No es ninguna casualidad que el vídeo más visionado de TikTok en lo que va de 2023 sea el de Rosalía travestida de Rauw Alejandro: más de 25 millones de personas han visto el tentativo (y divertido) ‘drag king’ de la diva 'motomami'. El ‘drag’ está en el aire: la explosión del género como expresión criticable, dúctil y hasta flexible lo ha convertido en una aventura al alcance no sólo de ‘queens’ (las que se apropian de la feminidad), sino de ‘kings’ (los que hacen lo propio con lo masculino).

Gracias a ellos, ellas y 'elles', la masculinidad también se retuerce bajo el filtro de la parodia, el cliché, la pluma y mucho maquillaje. Y, entre sonrisas, lágrimas y canciones, va soltando su caspa tóxica. No es que el fenómeno sea totalmente nuevo: artistas como Cabello/Carceller llevaron proyectos ‘drag king’ a museos y centros de arte desde los 90 y colectivos 'queer' como Genderhacker organizaron talleres desde principios de los 2000. Lo que sí es novísimo es la irrupción de una excitante y cada vez más numerosa generación de reyes que están consiguiendo abrirse camino en los bares y discotecas de ambiente LGTB+ y más allá. Todo lo que hacen es una fantasía.

Tenemos claro qué es el ‘drag’: un arte basado en la 'performance' del género que se expresa de múltiples maneras. El 'show' puede ser escénico, con ‘lip sync’, coreografías y monólogos, pero también sencillamente fotográfico o audiovisual. Sus efectos son incalculables: produce todo tipo de reacciones en el público (del puro rechazo o la incomodidad a la fascinación) y también en el artista, pues es un método de autoconocimiento desde el feminismo brutal.

Sin embargo, las comunidades de ‘queens’ y ‘kings’ tienen sus peculiaridades: las reinas se han volcado con la mecánica de ‘Drag Race’ con ‘drags’ cada vez más espectaculares y feroces; los reyes recién llegados se resisten a competir y se vuelcan con las novatas que buscan otras maneras de ser y estar. Algunos pioneros ya son ‘padres king’ y referentes, como el vigués Nico Elsker (@nico_elsker), actor y cabaretero que narró en su IG su transición. En Barcelona, Ken Pollet (@kenpolletofficial) ha generado toda una escena que incluye una ‘Drag King Anti-Race’. Cualquier hombre, mujer o persona no binaria puede ser un ‘king’. En la escena ‘drag queen’, las mujeres que performan la feminidad se denominan ‘hyper queens’.

Capitano Barbaconyo: "Mi personaje me permite ser como me siento"

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El ’drag king’ Capitano Barbaconyo, vestido con mono de @a.r.morart.

No existe una hoja de ruta prefijada hacia el territorio ‘drag’: todos los ‘kings’ tienen una historia particular que contar, tan distintiva como los personajes que van creando. Al ‘drag’ se puede llegar como fan, por curiosidad artística o por urgente necesidad personal. También por casualidad o encargo, como sucedió con Capitano Barbaconyo, periodista dedicada a la música y defensora de los derechos humanos y del colectivo LGTB+ que tuvo que huir de Moscú debido a la represión política.

En 2016, cruzó milagrosamente la frontera de Bielorrusia y llegó a Barcelona con lo puesto. Vivió en una furgoneta mientras estudiaba un máster en la universidad Pompeu Fabra y llegaban los papeles, pero fue un curso de técnica de sonido lo que la reconectó con la escena musical alternativa de la ciudad. Su formación musical (toca el saxo alto, la guitarra y la flauta y compone desde adolescente) le abrió las puertas de la escena independiente, donde le retaron a probar con el ‘drag’.

Capitano Barbaconyo nació en 2019 y, poco después, participó en una de las famosas Drag King Anti-Race de Ken Pollet. Hubo flechazo colectivo y un encuentro feliz con una comunidad de la que Capitano ya forma parte. Imposible llamarle personaje: los ‘kings’ no son una ficción. Si acaso, una autoficción. “Yo tampoco lo llamaría un personaje –admite–. No es un papel, sino esa versión de mí que habría crecido en una sociedad donde no hubiera tenido que reprimir mi parte masculina. Te cuento algo: en la guardería, intentaba hacer pis siempre de pie. Tenían que llamar a mi padre para que viniera a recogerme porque me había mojado completamente los pantalones. Creo que Capitano Barbaconyo ha sido un desarrollo lógico de mi camino. Me permite ser como me siento”.

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Marcus Massalami: "Pretendo poner en valor las cosas buenas que tiene la masculinidad”

el 'drag king' marcus massalami
El ’drag king’ Marcus Massalami.

En Madrid, el rey referente para todos los ‘kings’ que empiezan a investigar la masculinidad es Marcus Massalami, embarcado hoy junto a Sara Rodríguez, creadora de la plataforma Drag King España, en la expansión del universo ‘drag king’ más allá de la noche. Markus es el proyecto de Melisa Meseguer, enfermera hasta hace nada y actriz que se tiró a la piscina ‘drag’ en 2019, en un concurso en el barrio madrileño de Chueca. Lo ganó. Y eso que era el único rey de la competición (y de la ciudad).

“Entonces no tenía referencias. Y recibía muchísima violencia de género, porque no hace ninguna gracia que una mujer 'performe' la masculinidad, algo que se supone está por encima de ti y es inalcanzable. La mayoría de las noches me volvía llorando a casa porque la gente ni se giraba: me daba la espalda para no tener que verme. No tenía que abrir la boca: mi sola presencia era disruptiva. Creo que por eso me gusta tanto llevar el espectáculo a lugares que no son ‘queer’, donde no sé qué tipo de gente va a acudir. Me expongo a más violencia, pero el impacto es enorme. Y me ha permitido investigar cómo sortear ese rechazo visceral para que llegue el mensaje: llevando mi personaje a un sitio de amabilidad, de comedia, de diversión. Yo también me lo tengo que pasar bien, porque si no es muy doloroso”.

Conviene explicitar el mensaje, porque hay quien ante un 'show' ‘drag king’ queda tan noqueado que no entiende nada: “Mi objetivo es mostrar cómo se puede hacer de la masculinidad una fantasía, a pesar de toda la carga de agresividad, presión y violencia que conlleva. Pretendo poner en valor las cosas buenas que tiene la masculinidad”, explica Melisa.

De hecho, Marcus Massalami es un seductor pelo en pecho con pinta de pirata que, además, toca el violín. Francamente irresistible. “Los ‘drag kings’ recibimos muchas críticas por no estar ‘tan producidos’ como las ‘drag queens en términos de maquillaje –desvela Melisa–. Pero, para mí, utilizar un producto tan asociado a lo femenino para transformar la masculinidad tiene un punto más de valor. Es mucho más difícil convertir la masculinidad en un artificio”.

El maquillaje es una cuestión no menor que se trabaja en solitario y frente al espejo, gracias a tutoriales en YouTube, o en talleres como los que convoca Drag King España. “La mayoría de la gente viene a tener la experiencia, pero se abren muchos melones en el proceso. Por eso nos esforzamos mucho en acompañar esos procesos y que nadie los viva en solitario”, explica Melisa.

En estos talleres y la comunidad que van generando ha encontrado otra dimensión de lo ‘drag’ que trasciende el puro 'show'. “La vivencia ‘queer’ de no encajar implica un componente de exclusión social muy fuerte. Es muy bonito cuando dejas de sentirte aislada socialmente”, dice.

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Chile Güero: "El ‘drag’ me salvó la vida en más de un sentido"

el 'drag king' chile güero
El ’drag king’ Chile Güero.

Chile Güero también forma parte de la comunidad creada por Melisa y Sara, pero su proceso forma parte de una revolución personal total. En 2019, Chile se trasladó de Ciudad de México a Madrid por amor. Menos de dos años después, tras superar una ruptura y una experiencia traumática en su trabajo, se encontró inmersa en un proceso de reorientación sexual y exploración de su género a través del ‘drag’.

“Vengo de una familia cristiana evangélica muy estricta, así que no disfruté de un ambiente seguro para explorarme. Al trasladarme a Madrid pude descubrir cosas de mi pasado con las que no estaba cómoda. Por ejemplo, cómo me sometía en mis relaciones de pareja. Luego, debido a ese episodio grave de misoginia y violencia machista que sufrí, sentí que directamente se me castigaba por ser una mujer. En más de un sentido, el ‘drag’ me salvó la vida. No es un cliché. Me dio fuerzas y esperanzas, que es lo que necesitas cuando estás tan abajo para darle la vuelta a la situación”, relata.

El nombre de Chile Güero viene de una guindilla amarilla típica del norte de México. “En el 'show' explico que es la más picante del país, aunque en realidad no es así. Pasa lo mismo con los típicos ‘chavos’ mexicanos: se creen mucho más de lo que en realidad son”.

Chile actúa una o dos noches de la semana en varios locales de Madrid: no está nada mal para un ‘drag’ casi novato. Además, ha dejado el marketing y se inicia en la barbería. “Lo que busco en la masculinidad es que me respeten –confiesa–. Necesito tener estas características porque me dan poder y me hacen sentirme mejor. Pero, además, trabajar como transformista masculino me ha ayudado a reconciliarme también con mi parte femenina. En realidad, al final estás jugando todo el rato con las dos energías y la clave está en encontrar un equilibrio. El personaje te permite explorar cosas que puedes llevar a la vida fuera del ‘drag’. Pero tampoco hay que idealizar el ambiente ‘queer’: también ahí encuentras mucha misoginia”.

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