Factores menos evidentes que la falta de sexo, las discusiones constantes o una infidelidad también pueden precipitar el final de una historia de amor. Hay señales inequívocas de que una relación está llegando a su fin, como cuando no te soportas o eres infiel, pero también pequeñas actitudes cotidianas que van terminando con el amor sin levantar sospechas. Si las sabes detectar estas señales a tiempo, puedes terminar la relación con pocos daños colaterales o tomar impulso para volver a luchar por ese amor. 

1/ Hace nuevos amigos. Aunque es cierto que tener cada uno su propio grupo de amigos aporta estabilidad a la pareja, otra cosa es que esas amistades aparezcan de repente y empiecen a ocupar todo el espacio, es decir, que empiece a pasar más tiempo que sus nuevas amistades que contigo. 

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2/  Se le olvida preguntar por cosas importantes. ¿Te has acostado con dolor de cabeza y a la mañana siguiente no te pregunta como estás? ¿o estás nerviosa por algo que va a pasar en el trabajo y a él se le olvida preguntarte qué tal ha ido? 

3/ Vive en el pasado. Los comentarios que dan a entender que cualquier tiempo pasado fue mejor. Es el caso de quienes no paran de recordar a su ex, algo normal si ocurre de vez en cuando, pero no de forma frecuente.

4/ No respeta tu espacio personal. Está bien compartir cama, sofá o mesa de comida. Pero cuando en situaciones de tranquilidad y separación no se cumple la norma subterránea de dejarse en paz, la historia cambia. No se puede estar todo el día encima de alguien.

5/ No traga a tu familia. Si la convivencia en pareja ya es complicada, añadirle una familia política multiplica esta dificultad. Muchas veces, incluir las opiniones de otros es poner más peso sobre nuestras espaldas. Hay que lidiar con ello porque nunca vamos a estar libres del juicio ajeno. Pero cuando es tu pareja la que se olvida de ellos, los ignora o pierde detalles, la relación no va como se esperaba. 

6/ Tenéis opiniones distintas sobre el dinero.  Los conflictos maritales sobre las finanzas en las parejas son más penetrantes, problemáticos y recurrentes, así como más difíciles de resolver, a pesar de que requieren más intentos de resolución que otros problemas. 

7/ Ya no te escucha. Cuando uno ha pasado gran parte de su vida con una persona es fácil creer que sabe la intención que hay detrás de sus palabras. Pero podemos equivocarnos, porque las personas evolucionan, y esos prejuicios continuos torpedearán constantemente la relación.

8/ Se pasa de pegajoso. Tener todo el día encima a su pareja puede resultar agradable al principio, pero si se prolonga en el tiempo puede acarrear dos problemas: que termines hasta o que tu pareja acabe por recriminarte que ese acaramelamiento no es recíproco.