El té es una planta milenaria sobre la que se suele hablar mucho pero no se sabe tanto. Una bebida que parece que se descubrió unos 5.000 años a.C. (no existe una evidencia oficial de su aparición y uso), con cinco países como grandes productores (China, La India, Japón, Taiwán y Sri Lanka) y que no llegó a Europa hasta el s.XVII aproximadamente. 

Hoy en día es la tercera bebida más popular del mundo (después del agua y del café), y muchos la consideran un elixir para la salud.

Apunta estos datos, ¡y ríndete a los encantos del té!

1. Todos los tés provienen de la misma planta. Concretamente, de la Camelia sinensis, de la familia de las camelias. Eso sí, la calidad de los tés son muy diferentes entre sí: los que están fabricados con los brotes y hojas de arriba (en la imagen, 'Flowery orange pekoe' y 'Orange pekoe') son de suprema calidad, y según va descendiendo la altura de las hojas, disminuye también la calidad del té.

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2. Solo hay 6 tipos de té. Todas las cartas de té que has leído (con infinitos nombres distintos) son mezclas no un té en sí mismo. Tan solo existe seis grandes tipologías (de lo que deriva todo lo demás), y se clasifican según su grado de fermentación. De mayor a menor: té blanco, verde, oolong (azul), amarillo, rojo y negro. Y es a partir de aquí, cuando se hacen infinidad de mezclas y sabores.

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3. Antiguamente se creía que tenía poderes curativos. En China, por ejemplo, creían que te podía salvar de un envenenamiento. A pesar de que a esta planta se le atribuyen decenas de poderes curativos, la ciencia solo ha demostrado que sí tiene un poder antioxidante (¡y ojo, el mismo poder lo tiene el té verde que el negro!). Además, es capaz de "activar la mente y relaja el cuerpo" (que es lo que se persigue también con la meditación).

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¿Por qué esto es posible? Gracias a la combinación de dos de sus sustancias principales: por un lado, la teína te despierta; por otro lado, la L-teanina hace que no te excites demasiado, ya que estimula los transmisores cerebrales que inducen a la relajación. A parte de esta mezcla perfecta, la salvación de envenenamientos solo ocurre en las películas de Disney.

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4. La teína y la cafeína es lo mismo. Exactamente la misma molécula. 

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Si lo sabías, enhorabuena, de lo contrario, respira, no eres la única. Explicación: existen dos nombres (cafeína y teína) porque cuando se descubrió la cafeína en 1819 en el café (ya se conocía la teína del té) se pensó, de manera errónea, que eran cosas distintas. Años más tarde, los científicos se dieron cuenta de que se trataba de la misma sustancia, pero estaban tan extendidos los dos conceptos, que todavía hoy cuesta que la gente lo asocie. ¡Ahora ya lo sabes!

5. La invención de las bolsas de té fue accidental. La bolsita que colocas en tu taza para después taparla, no es un formato que se estudiara ad hoc antes de su fabriación. Thomas Sullivan, uno de los mercaderes de té y café más importantes del mundo, enviaba así su té a sus clientes únicamente por temas logísticos: él pensaba que las abrirían, pero los consumidores las consideraron muy útiles, así que no se desprendían de ellas.

6. La creación del té como lo conocemos hoy también parece que fue una casualidad. Decenas de leyendas de China, La India o Japón rodean la naturaleza de esta bebida. Una de las más extendidas cuenta que en China, el emperador Shen Nung descansaba bajo la sombra de un gran árbol (de té), y el viento hizo que unas hojas cayeran sobre la vasija de agua caliente que sostenía con sus manos (él mismo había estipulado en su mandato que todo China debía beber el agua previamente hervida, para evitar la contaminación). El agua se convirtió en un líquido dorado y el aroma embriagó a Shen Nung, que gritó 'T'sa' (que significa "lo divino"). Para mucho, este es el origen del té.

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7. El té no es lo mismo que una infusión. Una tisana, una menta-poleo o la manzanilla no son tés. No los confundas: el té proviene de las yemas, hojas y tallos jóvenes de una única planta (Cemellia sinensis), mientras que la infusión se obtiene de cualquier otra planta o hierba.  

8. Los catadores de té lo hacen en porcelana blanca. Los catadores de té utilizan este material para testar el té ya que es el único que te permite ver con claridad el color, además de no interferir en el sabor por su textura no porosa. Así que si tú quieres que nada se interponga en tu disfrute del té, utiliza vajilla de porcelana blanca como los profesionales y a disfrutar del té, como Lady Gaga.

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9. No debes poner el té en agua hirviendo. No existe una fórmula matemática, pero sí se han estipulado unos grados para calentar el agua y unos minutos de reposo aproximados según el tipo de té. Cuanta más oxidación del té más minutos de reposo y más altos los grados. Así, los tés blancos y verdes deben prepararse entre 65 y 75 grados, y con un tiempo de reposo de uno a tres minutos. El resto, entre 85 y 95 grados, y con un reposo de entre tres y cinco minutos. Importante: ¡nunca dejes que el agua hierva! (Es decir, que sobrepase los 100º).

10. En Europa el consumo de té lo popularizó la monarquía. No se sabe si nos llegó el té por los holandeses o los portugueses, porque ambos países mantenían relaciones comerciales con China. Pero lo que sí está claro es que fue la princesa portuguesa Catalina de Braganza quien lo introdujo en Gran Bretaña cuando se casó con el rey Carlos II de Inglaterra. Ella era una gran 'fan' de esta bebida, e invitaba a todo su entorno aristócrata a una taza de té: pronto se convertiría en una tradición entre la clase alta, extendiéndose después al pueblo (aquí está también el origen del famoso tea time).

11. 'The Beatles' también tomaban té. Por último, no puedes obviar este dato: los integrantes de la banda, como buenos británicos, . Aquí tienes a George Harrison sucumbiendo al poder del té.

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Amaya Lacarra

Tras una década escribiendo y entrevistando sobre viajes, cultura y gastronomía en distintas revistas femeninas, ahora dirige el equipo digital de Cosmopolitan. A su especialidad del buen comer o del buen hacer en cualquier recoveco del mundo, ahora se suma la gestión de otros campos como la moda, la belleza o las ‘celebrities’. Adicta al chocolate y a su Navarra natal, estudió Humanidades y Comunicación en la Universidad de Deusto, además de cursar un Máster Oficial de Periodismo de Investigación en la Universidad Complutense de Madrid.