¿Cuándo sentiste que lo tuyo era realmente la música?
Llegó poco a poco, no como una revelación, sino como una necesidad. Cuando cumplí 21 años y tuve que decidir entre prepararme unas oposiciones de magisterio musical (lo que estudié) o dedicarme a esto, decidí que no podía permitirme no intentarlo.

¿Podrías hacer un balance entre las inquietudes que tenías en tus comienzos y las que tienes ahora?
¡Siempre han sido las mismas! Aprender, escribir, utilizar las canciones como catarsis, emocionarme, emocionar y disfrutar con lo que hago.

¿Qué opinas sobre las expectativas?
Que son un error. Imaginar que algo puede pasar genera un ansia que te puede llevar a la frustración. Prefiero no esperar nada de la vida, así siempre podré sorprenderme.

¿Cuál es tu mayor reto?
Me gustan los retos con la misma intensidad que me atormentan. Profesionalmente, cada nuevo giro que doy a mi carrera lo es.

¿Conciertos en petit comité o en grandes salas?
Reconozco el encanto de las pequeñas salas, pero es lo que más he hecho en mi vida, por eso cuando de repente tocas en una sala grande y la llenas de gente es algo muy poderoso. E intenso. Sucede mucho menos, por lo que me quedo con esos conciertos.

¿Qué es lo que más te sorprende de tu profesión?
Ver los caminos tan bonitos por los que me lleva, las personas tan maravillosas que he tenido la suerte de conocer y el amor incondicional de los fans. Gracias a ellos podemos estar donde estamos.

¿Qué es para ti el éxito?
Meterme en la cama cada noche sabiendo que estoy donde tenía que estar.

¿Qué crees que te queda por hacer?
Muchos discos, giras internacionales y colaboraciones que jamás hubiese pensado.

Un sueño por cumplir.
Una gira extensa por Latinoamérica. Me encantaría.