La primera vez que Janice Joostema, de 21 años, ganó dinero en Instagram fue hace poco más de dos años. Una empresa se ofreció a pagarla por publicar una foto de un té que prometía eliminar grasa abdominal. Ella calcula que ganó entre 500 y 800 dólares por esta foto. En ese momento, Joostema tenía alrededor de 200.000 seguidores y no se daba cuenta de que se estaba convirtiendo en una influencer.

"Nadie tenía una estética en ese momento", dice Joostema, sentada en el estudio de su socio en Yaletown, Vancouver, iluminado por el radiante sol que entra por las ventanas. Ella se está preparando para el rodaje del día, que comienza con su amiga Sara, que la peina a cambio de una mención en Instagram.

"Tal vez deberíamos ondular ligeramente el cabello", dice Joostema. Ha decidido que ese peinado combinará mejor con el traje del día. Joostema llega vistiendo unos Gucci de piel, regalo de la lujosa boutique italiana Luisa Via Roma, un mono negro y un suéter de cuello alto de Romwe que, según dice, es una imitación del diseñador londinense J.W. Anderson.

Una vida de revista

Cuando empezó en las redes sociales, Joostema no lo consideró un trabajo creativo: "Sólo me preocupaba que la foto se viera bien”, afirma. Ahora, trabaja con su novio de 31 años, James Lynch, y su socio, Hourash Falati (que toman las fotos de Janice), todo lo que ella publica forma parte de una estética exigente, que ella describe como neutra pero cálida. Consigue miles de dólares por un solo post patrocinado en Instagram y publica cerca de una docena de fotos patrocinadas por mes, por lo que sus ingresos anuales alcanzan los seis dígitos. Pero, además, obtiene ropa gratis.

No está mal para una chica de Mission, una pequeña ciudad de 36.000 habitantes ubicada en Columbia Británica, que trabajaba en un restaurante local. Ahora comparte una casa con James en Vancouver, donde la ropa llena dos habitaciones, y pasa siete días a la semana trabajando en sus cuentas de redes sociales.

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Mirando las increíbles fotos de Joostema, nadie podría imaginar cómo era su vida antes de convertirse en una influencer. Abandonó la escuela secundaria cuando tenía 17 años, se trasladó a Indonesia para trabajar como modelo y allí sufrió numerosos abusos. La vida de Janice no ha sido fácil.

Su familia atravesaba una situación difícil cuando ella, con 11 años, comenzó a experimentar con el maquillaje y los peinados como hobby. Así escapaba del estrés que sufría tanto en la escuela como en casa. "No puedes pensar en cosas negativas mientras te maquillas", dice Joostema, quien sigue haciendo su propio maquillaje "porque te estás enfocando a un resultado positivo".

Cuando Joostema estaba en secundaria, su mejor y única amiga dejó de hablarle repentinamente. "Le pregunté qué le pasaba y ella me contestó: 'No quiero ser tu amiga porque eres rara", dice Joostema. "No lo entendí." Un día después de esa conversación, un grupo de chicas le lanzó sándwiches y huevos de Pascua podridos.

Joostema abandonó la escuela cuando sólo quedaba un semestre para terminar el curso y comenzó a trabajar como recepcionista en Vancouver. Durante ese tiempo, empezó a tener algo de éxito como modelo a través de Facebook y estaba buscando un fotógrafo profesional cuando un amigo le presentó a Lynch, un fotógrafo aficionado que trabajaba como director de marketing en una empresa de moda. A partir de entonces los seguidores de su cuenta de Instagram se dispararon.

Mientras que Joostema parece una estrella de cine, Lynch es mucho más modesto. Viste una sudadera con capucha y pantalones vaqueros negros. Actúan como una pareja que ha estado junta durante mucho tiempo: él sabe dónde encontrar las cosas en su bolso, ella le llama "bubba”... Aunque viven juntos, trabajan juntos y están juntos a todas horas, parece que no se asfixian el uno al otro. Lynch es un asesor de confianza, y aunque admiten que se pelean por el fuerte carácter de Joostema, mantienen una amistad que sostiene todo lo demás.

Los dos admiten que se sintieron atraídos por el físico del otro (ella por sus ojos verdes y tatuajes, y él por todo en general). Sin embargo, Joostema asegura que lo que más le gustó fue la estabilidad de Lynch. 

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Varios meses después de conocer a Lynch, Joostema decidió mudarse a Indonesia para seguir trabajando como modelo. Una amiga la había puesto en contacto con un agente de Toronto que trabajaba en Yakarta, y Lynch le brindó todo su apoyo. Incluso pidió a sus hermanas, que son abogadas, que revisaran sus contratos. A pesar de esta ayuda, Joostema describe su experiencia en el país asiático como "terrible".

"Me dijeron que debía perder más peso, que no comiera nada", recuerda. "Me dijeron que vomitara". Durante su estancia en Indonesia perdió vario kilos.
Un día, mientras hacía ejercicio, Joostema se dislocó la rodilla. La llevaron a un médico que frotó un "ungüento de abeja" en su rodilla hasta que ella se desmayó.

Su agencia pagó las facturas médicas, incluyendo el seguimiento semanal con ese mismo médico, con el dinero que ella había ganado trabajando como modelo. Enferma y sin dinero, Joostema decidió dejar Yakarta. "A menos que seas Kendall Jenner, es prácticamente imposible trabajar como modelo porque te tratan como un objeto". 

Su primera mención de una cuenta importante vino de Anastasia Beverly Hills. En ese momento, Joostema se inscribió en el LaSalle College para estudiar diseño de moda. "Me sorprendió mucho que mi maquillaje fuera lo suficientemente bueno para estar en esta página", dice Joostema. Gracias a esa mención, consiguió ganar 8.000 seguidores. Desde entonces, la mitad de las fotos que se hacía tenían el objetivo de conseguir menciones y decidió centrar en Instagram su carrera a tiempo completo.

Ahora, el día día de Joostema se centra en esta actividad. Antes de una sesión, planea todo minuciosamente. Mira con atención cada detalle para asegurarse de que una foto tenga la repercusión adecuada la siguiente semana. Si tiene que hacer un post patrocinado de un pintalabios rojo, por ejemplo, comienza a trabajar en rojo las seis fotos que conducen a ese post para conseguir una integración visual impecable.

El día del lanzamiento, se despierta, toma un gran desayuno mientras se maquilla, y luego sale a explorar una localización adecuada con Lynch o Falati. Si hay un coche feo en su ubicación preferida, buscan otro lugar para hacer las fotografías. El 'shooting' suele tardar menos de una hora y después Joostema edita las imágenes usando FaceTune, VSCO y Darkroom.

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Joostema nunca diría a los aspirantes a 'influencer' que no intenten hacer lo mismo que ella para ganarse la vida, pero admite que tenía dos claras ventajas cuando empezó: un novio fotógrafo con experiencia en el sector de la moda que estaba encantado de ayudarla, y una entrada temprana en Instagram. Ahora es más difícil que nunca ganar seguimiento, incluso si te comprometes a publicar tres veces al día.

Joostema, Lynch y Falati saben que si Janice quiere mantenerse en las redes sociales, tendrá que encontrar una forma de convertirse en Janice Joostema, Sociedad Anónima. De hecho, ya están planeando la forma de diversificar su plataforma a través de un canal de YouTube y un sitio web al que se puede acceder a través de Instagram. También está buscando ingresos no ligados al contenido patrocinado.

Aunque su trabajo es glamouroso, Lynch y ella saben que no deja de ser un trabajo. "En cada sesión y rodaje tienes que darte por completo", dice Joostema. "El otro día, yo estaba demasiado cansado, no estaba motivado, pero había grabado un video de YouTube y eso me aporta fuerza mental porque me da la sensación de que he aprovechado el día", continúa Lynch. 

A pesar de que la reconocen por la calle y tiene más tirón que muchas celebrities, no se considera una de ellas. "Yo soy famosa por el seguimiento que tengo en Instagram. Pero Instagram puede desaparecer y entonces, ¿qué eres?", reflexiona.

De: Cosmopolitan

Vía: Cosmopolitan US