Domingo por la tarde, nada que hacer y de repente, ¡se te ocurre ponerte a limpiar el armario! Sin embargo, siempre hay algo que no te deja llevar a cabo tus buenas intenciones. Ese jersey que tu madre te compró por tu 15 cumpleaños (y nunca te pusiste), la camiseta de tu primer novio, tu primer par de pitillos (con lo que te costó abandonar la campana…). La ropa no es sólo ropa, también es la manera en que nos expresamos y puede estar llena de recuerdos. Pero si no quieres acabar en las noticias como la vecina con Síndrome de Diógenes, vas a tener que olvidarte de tus emociones y tomar algunas decisiones difíciles. Nosotras te ayudamos.
A la hora de ponerte en frente del armario para evaluar su contenido, hazte estas preguntas (y sé sincera, por favor):
 
1. ¿Te gusta?
Sí: Pasa a la pregunta número2.
No: Deshazte de él. Dónalo, véndelo en Internet, lo que quieras. Pero ha llegado el momento de separaros.*
* Duda peligrosa: “No me encanta, pero está bien seguir teniéndolo”. ¿Por qué? Si no te encanta realmente, nunca te lo vas a poner. Y, de hecho, ese espacio que ocupa en tu armario contribuye a multiplicar el famoso y terrible sentimiento de “no tengo nada que ponerme” que convierte la tarea de vestirte en una obligación en lugar de en un placer.

2. ¿Está manchado?
Sí: Averigua si la mancha se puede quitar fácilmente. Si no, ¿te compensa llevarlo a la tintorería? ¿Realmente allí pueden arreglarlo o es una mancha permanente? Quizá ha llegado el momento de decirle adiós.*
No: Pasa a la pregunta número 3.
*Duda peligrosa: “Ummm… No importa, nadie notará la mancha”. Mentira. Si crees que la mancha se puede quitar, llévalo a la tintorería. Si no, deshazte de él porque no te lo vas a poner: seguramente estés incómoda pensando que todo el mundo la está viendo.
 
3. ¿Está desteñido?
Sí: Deshazte de él.*
No: Pasa a la pregunta número 4.
*Duda peligrosa: “Aunque esté desteñido, aún puedo utilizarlo para estar por casa”. No, no y no. Si es una camiseta o un pantalón corto desteñido, seguro que tienes otros 20 que ya utilizas para estar por casa, sólo te ocupará más espacio. Y si es… ¿un vestido? ¿En serio te lo vas a poner para estar tirada en el sofá? Deja tus sentimentalismos a un lado, y tíralo.
 
4. ¿Tienes pelotillas, está roto o deshilachado?
Sí: Si tú o un sastre podéis arreglarlo, entonces quédatelo y pasa a la pregunta 5. Si no, tíralo.*
No: Pasa a la pregunta número 5.
*Duda peligrosa: “Lo guardo y ya lo arreglaré”. Sé realista. Si no vas a tomarte el tiempo de arreglarlo o de gastarte el dinero para que otro lo haga, deshazte de él. Tranquila, nadie lo sabrá nunca.
 
5. ¿Te queda bien?
Sí: Pasa a la pregunta número 6.
No: Entonces, ¿a qué esperas para deshacerte de él? *
*Duda peligrosa: “Antes me quedaba bien”. Si para que te vuelva a quedar bien sólo tienes que llevarlo al sastre para que te haga un pequeño arreglo, está bien, hazlo. Si es imposible o va a costarte un dineral, ¿en serio te merece la pena?
 
6. ¿Cuándo fue la última vez que te lo pusiste?
Hace menos de un año: ¡Consérvalo! De hecho, es probable que ahora te lo pongas más ya que, después de esta limpieza, ya no tienes tantas cosas en el armario.
Hace más de un año: Si has conseguido pasar las 5 preguntas y te acabas de dar cuenta de que no te has puesto esa prenda hace más de un año, no la tires aún, déjala a un lado. Métela en una bolsa de plástico para protegerla y guárdala en otro sitio, no en tu armario habitual: aún sigue siendo una prenda en perfecto estado, pero no es el momento para utilizarla. Pon la fecha en la bolsa y después de un año vuelve a sacarla. Si crees que no te la vas a volver a poner nunca más, tírala, pero ten en cuenta que la moda siempre vuelve, quizá puedas reutilizarla.*
*Duda peligrosa: “No necesito guardar eso, sé que no lo voy a volver a usar”. No es cierto, sólo necesitas unos meses sin verlo para saber si te gusta de verdad o no.