Que no, que no da la felicidad. Pero ayuda. Vaya que si ayuda. Porque hace la vida más cómoda y más divertida. Porque permite viajar más y mejor, porque te procura jornadas de ocio más intensas, porque elimina preocupaciones. El dinero. Ganado con el sudor de tu frente mes tras mes, en forma de nómina. Una nómina que, por otro lado, lleva sin experimentar ningún cambio (al menos, al alza) desde hace demasiado tiempo. Y todo a pesar de que tu trabajo es impecable, de que das todo de ti por la empresa, de que tus jefes están encantados con tu labor. Por eso, ¿qué tal si pides un aumento? Esa idea ha rondado varias veces por tu cabeza, pero la has descartado por miedo a recibir una negativa. Tranquilidad: aquí tienes unos cuantos consejos para pedir lo que te mereces con elegancia y contundencia, evitando que el jefe te mire por encima de sus gafas y te diga: “La empresa ahora no está para fiestas”.

Escoge el momento adecuado

Toda empresa tiene sus procesos, sus ritmos y sus calendarios, así que deberás asegurarte de que el momento en el que realices la petición será el idóneo. Espera a que tus jefes cierren algún proyecto importante de forma satisfactoria, solicita la reunión con antelación suficiente y trata de hacerla coincidir con un día de poca tensión, planteando tu petición en el momento en el que la compañía esté revisando los salarios generales, normalmente con los cambios de curso o de año.

Haz una lista con tus puntos fuertes

De esta forma, será más fácil justificar ese aumento. Apunta tus logros y tus competencias para exponerlas ante el superior, poniendo así de relieve los motivos que hacen que tu petición no sea descabellada. En muchas ocasiones, los jefes no conocen con demasiado detalle las labores de todos sus trabajadores, y repasarlas con detalle y tranquilidad tal vez haga que comience a verte con otros ojos.

Ensaya tu discurso

No debes pisar en falso y tienes que comunicar con contundencia, así que dedica el tiempo necesario a preparar unas cuantas frases demoledoras en las que dejar claras tus intenciones. Hablando en positivo, resaltando lo a gusto que estás en tu puesto y poniendo de relieve tu buen hacer, trata de evidenciar que lo que pides no es una quimera sino que, más bien, es lo que te corresponde.

Hazlo siempre en privado y en persona

Olvídate de los correos o de las conversaciones “casuales” frente a la máquina del café. Lo que vas a pedir es algo importante, y debes abordarlo como tal. Concierta una reunión con tu jefe o supervisor en su despacho, alejados del ruido y de las miradas y orejas indiscretas. El escenario resultará fundamental e imprimirá a la charla la seriedad que exige.

Evita compararte con los demás

Porque no servirá de nada. Cada trabajador es un mundo y cada contrato depende de diversos factores que escapan a tu influencia, como el momento de la contratación o las competencias asignadas. Además, si recurres al típico “pues Fulanito cobra más que yo” correrás el riesgo de parecer una envidiosa que únicamente se mueve por el dinero.

Tampoco te pases

Está bien que quieras ganar un poco más, pero tampoco quieras igualarte con el director general. Plantea una subida moderada, acorde a tus competencias, y no quieras medrar tan rápido. Será mejor lograr un aumento comedido que dar la imagen de una trabajadora irresponsable que sólo mira por su economía y que no “empatiza” con la buena marcha de la empresa.

No te hundas ante la negativa

Porque, al menos, habrás sembrado. Quizás sea cierto que ese momento no es el adecuado y tal vez aparentemente manida frase de “lo estudiaremos más adelante” no sea mentira. Ten paciencia y piensa que tu petición no caerá nunca en saco roto y que, si de verdad la has planteado con seriedad y rigor, será cuestión de tiempo que tengan que tramitarla ante el temor de que encuentres algún trabajo mejor y abandones la empresa por no sentirte lo suficientemente valorada.

¿Quién dijo miedo?