Se deslizan, no quedan bien ajustados, se llegan a romper, provocan la pérdida de la erección… Los preservativos causan, en algunas ocasiones, más de un problema, y quizá por ello y por la (todavía) falta de concienciación cada vez más jóvenes prescinden de ellos, según las investigaciones. Pero ahora, después de casi 100 años confiando únicamente en el látex, los expertos han iniciado varias líneas de desarrollo y abren la puerta a nuevos materiales más resistentes, cómodos y seguros. Estos prometen ser los condones del futuro.

La primera gran revolución apunta al grafeno como material complementario. La Fundación Bill y Melinda Gates dotó a finales de 2013 con 100.000 dólares a la propuesta elaborada por científicos de la Universidad de Manchester y que defiende a este carbono como un elemento más fuerte que el acero, increíblemente delgado y tan resistente como el diamante. Su espesor, comparable al de un átomo, y su capacidad para transmitir el calor, prometen además regalar al que lo porte unas sensaciones más intensas.

El segundo ingenio se apoya en el polietileno y también cuenta con el aval de la Fundación Gates. Este tipo de plástico de alta densidad es, según los expertos del centro Essential Access Health de California, mucho más delgado que el látex y también más fuerte, además de inodoro e hipoalergénico.

También los hay biodegradables. La universidad australiana de Queensland centra sus estudios en analizar una nanocelulosa presente en una hierba autóctona de Oceanía y que, según apuntan en sus primeras conclusiones, serviría para fabricar preservativos mucho más finos y, a la vez, muchos más resistentes a la presión.

Otras líneas se centran en facilitar su colocación. Es el caso del ingenio de Willem van Rensburg, que patentó un nuevo producto, el Rapidom, que facilita de forma significativa este acto: basta un solo movimiento con ambas manos para deslizarlo por el pene, arrastrando el envoltorio desde el glande y empujándolo hasta la base en un segundo.

Aunque quizá el trabajo más ambicioso sea el de los científicos de la Universidad de Northwestern de Chicago, que apuestan directamente por confiar en un polímetro que imite las propiedades de las mucosas pero que no implique la colocación de ningún elemento más allá de esa pomada, para conseguir que el usuario tenga la sensación de no llevar nada ajeno a él. En una línea similar, otros productos como el GirlPlay se basan en aerosoles que, mediante una sencilla pulverización, crean una fina capa de látex en torno al pene, convirtiéndose así en el primer preservativo en spray.

Y todo, con el objetivo de revertir las tendencias que más de un estudio pone de relieve. Según una de las últimas encuestas publicadas en relación al tema, firmada por investigadores de las universidades Pompeu Fabra y la Autónoma de Barcelona, el uso del preservativo entre los jóvenes lleva años marcando una curva negativa: su uso ha pasado del 80,5% en 2004 al 68,3% en 2012, y ello sin implicar necesariamente que los encuestados optasen por otro método anticonceptivo. Tal vez con esta cada vez más prometedora “revolución” terminen para siempre las tentaciones de recurrir a prácticas poco recomendables.