Siempre que digo la frase “soy bisexual” me encuentro con una mirada estupefacta, y cuando el interlocutor es un hombre heterosexual, me topo con dos reacciones que en ocasiones, están inevitablemente interrelacionadas. Para comenzar, mi performatividad de la feminidad hace que haya quien considera imposible (y no duda en hacérmelo saber) que yo pueda estar con mujeres. Para continuar, no es extraño que advierta cierta lascivia repentina en la mirada, pues una bisexual pasa de forma inmediata a ser una firme candidata a un trío. Tu orientación es instantáneamente sexualizada.

"Las bisexuales sufren tasas más altas de abuso sexual y violación que heterosexuales y lesbianas"

El vicio y la promiscuidad rodean siempre a la bisexualidad en el imaginario, y hay a quienes les parece impensable, inaudito e inadmisible que una mujer bisexual no quiera tener sexo en todo momento. Desafortunadamente, la hipersexualización a la que somos sometidas es la causante de que las agresiones sexuales e incluso el aumento del control por parte de la pareja, ante la creencia de que la bisexual es por norma infiel, son especialmente acusadas en mujeres bisexuales. De hecho, como refleja Elisa Coll en ‘Resistencia bisexual’, el National LGTBQ Domestic Violence Capacity Building Learning Center, tras haber hablado con diversos grupos de discusión con mujeres bisexuales supervivientes de violencia doméstica, descubrió que sentían que sus parejas abusivas perpetuaban la violencia a causa de la amenaza que su sexualidad despertaba. Las bisexuales sufren tasas más altas de abuso sexual y violación que heterosexuales y lesbianas.

Como explica la Dra Julia Shaw en ‘Bi: The Hidden Culture, History and Science of Bisexuality’, la hipersexualización de la bisexualidad hace que la gente se tome grandes libertades a la hora de hablarte, de tocarte y de sexualizarte. Por eso es esencial rompamos los estereotipos sobre la bisexualidad, y para hacerlo, hay que visibilizarla.

La maldita bifobia y la importancia de los referentes

Ha sido al escribir este texto cuando me he dado cuenta del demoledor poder de la bifobia, pues pocas cosas hay más agotadoras que la sensación de no pertenencia a la comunidad y la negación de tu identidad autopercibida. “Freud decía que todos somos bisexuales”, me dijo en una ocasión una amiga sin motivo alguno, como si necesitara recurrir a alguna frase digna de galleta de la suerte o de bolsita de té para salir airosa de la conversación. Me hizo pensar en esos momentos en los que le digo a alguien que soy diabética y me suelta: “¡Como Belén Esteban!”. Supongo que hay que buscar siempre aliados en la cultura pop y en la historia para que tu existencia tenga cierto sentido… Y eso, por cierto, es por lo que también es necesario no sólo hablar de bisexualidad, sino contar con referentes. Pero como recoge ‘Invisibilidad Bisexual: Impactos y recomendaciones’, un análisis del Comité Asesor LGBT+ de la Comisión de Derechos Humanos de San Francisco y de Linda Susan Ulrich, los bisexuales se encuentran borrados de la historia. "Muchos de los famosos, tales como Marlene Dietrich, June Jordan, Freddie Mercury, Eleanor Roosevelt, y Walt Whitman, han sido etiquetado como gays o lesbianas por sus relaciones del mismo sexo. Sin embargo, sus relaciones a largo plazo con compañeros de sexos diferentes se ignoran o su importancia es minimizada. Esta falta de respeto a la verdad de sus vidas en aras de una concepción binaria de la orientación sexual".

Según los últimos estudios de Gleeden, si no existieran condicionantes morales, culturales o religiosos, todas las personas podrían ser bisexuales. Silvia Rúbies, responsable de comunicación de la plataforma, señala que “en la actualidad, dado el auge de contenidos audiovisuales donde el eje principal es la apertura sexual, nos encontramos ante una realidad en donde la bisexualidad se visualiza de forma expansiva, ya desde la adolescencia. De hecho, a la práctica totalidad de personas encuestadas (96%) le parece muy bien la bisexualidad y no la condena".

Volvamos a la frase de Freud, porque pocos saben al repetirla que en realidad, no la dijo en un sentido positivo, pues consideraba que ser bisexual siendo adulto era erróneo. La alusión al rey del psicoanálisis no es la única perla que me han soltado. Cuando le comenté a una compañera de trabajo, al inicio de mi (ex) relación, que estaba saliendo con una mujer, su comentario me sorprendió. “Yo también he estado con mujeres, pero en la universidad, cuando hay que hacerlo, cuando tienes edad de experimentar y no te apetece ser fiel”. Una vez más, la bisexualidad es retratada como ese coqueteo adolescente con las mechas caoba, y en sus palabras se escondía otro estereotipo tóxico habitual: el de que las personas bisexuales no podemos ser monógamas y no somos de fiar en las relaciones. Creedme cuando os digo que una, que lleva con tanto orgullo su bisexualidad como sus cuernos, puede decir que no ha sido precisamente ella la que ha jugado fuera del equipo…

"Salir con una mujer, para muchos, es una vía de escape cuando te ha ido mal con los hombres"

No había tenido una relación sentimental con una mujer hasta hace unos años, y entonces me encontré con el habitual repertorio de comentarios. Salir con una mujer, para muchos, es una vía de escape cuando te ha ido mal con los hombres, como si fuera un experimento para descubrir una intolerancia alimenticia. "¿Te han sentado mal los macarrones? ¡Prueba con el trigo sarraceno! ¿Lo has dejado con Jorge? ¡Prueba a salir con Marta!".

En realidad, tampoco encontré facilidades con mi pareja, porque durante toda la relación, se sentía intimidada ante la ridícula creencia de que en cualquier momento, me abalanzaría sobre un hombre, algo que por descontado no hizo más que llenar la convivencia de señales de alarma. Me sentía culpable al pensar que un hombre era atractivo, por lo que intenté ir con los ojos entornados por la vida y al hacerlo, sin darme cuenta, me invisibilicé a mí misma. No quería mirar, pero tampoco que me miraran. Me sorprende ahora no haberme dado cuenta de que esta reacción no es diferente a la que tiene lugar cuando temes que tu novio se enfade porque hablas con otro. Hay veces que pienso que las ‘red flags’ tendrían que ir acompañadas de altavoces y de alarmas...

"La bifobia te niega, te juzga y te invisibiliza"

La bifobia te niega, te juzga y te invisibiliza. Mientras que muchos hablan de la bisexualidad como de una fase de transición, como quien tras haberse decolorado el cabello, se deja las raíces negras hasta que el pelo termina por ser completamente oscuro. Esta idea la sostienen también muchas personas homosexuales y 'queer', algo que ha empujado a muchas personas bisexuales a sentirse expulsadas de los espacios 'queer'.

"Las personas bisexuales nos sentimos atraídas afectiva y sexualmente por todos los sexos y géneros"

Kate Millet indicó que tuvo que declarar de forma pública ser lesbiana ante sus compañeras feministas, pues pensaban que la bisexualidad era una traición. Es decir: ya no sólo tienes que demostrar que existes, sino que cuando lo haces, molestas… Me doy cuenta ahora de que nunca he salido del armario con mi familia. Sencillamente, un día aparecí en casa con una novia, y ahora, de vuelta en la ¡bendita! soltería, cuando en ocasiones hago mención a algún hombre, en mi familia nadie comenta tampoco nada. Me pregunto si eso me convierte en una afortunada o en una cobarde que huye de las etiquetas. Esta idea es la que me perturba, porque lo que no se nombra, no existe, y precisamente el término "bisexual" ha sido objeto de debate al señalar algunos que refuerza el binarismo. Supongo que el prefijo "bi" no ayuda demasiado. Sin embargo, como explicó en ‘The bisexual option’ Fritz Klein, las personas bisexuales nos sentimos atraídas afectiva y sexualmente por todos los sexos y géneros. Lo dijo en 1978, por si alguien osa acusarle ahora de ‘woke’.

Como señalaba, con esta carta abierta mi cometido no es otro que visibilizar la bisexualidad para que así vayan cayendo esos estigmas y esos mitos que fomentan una violencia específica hacia las bisexuales. Por ello, para terminar, no querría dejar de citar a la activista bisexual estadounidense Robyn Ochs, cuya definición de la bisexualidad me gusta. “La bisexualidad es el potencial de sentirse atraída, romántica y/o sexualmente, por personas de más de un género, no necesariamente al mismo tiempo, no necesariamente de la misma manera y no necesariamente en el mismo grado”.

La bisexualidad NO es una fase. La bisexualidad NO es un privilegio. La bisexualidad NO es una moda

Tras esta definición, ahora voy a intentar decir algunas cosas que la bisexualidad NO es. La bisexualidad NO es una fase. La bisexualidad NO es un privilegio ("¡Puedes elegir a quien quieras!"). La bisexualidad NO una moda. Si voy por la calle de la mano de una chica no soy lesbiana; y si hago lo propio con un chico, tampoco soy heterosexual. Mi pareja no define mi identidad y no tengo que estar justificando constantemente con quién me acuesto o dejo de acostar.

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Marita Alonso

Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.

Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.

Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.