¿Alguna vez has tenido la tentación de liarte a puñetazos? Según la consultor Kantar Worldpanel, casi el 70% de las mujeres afirma que le gusta estar en forma, y según Ingesport (promotora de multitud de centros como Go Fit), la mayoría pedaleamos en una clase de ciclo indoor, o nos divertimos a ritmo de zumba. La realidad es que la clase de defensa personal femenina no es aún la más popular, pero sí engancha a quien la prueba, y es una apuesta muy rentable. Te pone en forma muy rápido y te aporta una destreza que puede sacarte de más de un apuro, en un escenario en el que no está de más ser precavida (el año pasado se registraron más de 142.000 denuncias por violencia de género en España, según el Observatorio de la Violencia Doméstica).

¿Qué tal si plantas cara a la estadística aprendiendo a defenderte?

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Una técnica ancestral
Según Chechu Cabas, coach deportivo (y campeón de judo en España cinco veces), la defensa personal se remonta a la época de los samuráis: estos guerreros ya la utilizaban hace más de dos mil años en Japón para ganar la batalla.

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Hoy, lo que encontramos es "una adaptación deportiva con la que no se busca aniquilar al contrario, sino adquirir una destreza que nos va ayudar a protegernos", cuenta el experto. Existen distintas vertientes basadas en esta disciplina (como la defensa policial o la deportiva-competitiva, que funciona como espectáculo). La femenina es el último grito. "Es distinta, porque está orientada específicamente a las agresiones que pueden sufrir ellas", explica Chechu, fundador del centro de rendimiento Ecosistema Deportivo, donde imparte el curso Mujer, autoestima y autodefensa, basado en esta variante.

Aquí conviven una mezcla de técnicas de distintas artes marciales como el jiu-jitsu, el judo o el taekwondo, y no se piensa nunca en el ataque, sino en aprovechar la fuerza del contrario para nuestro propio beneficio. Una de sus alumnas, Ruth Montero, nos cuenta cómo ha tirado al suelo en sus clases a hombres "que miden 1,90 y con más de 80 kilos, y todo gracias a la inercia que me daba utilizar su fuerza a mi favor", explica. "Lo especial de las artes marciales es la diferencia entre lo que se cree de ellas y lo que son en realidad", relata Eva Calvo, taekwondista española que se llevó la plata en los pasados Juegos Olímpicos, en Río de Janeiro. "Combatimos y hacemos uso de patadas o puños; sin embargo, son deportes en los que desde pequeños se nos educa para no tener malos gestos, para mantener un enorme respeto ante el rival, el árbitro o el entrenador", explica esta joven campeona de 26 años. 

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¿Cómo defenderte en tres situaciones reales?
Una de las principales ventajas de este deporte es que, si en la vida real se te presenta una de ellas jugarás con mucha ventaja, ya que habrás visualizado la situación y sabrás cómo actuar. Aquí tres de las más comunes:

Si te agarran por la muñeca. (1) Intenta poner distancia y librarte de él. Si ves que no puedes, entonces es hora de pasar a la acción. (2) Da una patada en su rodilla y, acto seguido, pon la zancadilla en la pierna que acabas de golpear. (3) De forma simultánea, y usando tu mano libre, da un golpe en la garganta del agresor ¡y echa a correr!

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Si te cogen por el cuello. (1) Trata de que te suelten con tus propias manos para intentar salir de ahí cuanto antes. (2) Si tus esfuerzos son en vano, agarra sus antebrazos para coger fuerza y golpea con un rodillazo sus testículos. (3) Con el impacto, conseguirás que disminuya su fuerza debido al dolor: aprovecha y huye rápido.

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Si te sorprenden por detrás. (1) Si no puedes conseguir que te suelten, prepara tus nudillos y da un golpe seco con ellos en su muñeca. (2) Agáchate y coge una de sus piernas lo más abajo posible, cerca del pie. Tira con fuerza para que caiga al suelo. (3) Con una pierna todavía agarrada, da una patada en sus testículos para que se quede dolorido y tú escapes.

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Mujer precavida...
Uno de los errores más comunes es la creencia firme de que no necesitas prepararte porque a ti nunca te va a pasar nada. Fernando Blaya, otro de los expertos vinculados a Ecosistema Deportivo, advierte que, "sin convertirlo en una obsesión, está bien ser consciente de que alguna vez puede ocurrir y que, sencillamente, tú estarás formada para afrontarlo", explica el entrenador. "Yo no me apunté a las clases porque previamente me hubiese visto en una situación de peligro", nos cuenta Ruth. Le llamó la atención que se tratara de un curso diseñado especialmente para nosotras y, después, consideró que era una divertida fórmula de acondicionamiento físico para una persona activa como ella. "Eso sí, ahora sé qué hacer si necesito salir corriendo o cómo pedir ayuda y reaccionar ante una posible agresión, y ya sólo eso da mucha seguridad", declara esta madrileña de 38 años.

Subidón de autoestima
Chechu Cabas, que además de coach deportivo está especializado en neurociencia, explica que en una situación de peligro hay tres posibilidades: la defensa, la huida o el quedarse paralizado. "Lo que intentamos es entrenar las dos primeras y evitar que ocurra la tercera", declara. Una alumna de defensa personal interioriza unas herramientas gracias a la repetición, "para que cree una especie de reflejo condicionado", señala. Es decir, al final adquieres una serie de movimientos innatos, que te salen solos.

A la mejora física se suma la capacidad para gestionar situaciones de miedo o estrés, y la agilidad en la toma de decisiones ("lo haces más rápido y probablemente sean más acertadas", señala Chechu). También es una buena manera de potenciar tu confianza, "ya que sientes que te vales por ti misma", resalta el experto. Por su parte, el coach Ángel Merchán explica que, al tratarse de una actividad de alta intensidad, "el cuerpo libera muchas más endorfinas que con un deporte relajado", justifica. Dichas sustancias son las conocidas como hormonas de la felicidad. "Al principio generan una sensación de placer, pero al repetir el ejercicio con regularidad es cuando ese bienestar se convierte en un buen estado de ánimo generalizado", dice. ¿Necesitas más motivos para unirte al club de la defensa? 

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Amaya Lacarra

Tras una década escribiendo y entrevistando sobre viajes, cultura y gastronomía en distintas revistas femeninas, ahora dirige el equipo digital de Cosmopolitan. A su especialidad del buen comer o del buen hacer en cualquier recoveco del mundo, ahora se suma la gestión de otros campos como la moda, la belleza o las ‘celebrities’. Adicta al chocolate y a su Navarra natal, estudió Humanidades y Comunicación en la Universidad de Deusto, además de cursar un Máster Oficial de Periodismo de Investigación en la Universidad Complutense de Madrid.