Según nos cuentan desde la gran consultora Kantar TNS, en España el 71% de los internautas usa varias veces al día Whatsapp, una cifra que aumenta entre los más jóvenes (hasta el 81% entre los 16 y los 34 años). Es un hecho: vivimos en un sociedad hiper-conectada gracias sobre todo a las nuevas tecnologías. Si tu best friend forever (BFF) se va a vivir a Miami no hagas el drama: podéis escribiros continuamente, enviaros notas de voz, llamaros gratis… O hacer un FaceTime a la semana ¡y listo! Escucharás igual sus carcajadas y verás ese pequeño 'hoyito' que le sale en el moflete. La misma receta para tu relación a distancia o para esos momentos en los que tienes 'mamitis'. Las utilidades de Internet y las redes sociales son infinitas: una de las más ventajosas es que nos mantiene unidos. 

Y sin embargo… Nos sentimos más solos que nunca.

¿Cómo puede ser? "Nuestra sociedad está perdiendo la tolerancia a la soledad. Si la tuviésemos, buscaríamos crear verdaderos vínculos afectivos y a día de hoy, perdemos mucho tiempo buscando la mera compañía a través de las redes sociales. El problema no es la tecnología si no el uso que hacemos de ella", cuenta a Cosmopolitan Juan Cruz González, psicólogo clínico, consultor y fundador de DiotOcio.

¿Y qué mal uso de las tecnologías es ese? Vayamos al terreno de juego.

- Quedas a cenar con tus amigas y estás en la mesa… ¿o quizá no estás? Lo habéis conseguido. Tras 47.483.929 mensajes (por Whatsapp, claro) estáis todas juntas, en el restaurante más cool, y dispuestas a comeros el mundo (y lo que os van a poner delante). Pero tras la puesta al día y la Round 2 de preguntas los móviles parpadean y claro, hay que sacarlos, no vaya a ser que se acabe el mundo. Desde ese momento y hasta el final de la velada tu mente se unirá por ciencia infusa al aparato manteniendo solo un 30% de tu cerebro en lo que te cuenta tu amiga, esa que quieres tanto. 

- Te enteras de que otra buena amiga ¡se casa! Lo acabas de ver en uno de esos grupos –de Whatsapp– que tanto detestas. ¡¡¡Nos casamos!!! Y un hilera de emojis saltando, riendo, dando palmas y echando fuegos artificiales prosiguen el anuncio. ¿Dónde quedó reunir a todos los amigos, invitar a unas cuantas cañas y a la quinta –u octava–, anunciar la buena nueva? En el pasado quedaron esas 'lagrimillas' en directo de la best friend forever, o los abrazos (en versión orangután, eso sí) de todos los chicos al casamentero. (Nota: ¿sabías que un abrazo está considerado científicamente como una de las herramientas más eficaces para mejorar el autoestima?).

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- Es viernes por la noche, y desde el martes te morías de ganas de manta, sofá, y una buena dosis de 'cucharita' con tu chico. Tras los mimos correspondientes –y con suerte, el revolcón–, uno de los dos (¡o los dos!) os enchufáis a la pantalla de vuestro móvil, inmóviles, durante... ¿hora y media? Y con ello también caen en el olvido esas noches de conversaciones eternas, ese “bailar pegados, es bailar”, o compartir actividades sin salir de casa –está terminantemente permitido mancharse las manos. Véase Ghost–.

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Podríamos alargar infinito esta lista de situaciones –muy presentes en nuestras vidas– y que dejan clara la evidencia: cada vez hay menos contacto físico, menos mirarse a los ojos y menos vivir “aquí y ahora”, eso que precisamente, está tan de moda. Vivimos una época de gran conexión y en realidad estamos más desconectados que nunca.

¿Solución? “Hay que recuperar el valor de la palabra, de la escucha y de la conversación cara a cara, porque eso es lo que verdaderamente estimula al cerebro y a sus capacidades para generar la empatía, la conexión emocional, el contacto visual, la comunicación no verbal... Solo con ello podríamos fortalecer el amor que nos hace genuinamente humanos y que va más allá simplemente de estar 'conectados'”, nos cuenta nuestro psicólogo.

Y es que, por muy tecnificados que estemos, nuestra naturaleza sigue siendo la misma. "De vez en cuando deberíamos parar y desconectar y realmente conectarNOS. Necesitamos buscar  la calma, con el Whatsapp todo tiene que ser rápido”, nos cuenta Juan Cruz (¿cuántas veces te has agobiado porque tenías que contestar “ya” a ese mensaje que no para de parpadear?).

Pero la pregunta del millón es: ¿cómo sobrevivir a tanta demanda digital, tantas conexiones y redes sociales, sin aislarse del mundo? Eso es lo mismo que se pregunta Enric Puig en su último libro, La gran adicción. El experto, que lleva años investigando qué cambios provocan las nuevas tecnologías en la sociedad, cree que en algún momento (no muy lejano) desconectaremos de manera parcial. A raíz de este libro, afirma que le han llegado casos de chicos de las nuevas generaciones que afirman dejan el móvil en casa si se van a una cena, ya que ellos mismos se dan cuenta de la saturación en la que vivimos (vamos, que poco a poco somos más conscientes de que, tardar dos horas en contestar, o salir una noche sin el móvil, no es sinónimo de apocalipsis). 

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Equilibrio. Esa es la única solución, "ser conscientes de esta realidad que nos rodea e intentar que sea una mejora para nosotros y para los demás", afirma el experto. No hay que 'demonizar' ni un extremo, ni el otro. "Se trata de dejar la multifunción –la que generan las nuevas tecnologías­– por ganar más multiestimulación –la que provoca una buena excursión a la montaña–". 

¿Qué ganarás? En una palabra, VIVIR. Como dice nuestro experto, "oler las emociones". Y eso no se puede hacer a través de una pantalla. "Rompe el proceso de comunicación, donde no existe una comunicación no verbal que es mucho más importante, son los matices que marcan la diferencia y es eso justo lo que estamos perdiendo", nos explica.

Así que ya sabes, no dejes pendientes las notificaciones de Whatsapp de tu amiga de Miami pero primero ponte cómoda, quítate todo ese peso que llevas en la mochila, y sal ahí fuera a disfrutar de ti misma (y si quieres, de las cabras). Estamos seguras de que te gustará la experiencia.

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