Hay muchos gurús ahí fuera a los que la palabra “aspiraciones” les vuelve locos. Quieren que seas la mejor versión de tí mismo, que trabajes lo más duro que puedas y que busques la mayor recompensa. Y eso está genial, pero lo que descubrí mientras escribía mi primer libro, “The Life-Changing Magic of not giving a f*ck”, hay mucha gente que aspira a hacer y a tener menos, no más.

Menos trabajo, menos estrés, menos compromisos – y mucho más tiempo, energía y dinero que gastar en las cosas que sí les hacen felices. Eso podría incluir escribir por fin esa novela de la que llevas hablando tanto tiempo, o aprender otro idioma. Quizá simplemente quieras poder echarte la siesta a diario. Pero, ¿qué pasa cuando sí tienes el tiempo, la energía y el dinero y aún así no pareces poder ponerte detrás del ordenador a trabajar? Es como saber que tienes una caries frente a que de un golpe se te rompan los dientes: con la caries empiezas a pensar que algún día vas a tener que pedir cita al dentista, que no te viene bien… con el golpe no hay opción, vas inmediatamente.

“No me creo toda esa patraña de las aspiraciones”

En mi nuevo libro “Get your shit together”, intento crear esa motivación del puñetazo en la cara y la forma de hacerlo es con lo que llamo la fuerza del pensamiento negativo. No me creo toda esa patraña de las aspiraciones como “Lo veo, lo soy” o “Explicita tus sueños”; yo creo en mirarte al espejo hoy y lidiar con lo que ves reflejado, dejar que ese reflejo que ponga furioso y te haga querer actuar. No intentes imaginarte que eres alguien distinto de quien eres para luego intentar perseguir esa visión de ti mismo como si de una mariposa se tratara, porque al igual que una mariposa las aspiraciones son difíciles de atrapar de esta manera, eso sólo nos causará mareo.

En vez de soñar despiertos con un hipotético futuro en el que seamos más ricos, delgados, ordenados, etc. Pon tu esfuerzo en no gastártelo todo, en no engordar, en no desordenar, pero hazlo aquí y ahora. Resulta que la motivación y el fijarse objetivos no tiene tanto que ver con pensar en qué queremos convertirnos sino en pensar en qué no queremos convertirnos; en canalizar la rabia que nos generan las cosas que odiamos para decir “¡Esto sí que no! Tengo que hacer algo”.

En los últimos dos años he hecho algunos grandes cambios en mi vida: de trepar por el escalafón de una gran multinacional en Nueva York a freelance disfrutando de mi bebida fría a la orilla del mar. Mi motivación fue que era realmente muy muy infeliz en mi trabajo y en mi vida, y en lugar de imaginarme un mundo de fantasía, saqué mi rabia y me puse a trabajar en ello. Estas eran mis tres metas:

1. No ser infeliz.
2. No trabajar para una gran multinacional.
3. No sufrir otro largo invierno en NY.

Puede parecer algo obvio, pero hasta que no me concentré en lo que no quería para mi vida no puede decidir qué hacer para alcanzar lo que sí. No tenía ni idea de lo que supone ser un freelance o mudarse a otro país, pero sí sabía que otro invierno en Nueva York seguro que me haría sentir infeliz porque era una situación que podía reconocer, una constante de infelicidad en mi vida así que decidí ponerle solución.

No fue tanto una cuestión motivacional como de “sácame de esto ya porque no lo puedo soportar más”.

Me concentré en lo que no quería para mí y lo cambié, pasito a pasito. Odiaba las reuniones, las videoconferencias, las burocracias, y odiaba odiarlo y quejarme de ello mientras lo seguía haciendo a diario. Quejarse no lo iba a cambiar. Sabía que tenía que dejar el mundo empresarial pero necesitaba un colchón en mi cuenta bancaria para dejarlo y poder cubrir mis gastos hasta que tuviera ingresos como freelance, probablemente tres mesas después. Dividí ese tiempo en días para saber cuánto tendría que ahorrar por día para conseguir mi objetivo. Nada, imposible, ¿180 días? Sin embargo en 12 meses sí podría.

Me hice un calendario con 365 casillas en blanco, lo pegué en la nevera y cada día durante un año movía una pequeña cantidad de dinero de mi cuenta a la de ahorro, marcaba el día en color rojo y convertí mis odiadas videoconferencias en mi fuente de dinero. El día 366 entré al despacho de mi jefe con mi carta de renuncia.

Durante todo ese tiempo me preparé para mi nueva profesión generando contactos y construyendo mi página web. Mi marido y yo buscamos países cálidos a los que podríamos mudarnos, donde el coste de vida fuera más bajo y la temperatura más alta. Mucho más alta.
Hoy escribo esta columna desde mi Chaise lounge de mi terraza exterior en la república Dominicana. Y desde luego que no llevo pantalones.

Así que si eres infeliz, estás endeudado, te sobran unos kilos o estás usando tu coche como tendedero, si eso te hace sentir frustrado y rabioso, introduce el pensamiento negativo en este 2017 y canaliza esos sentimientos en acción. En lugar de perseguir mariposas prueba a espachurrar un par de cucarachas asquerosas de un pisotón si las tienes delante.

Sara Knight es la autora del best seller internacional “The life-Changing Magic of not giving a F*uck”. Su Nuevo libro “Get your shit together” está a la venta desde el 27 de diciembre de 2016.

Vía: Cosmopolitan US