Haz lo posible por hacerle la vida más fácil a tu jefe y todo lo que venga será pan comido. He aquí tres consejos infalibles para ganarte al 'boss' desde el primer día.

1. Adivina sus necesidades

Plantéatelo como un reto. Conocer desde que entras en la oficina las expectativas de tu jefe contigo te será de gran ayuda si lo que quieres es acceder a su corte de empleados preferidos. Básicamente, porque de esta manera te estarás ajustando a los objetivos que persigue la empresa y no solo a los tuyos (desde nuestro rincón a veces olvidamos para quién estamos trabajando). Puedes hacer lo siguiente: cada vez que os reunáis, escribe en tu bloc todo aquello que tu jefe espera tanto de ti como del trabajo de su equipo. Eso te ayudará a focalizar en hacer las cosas de tal manera que él pueda captar que has entendido su mensaje a la perfección y que eres una chica lista. Cuando le llegue la hora de evaluarte, seguro que sales bien parada.

2. Investiga sobre la persona que ocupaba tu puesto

Haz un pequeño sondeo para ver qué hacía exactamente la persona a la que reemplazas. Puedes preguntar a tus compañeros de manera sutil y, por supuesto, sin parecer una cotilla, qué funciones llevaba a cabo e intentar averiguar por qué se fue o qué la llevó a su despido (esto último solo si controlas el nivel espía experto). Otra idea es ir directamente a tu jefe para decirle que estás dispuesta a afrontar nuevas responsabilidades que quizás antes no conllevaba tu puesto, así como para preguntarle si hay algún trabajo que quedara por terminar antes de tu llegada para poder terminarlo tú. De este modo, sabrá que ha acertado con su nuevo fichaje.

3. Conoce sus manías al dedillo

En las primeras semanas, te conviene pasar algo de tiempo con tus jefes, ya sea valorando algún asunto del trabajo o en el despacho solventándote las dudas necesarias (si trabajas con pocas personas es probable que también os toméis algún café de vez en cuando). Estas ocasiones son perfectas para que le preguntes sobre algunas reglas básicas como, por ejemplo, si prefiere que te comuniques con él o ella por mail o que te acerques directamente a su mesa; a quién debes avisar si algún día llegas tarde o faltas y cuál es la mejor manera de hacerlo; si hay o no flexibilidad en los horarios, etc. Aunque a priori no te parezcan asuntos de vida o muerte, cuando llegue la hora de tomar una decisión te será más fácil optar por la acertada. Y tu jefe seguro que lo agradece (aunque jamás te lo diga directamente).

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