• Los expertos nos cuentan cómo podemos actuar en hábitos de moda, alimentación, residuos y movilidad, y nos explican por qué tiene tanta importancia hacer todo lo que esté en tu mano.
  • Consejos básicos para aprender a vivir sin utilizar tanto plástico.

¿Quién no se ha preguntado, a día de hoy, que no podemos seguir viviendo al ritmo que vivimos? Los recursos no son infinitos, y lo sabemos. Así que el siguiente paso es posicionarte: entre los que hacen algo, o entre los que deciden que lo hagan los demás. "El planeta necesita tres años para producir la materia prima que consumimos en uno. No es sostenible. Tenemos la cuenta corriente en números muy rojos. Hay que adecuar el consumo a lo que puede renovar la naturaleza", cuenta María José Caballero, directora adjunta de Programas de Greenpeace España. "En el momento en el que ya te empiezas a plantear un cambio ya es un paso. Si decides no tener coche, usar placas solares o te conviertes en activista, fenomenal. Pero si cambias pequeñas rutinas que ayuden a la causa, también está muy bien. Lo importante es no quedarse parado", dice María José.

Y es que la ciencia ya ha hablado: tenemos diez años para que la temperatura media del planeta no suba un grado y medio. Y para eso, hay que reducir las emisiones drásticamente (alrededor de un 50%), caminando hacia un año 2050 en el que deben ser cero. Pero el cambio climático es solo uno de los problemas medioambientales a los que nos enfrentamos. El divulgador científico José Luis Crespo (más conocido por su faceta de 'youtuber' como Quantum Fracture), habla de cuatro pilares clave para entender el escenario: el agotamiento de los recursos naturales (el ritmo de pérdida de especies y ecosistemas es el mayor de la historia, con un millón de especies en peligro de extinción, según el IPBES), los microplásticos (que se están fragmentando en partículas micro, llenando los océanos y después, a nuestros organismos a través del pescado que comemos), el tratamiento de las basuras (la acumulación de toda la que no se degrada es insostenible) y el cambio climático, con implicaciones en pilares de la civilización tan importantes como la agricultura.

Cambio climático. "La temperatura del mundo está aumentando desde que los seres humanos empezamos a emitir gases de efecto invernadero –en la Revolución Industrial, y más intensamente desde los años 50, con el petróleo–. Los científicos han medido que desde entonces hasta ahora vivimos con un grados más. El cambio climático ya está aquí, al igual que sus consecuencias: se evapora más agua, las lluvias son más intensas en algunos momentos del tiempo y en algunas zonas, mientras que en otras desaparecen. A temperaturas más altas, las plantas también son menos productivas y puede hacer que muchos cultivos produzcan menos, algo relevante para la agricultura y economía" (José Luis Crespo).

¿Estamos ante el fin del mundo? No. ¿Tenemos todos la responsabilidad de hacer algo? Sí. "No es que el planeta vaya a acabar en llamas en diez años, no hay que ser catastrofista. Pero sí es cierto que lo que dábamos por hecho que iba a estar siempre, que pasaría de generación en generación, ya no es así. Están cambiando los sistemas de todo el plantea y eso tiene repercusiones muy serias", explica el físico y uno de los integrantes de la campaña #TendenciaalCambio de YouTube. Además, el hecho de habitar en un medioambiente 'sano' repercute directamente en nuestra salud (algo que la pandemia por el Covid-19 lo ha dejado aún más claro). "Hay hechos ya demostrados científicamente, como que existen enfermedades que se transmiten por tener prácticas ganaderas intensivas, o que la contaminación de los coches provoca un número de muertes prematuras por su peor calidad de vida. Aproximadamente, 30.000 al año", detalla María José Caballero desde Greenpeace España.

"El planeta no va a arder en llamas en 10 años, pero hay que actuar. Pensábamos que muchas cosas estarían siempre, de generación en generación... y no es así"

Entonces, ¿qué podemos hacer? "Nunca hay que quitar el peso a quienes mueven la política, a las empresas, a los legisladores... Sería injusto, ellos tienen mucha más responsabilidad. Sin embargo, sí es cierto que a nivel individual podemos hacer muchas cosas: como consumidores, comprando una cosa y no otra, estamos lanzando un mensaje que empujen a cambiar las estrategias. ¿Fácil? Ni de coña. No nos tenemos que ir a una cueva a Asturias… Pero sí hay que hacer un esfuerzo e invertir dinero si quieres ser 'eco-friendly'", concluye Crespo.

"Como consumidores tenemos un gran poder: lanzar un mensaje para que las políticas cambien su estrategia"

Recopilamos algunas de esas buenas prácticas de consumo en varias áreas que disminuyen nuestra huella y que actúan en pro de un mundo mejor.

Alimentación: come menos carne

    Hay una afirmación que nos deberíamos grabar en la cabeza: comer carne es un lujo medioambiental. Esta sería una de las conclusiones que sacas tras leer los 'best seller' de Jonathan Safran Foer, 'Comer animales' y 'Podemos salvar el mundo antes de cenar' (ambos de Seix Barral). El autor deja claro respaldándose en datos científicos que no podemos salvar el mundo sin un giro en nuestros hábitos alimenticios, especialmente con el consumo de carne.

    "Si todos dejáramos de comer carne hasta la hora de cenar –o lo que es lo mismo, disminuyésemos nuestro consumo considerablemente–, sería como si la mitad de la población mundial se convirtiera vegetariana", nos cuenta Safran en una entrevista en su visita a Barcelona. La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de menos de 500 gramos a la semana por persona – dos veces por semana aproximadamente–, y que como mucho 200 gramos sean carnes rojas. ¿La realidad? En España somos el país europeo que más carne consume. De media, casi 2.000 gramos semanales según la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC). Es decir, cuatro veces más de lo recomendado.

    En España consumimos unos 2.000 gramos de carne a la semana, mientras que la ONU recomienda 500 gramos

    "La ganadería intensiva es uno de los grandes focos destructores, la industria que más metano emite del mundo e impulsa la destrucción de los bosques. Alimentar a tantos animales conlleva un gasto ecológico muy alto (el pienso, el agua, la maquinaria…)", explica Jonathan Safran (en EE.UU., por ejemplo, un tercio del agua se emplea exclusivamente para esta industria). Su solución no pasa porque todo el mundo se convierta en un estricto vegano, sino que cada uno haga lo que pueda. "Somos seres sociales, y el sentimiento de comunidad es necesario. Si yo cambio mis hábitos influenciaré, de una manera u otra, al que tengo al lado. Esto es una rueda", asegura el activista medioambiental. Los productos de temporada, locales y ecológicos, se convierten en una buena opción.

    "Si yo cambio mis hábitos influenciaré al que tengo al lado. Esto es una rueda"
    Tip científico. "Hay que ver cuánto alimenta cada producto versus qué coste medioambiental ha tenido. Cuando se estudia esto, qué alimentos son los que más CO2 producen respecto a las calorías que te aportan, te das cuenta de que los productos de origen vegetal son los que más calorías te aportan respecto al medioambiental", concluye. ¿Algunos ejemplos? Producir tofu es dos veces más costoso que el trigo, las manzanas o las patatas. La carne de pollo es cinco veces más costosa que el tofu y la de ternera, diez más que el pollo" (José Luis Crespo).

    Disminuye la compra de ropa

    Sé sincera: ¿cuántas cosas de las que tienes en el armario no utilizas? Hay estudios que hablan del 70%. Producir prendas es también costoso para el medio ambiente: para hacer una camiseta se utilizan unos 2.700 litros de agua, mientras que para confeccionar un vaquero se gastan 7.500 litros (el equivalente de lo que bebe una persona de media en 7 años), según la OMS. El CO2 que genera esta industria, las condiciones en las que están trabajando las personas, o los químicos que se tiran a los ríos y pasan por multitud de poblaciones serían otros factores a tener en cuenta antes de quemar tarjeta en las tiendas.

    Brenda Chávez, periodista y autora de libros como 'Tu consumo puede cambiar el mundo', y referente del consumo responsable en nuestro país, arroja datos claros: "la moda es el segundo sector más contaminante tras el petróleo, y el segundo más demandante de agua. Los residuos textiles, además, son altísimos: 376.000 toneladas en España, 2,3 millones en EE.UU. o 20 millones en China. ¿Lo peor? Más 12,4 millones se tiran a la basura solo con seis usos", aclara.

    La moda es el segundo sector más contaminante tras el petróleo

    "El primer gesto fue preguntarme '¿para qué lo necesito?'". Y eso fue transformador, dejé de consumir mucho, yo no tengo más de cuatro pantalones por temporada", nos cuenta Carol Vázquez, diseñadora de moda y directora sostenible de Ecoalf, una firma que recicla neumáticos o plásticos de botellas de agua (PET) en prendas (el 70% de su colección viene de reciclados, y un 30% de materiales sostenibles), y aboga por confeccionar siendo lo más respetuosos posible con el planeta y las personas.

    '¿Para qué lo necesito?' Hazte esta pregunta cada vez que vayas a comprar algo

    Tip 1: alarga la vida de las prendas

    Una de las reglas de oro es la durabilidad. Alargar todo lo posible la vida de tus piezas es el principio del 'slow fashion', todo lo contrario al 'fast fashion', que promueve el consumo rápido y sin previa meditación. "Repara, reutiliza, recicla ropa… Cuanto más alarguemos la vida de tus prendas más sostenibles estamos siendo. No hay prenda más sostenible que la que no se ha fabricado", argumenta Carol. ¿Algo que NO deberíamos hacer? Consumir prendas de mala calidad. "Las prendas de ‘usar y tirar’ son lo peor, lo que mueve y hay tras este el concepto es negativo. Cuando la calidad es muy baja, con precios ínfimos, son piezas hechas con fibras que tienen un alto impacto, que no pasan muchos controles medioambientales. Además, cuando la empieces a usar, te va a dar mal resultado y no se va a poder reciclar, así que no hay nada peor", explica esta diseñadora comprometida.

    "No hay prenda más sostenible que la que no se ha fabricado"

    ¿Fan de las bolsas de tela? Pues ojo, porque su huella medioambiental puede ser mucho mayor que las de plástico. Todo depende de la vida útil que des a tu bolsa. Un reciente estudio alemán concluía que usar una sola bolsa de plástico tres veces produce la misma huella de carbono que usar una de algodón 393 ocasiones. Es decir, para ser ecológicos, deberíamos usar casi durante años la misma bolsa de tela.

    Tip 2: ¿Cómo hacer una buena compra?

    Las marcas deben ofertar productos mucho más responsables pero el consumidor y, al mismo tiempo, nosotros tenemos que comprar de manera responsable. ¿Cómo? Fíjate en...

      • Los materiales. "No lo es todo pero sí te marca una intención de esa firma. Lo mejor es cualquier reciclado", afirma la experta. ¿Otras opciones? Las fibras orgánicas (algodón orgánico, lino orgánico…), materiales de origen celulósico (es decir, que viene de bosques controlados como el Tencel).
      • Los sellos de calidad. Hay certificaciones que ayudan a entender que se ha hecho de manera responsable. "El sello Oeko-Tex garantiza que nada que llevas ha generado químicos tóxicos. En tejidos, las etiquetas Blue Sign o ISO 14001 garantizan una correcta gestión medioambiental. Por otro lado, la certificación de responsabilidad social BSCI garantiza que las personas que trabajan lo hacen bajo unas correctas condiciones", nos cuenta.
      • Los valores de la marca. ¿Qué te están contando como marca? ¿Produce con materiales que nacen en un radio de menos de 200 kilómetros? ¿Recicla? "Vuestros valores deben coincidir. La compra del consumidor es un voto. Al apoyar a una marca responsable, apoyas la sostenibilidad", afirma la diseñadora, que aboga por empresas con una responsabilidad 360 (no solo es sostenible su producto, sino también las condiciones de sus trabajadores, los procesos de sus fábricas, etc). Un organismo que responde esa transparencia y trazabilidad dentro del mundo de la moda es Fashion Revolution, con la diseñadora Gema Gómez como coordinadora en España.

      En B Corp se aglutinan empresas responsables 360 que, a través de su negocio, ayudan a transformar el mundo. Ecoalf, Patagonia, las zapatillas Veja o las mochilas mochilas Hemper son algunos buenos ejemplos.

      Tip científico. "El 'fast fashion' hace uso de fibras sintéticas, las más accesibles y baratas, y uno de los orígenes de los microplásticos. Además, los químicos del mundo textil son muy contaminantes y muchas producciones, deslocalizadas, contaminan puntos del planeta distintos a los territorios que luego consumen esa ropa" (José Luis Crespo).

      Reduce tu plástico

      Sí: los océanos están tan llenos de peces como de microplásticos. "Si tuviéramos que nombrar nuestra era, sería la 'Era del Plástico', afirma el físico y 'youtuber' Crespo. "Para muchas cosas es maravilloso, pero tiene un gran inconveniente: es tan resistente que puede tardar cientos de años en degradarse. Lo único que consigue es fragmentarse en tamaños más pequeños, hasta trozos micra, que son los famosos micro plásticos", explica, mientras afirma que la mejor opción es sumarse a la filosofía de las tres erres: reduce, reutiliza y recicla. "Se trata de minimizar, de aprovechar todo lo máximo posible", concluye.

      Con todo en la vida, cumple con las tres 'R': "Reduce, Reutiliza y Recicla".

      Desde Greenpeace España nos advierten que se han encontrado plásticos en el agua potable de todo el mundo, y que están llegando a nuestra comida y a nuestros cuerpos. "Los productos plásticos, como los envases, utilizan al menos 132 sustancias problemáticas para la salud", cuenta María José Caballero. ¿Uno de sus consejos? Hacer un inventario, "para ver cuánto plástico entra en nuestras casas a diario. Y a partir de ahí, pensar en las opciones que cuidan nuestra salud y la del planeta. Adiós a las botellitas de agua de plástico, a las pajitas, a las bolsas de plástico, a los cubiertos y platos de plásticos o a los productos sobre envasados", ejemplifica. Patricia Reina y Fernando Gómez, autores del blog y libro homónimo 'Vivir sin plástico', nos dieron más 'tips' fáciles aquí).

      Tip científico. "La acción del sol combinada con el oleaje, va rompiendo el plástico y los rompe en estos trocitos pequeños. En el mar llega un pez… Y se lo come. Y ese pescado acaba en tu mesa. Hay estudios que ya advierten de los nano plásticos en nuestro cuerpo. También en el agua, ¡y en la cerveza! No se sabe los efectos en el ser humano, pero posiblemente no serán buenos, de ahí la importancia de la precaución" (José Luis Crespo).

      Muévete y viaja de otra forma

      Nos encanta descubrir mundo y la buena noticia es que no tienes que renunciar a ello. Sin embargo, sí replantearte cómo lo haces. "No hay que promover viajar menos, sino viajar mejor", explica Sito Veracruz, co-fundador de Fairbnb.coop, una cooperativa que ofrece alojamientos legales y éticos (además de donar el 50% de la comisión de servicios a proyectos sociales locales elegidos por los viajeros). Este es solo uno de los muchos ejemplos de que cada vez hay más vías para ser una viajera sostenible.

      Y para moverte en tu día a día, aglutinamos algunos de los 'tips' que nos da Greenpeace España:

      • Evita el avión. "No hay ninguna otra actividad humana que provoque tantas emisiones en tan poco tiempo como la aviación, ya que es muy intensa energéticamente", nos cuentan desde la organización. Así que, ¿por qué no empezar sustituyendo tu vuelo Madrid-Berlín por el tren?
      • El coche VS otro transporte. "Si dejas el coche en casa y vas al trabajo en bicicleta reducirás hasta media tonelada tus emisiones anuales de CO2 a la atmósfera", apuntan desde Greenpeace. Y es que, el coche es el bien de consumo más contaminante que puede tener un ciudadano. La opción es optar por el transporte público o los trenes, que no funcionan con motor de combustión sino con red eléctrica u otros renovables.

      ¿Quieres cambiarte a un coche 'eco'? Los estudios afirman que solo compensa cambiar este coche si ha pasado los 60.000 km. Por otro lado, si te decantas por un híbrido, tendrás que ver si te garantizan un mix enérgico que no emita CO2. "En Australia por ejemplo es mejor un coche con gasolina que eléctrico, porque usan energía eléctrica que viene del carbón", defiende el divulgador científico Quantum Fracture. ¿Lo mejor? Usa una calculadora para saber cuánto te ahorrarías en CO2, y decide.

      Tip científico. El avión contamina con 285 gramos de CO2 por kilómetro y pasajero. El coche emite 104, la moto 72 y el tren 14.

        Hazte tu plan

        Como ves, son infinidad los pequeños pasos que puedes dar para reducir tu huella de carbono. Sin embargo, y tal y como nos contaba Jonathan Safran Foer en esa entrevista de Barcelona, escribir unos objetivos pueden suponer el real principio de todo. "En mis conferencias, cuando pregunto a quién le importa el cambio climático, todo el mundo levanta la mano, pero muy pocos tienen un plan. Un día, una pareja me pidió que firmara, como testigo, su lista para dejar de hacer las cosas como hasta ahora. Ahí me di cuenta que yo no tenía el mío, y esa noche lo redacté. Y aunque no lo cumplas al dedillo, si lo tienes ya has creado una identidad para ti mismo", cuenta.

        Escuchando a Safran, me doy cuenta de que yo tampoco lo tengo. Así que ya puestos, lo he hecho, y lo comparto. ¿Te animas con el tuyo?

        Mi plan para ser un poco más sostenible

        1. Medir la carne que como para no superar los 500 gramos semanales recomendados por la OMS.
        2. Sigo teniendo mucha ropa en el armario, así que seguir llevando prendas a tiendas de comercio donde las reciclan, hasta quedarme con la mitad de lo que tengo hoy.
        3. No comprarme ningún 'trapo' este verano, sino sacar provecho y combinar bien los que ya tengo. Si invierto en algo, que sea de muy buena calidad, enterándome mejor de los valores de la marca que hay detrás.
        4. Cuando haga los viajes a Berlín y a Ámsterdam que tenía en mente a medio plazo, valorar muy seriamente hacerlo en tren.
        5. Hacer algo que pueda ir un poco más allá que los pasos anteriores. En mi caso, servir de altavoz y escribir más a menudo sobre causas que abogan por un mundo mejor.