1. Luchar desesperadamente por montar ese mueble de Ikea. Da igual lo que os queráis: buena suerte intentando no perder la cabeza mientras montáis ese maldito sofá Norsborg. Porque a él le pareció buena idea acumular en un montoncito los tornillos como si fuera una ardilla y ahora acabas de pasar media hora buscándolos. 

2. Cuando le preguntas a tu pareja qué quiere para cenar y contesta con un 'no lo sé'. A veces, elegir qué pedir para cenar es más complicado que las negociaciones del Tratado de Versalles (y suele terminar de la misma manera: en otra guerra). Solo que en este caso el desencadenante no es bombardear Pearl Harbour, sino la sencilla frase 'No lo sé'. Si quieres evitar este tipo de discusión, sencillamente di 'tacos' cada vez que sientas la tentación de pronunciar 'no lo sé'. Los tacos serán tu comodín infalible cuando el 'no lo sé' amenaza con hacer de las suyas.

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3. Un viaje en coche que dure más de dos horas. Tras la primera hora, tu coche se convierte básicamente en una prisión de la que no puedes escapar. La primera vez que haces un viaje en coche con tu pareja, no solo te estás comprometiendo a pasar tiempo juntos, sino también a cosas como vigilar el GPS mientras el otro conduce (y que no se te ocurra equivocarte en la ruta marcada...). Si llegáis a vuestro destino de una pieza (sin que ninguno de los dos esté secuestrado en el maletero), enhorabuena. Podéis imprimir un certificado en el que se lea: "Estamos enamorados porque ninguno de los dos ha matado con el coche al otro".

4. Pasar un fin de semana en un hotel sin televisión. Es imposible escapar a tu pareja si ambos estáis en una habitación de hotel sin distracciones. Si eres capaz de sobrevivir a ello sin problemas, has pasado otra prueba en tu relación (puntuación extra si para llegar al destino hay que hacer un viaje en coche... más información en el punto 3).

5. La primera vez que uno de los dos duerme en casa del otro... y trae el cepillo de dientes. Ya sabes, hay una diferencia entre 'hemos tenido sexo, así que me quedo a dormir' y 'he traído mi propio neceser para esta noche'. Lo segundo es más serio porque es menos sexy: piensa en la pinta que todos tenemos cuando nos lavamos los dientes. Y ahora piensa en que eso será lo que veas de tu pareja todas las noches de aquí a que uno de los dos muera (o más, no sabemos a ciencia cierta qué ocurre después de la muerte). 

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6. La primera vez que tenéis una pelea después de haber bebido (sobre algo que ya no sois capaces ni de recordar). Es probable que el motivo de esa pelea sea NINGUNO. Lo único que sabéis es que os habéis gritado durante mucho rato, pasando de ahí al silencio incómodo en el taxi de vuelta a casa (tanto que el taxista tendrá ganar de cobrarte la tasa extra por 'ambiente que puede cortarse con cuchillo'). Después, llegaréis a casa y os gritaréis sobre cosas como el hecho de que los tomates no son frutas (que sí lo son). Lo mismo hasta lo dejáis y volvéis a la mañana siguiente. Ah, la vida.

7. Conocer a sus padres. Hay personas que preferirían conocer a un oso con la rabia antes que a los padres de su pareja. Porque, aunque el oso puede llegar a matarte, al menos no te dirigirá una mirada incómoda durante dos horas seguidas porque SABE que te estás tirando a su hijo/hija. Además, por algún motivo, la mayoría de la gente parece que olvida cómo comportarse en sociedad cuando conoce a la familia de su pareja. Así que, si es vuestro caso y sobrevives a esa broma de mal gusto que tu novio acaba de decir en la cena con tus padres, estáis hechos el uno para el otro.

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8. Ir a una fiesta en la que alguno de los dos no conoce a nadie. Es algo terrible, porque normalmente acabas conociendo a un montón de gente al mismo tiempo, te hacen un montón de preguntas y no eres capaz de recordar el nombre de nadie. Así que acabas solo/a en una esquina y la gente termina pensando que eres un/a rara/o.

9. Mudaros juntos... y decorar la casa. Ya es de por si difícil encontrar el lugar, pero es que además hay que DECORARLO. En primer lugar hay que escoger los muebles y demás artículos (¿creías que era imposible discutir por una sábana bajera? Te equivocabas) y después decidir cómo encajar las cosas que cada uno ya tenía. Nunca comprenderás cuál es el valor sentimental de tu colección de tazas de propaganda hasta que alguien te pida que las tires. 

10. Comprarle un regalo. Si comenzasteis a salir poco antes de su cumpleaños/la Navidad, prepárate para volverte loca. Si eres capaz de comprarle algo bonito (y, sobre todo, si estás lo suficientemente comprometida con la relación como para gastarte bastante dinero en el regalo), es buena señal.

11. Descubrir en vuestra primera compra juntos que os gustan tipos de comida completamente diferentes. Quizá hasta que no vayáis al supermercado por primera vez no caigas en la cuenta de los extraños hábitos de tu pareja. ¿Por qué comería alguien tantos plátanos a la semana? ¿Quién se gastaría tanto dinero en esos filetes de salmón?. Jamás pensaste que una persona podría pasar 20 minutos mirando el estante del tomate frito. Pero resulta que tu pareja lo hace... Y, cuando llegas a la caja, te das cuenta de que ha sustituido tus cereales especiales por unos de marca blanca. SIN AVISAR. Si podéis con esto, podéis con todo.

Vía: Cosmopolitan US