mi cambio para siempre, fue como un despertar. Crecí como persona y conocí una parte de mi que jamas había vivido. Puedo decir que gran parte de mis valores y mis principios fueros construidos en Sudáfrica. La gente que conocí en mi destino cambió mi punto de vista sobre muchas cosas. Gracias a ellos soy quien soy ahora.

Esa estancia cambió mi vida por completo. Tras ella, dejé la escuela privada en la que trabajaba en España y decidí empezar mi pequeña academia con mis principios y mis valores, muchos de los cuales se los debo a Sudáfrica. Una de las mejores enseñanzas que aprendí: es necesario salir de tu zona de confort, que muchas veces nos impide evolucionar.

DIANA, PRÁCTICAS AGRÍCOLAS EN EEUU

Mi situación antes de mi año sabático era de apariencia estable: llevaba 6 años trabajando en una empresa paraestatal, desde que terminé la universidad. Tenía empleo fijo, un trabajo cómodo, una hipoteca razonable, salud, un nuevo novio, el cariño de mi familia... pero también un profundo hastío vital. Un día me encontré pensando: 'Tiene que haber algo más y si no lo intento, viviré sabiendo que cambié confort por felicidad’. Así que en plena crisis económica me dispuse a dejar mi puesto y mi casa a medio pagar para probar otra vida. Encontré un folleto de Sabática por casualidad y decidí que un año con prácticas remuneradas se ajustaba a mis necesidades.

La primera oferta de trabajo llegó desde Florida, EE.UU. Una consultora de servicios agrícolas, fundada y dirigida por una mujer y situada en Jupiter. En serio, Jupiter. El nombre de la ciudad prometía un cambio de aires, cuanto menos. Me lie la manta a la cabeza, entregué mi carta de renuncia a mi jefe y comuniqué a padres, novio y amigos que, efectivamente, me iba a Jupiter. En tres semanas tenía visado, billetes y maleta para un año de viaje. 

El aterrizaje en Jupiter fue surrealista. Mi móvil no funcionaba, no había forma de encontrar una cabina para avisar de que ya había llegado, la oficina estaba cerrada para cuando conseguí llamar usando el teléfono de un operario del tren.... Los primeros días continúas viviendo una realidad paralela, en el que el mundo es muy similar a aquel del que procedes pero algunas leyes son opuestas. Por ejemplo, nunca contestes nada menos que 'Excepcional' a la pregunta '¿Cómo estás?. Tu interlocutor puede pensar que quieres abrirte emocionalmente y eso puede incomodarle. Hay que ignorar los semáforos en rojo bajo ciertas condiciones e ir caminando por la calle te hace sospechoso de ser un delincuente o un sin-techo. Las casas y los coches no se cierran con llave… pero no te sorprendas si ves pistolas en su interior. Mi modo de vida durante la primera semana consistió en contar hasta 10 antes de hablar, sonreír mucho e imitar a los nativos. Sobreviví, así que no reniego de la estrategia. Aún la utilizo de vez en cuando.

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No todo fue bueno. Entre mis numerosos errores, desgracias y vicisitudes puedo enumerar diversos percances con coches (caída a un canal con caimanes incluida, atropello de ciervo y pinchazos en mitad del monte), malentendidos continuos con camareros, jefes y agentes de la autoridad, contacto cercano con osos, serpientes, coyotes y, como no, caimanes; armas de fuego varias, ser víctima de robo sin violencia y violencia sin robo, vender plasma sanguíneo y participar como sujeto de experimentos científicos para pagar el alquiler del piso...

La vuelta a casa fue grata después de más de 18 meses. Llegué en julio, me saqué el CPE (proficiency - nivel C2) y en septiembre comencé va trabajar como formadora 'in-company'. Imparto cursos en empresas de inglés de negocios: mis prácticas me sirvieron para aprender in-situ el idioma.

La enseñanza más importante de mi año sabático: que no sabes nada, ni quién eres siquiera. Pero para eso está la vida, para ir aprendiendo del mundo y de ti mismo.

Advertencia a navegantes: los años sabáticos son como los tatuajes. Si disfrutas con la experiencia, no te conformas con uno...