Vale, tampoco es cuestión de ser una espartana pero, si repite alguna de estas señales en reiteradas ocasiones (dale como mucho, tres oportunidades), es una cuestión casi de estado que le des la 'palmadita' en la espalda, y le digas (con todo el cariño del mundo): "hasta luego".

1. Solo quiere ir a un restaurante muy chic. Que si la calle Ponzano en Madrid, que si el Passeig de Sant Joan en Barcelona... Le importa más pisar el sitio foodie del que todo el mundo habla (y subirlo a Instagram para alimentar su ego con likes), que preocuparse por descubrir rincones acordes a vuestros gustos culinarios. Ver qué se cuece está bien, pero de ahí a no tener criterio...

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2. Le gustan más los suplementos deportivos que un buen bocadillo de jamón. Nos encanta que se cuiden, pero no que tengan un trastorno obsesivo con la comida. Si vas a su casa y la tiene llena de botes XXL de batidos de proteínas en polvo... ¡Finge una llamada urgente, y sal por esa puerta!

3. Todos los años se va de vacaciones donde 'solo pueden ir los chicos'. Destino: Benidorm, Gandía, Ibiza... Objetivo: cualquiera menos tener una sobredosis de cultura. Mal. 

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4. Fanfarronea constantemente de lo ocupado que está. Sabes que le gustas pero cuando vais a quedar, no puede evitar decir "el jueves está bien, aunque bueno, ando súper liado, tengo una reunión... Pero la puedo aplazar esta vez, tampoco es tan importante..." (bla, bla, bla). ¿Si el jueves es bien, por qué tanta vuelta de chico interesante? Pereza máxima.

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5. Su sentido del humor es para cortarse las venas. Directamente reproduce las bromas de Los Serrano y se siente tan gracioso. ¿Consecuencia? Game over.

6. Imita el símbolo de la paz en las fotos. Y por si fuera poco, aprieta los bíceps, que el mundo entero tiene que ser cómplice de las horas que se machaca en el gimnasio. Entre otras cosas, ¿es un poco 'cansina'  y anticuada esa pose ya, no? 

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7. Con la mínima oportunidad, se quita la camiseta. Ese ansia por lucir pectoral no nos convence. Ya habrá tiempo de sacar pecho... Y qué mejor que a solas, ¿no?

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8. Le cuesta sacar la cartera. No pretendemos que nos solucionen la vida, ni siquiera que nos engalanen con algún detalle en las primeras citas. Pero eso de ir a tomar unas cervezas, y notar a vista de pájaro que tiene el puño cerrado... No resulta de género elegante. ¿Será igual de egoísta en la cama? No corras el riesgo.

9. Solo sabe salir de juerga. Si solo sabe relacionarse con botella en mano, todavía tiene mucho que madurar. Puede ser de lo más divertido al lado de la barra de un bar, pero no puede mantener con él 10 minutos seguidos de conversación interesante un martes por la tarde. ¿De verdad crees que será un chico interesante?

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10. Sus redes sociales están llenas de selfies. A golpe de vista, en su Instagram solo ves una casa: su jeta. O lo que es peor, sus pectorales. O aún más grave, la mayor parte de su cuerpo desnudo. En el ascensor, en el photocall de una fiesta muy molona a la que ha sido invitado, tras la sesión de gym... En fin, que si el nivel de narcisismo sube a niveles insospechados, mejor recurrir al unfollow.

11. En el fondo, considera su pene 'lo más'. Es el súmmum de la idiotez cuando se le ve el plumero en vuestro primer encuentro. Que esté orgulloso de su miembro no es malo, pero que alardee de ello cual pavo real deja bastante que desear (dejará de ser para nosotras un buen fucker).

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