Nos pasamos el día pidiendo perdón: en el autobús, por llegar tres minutos tarde a las cervezas con los compañeros de trabajo… a veces parece que no se acaba nunca. Está claro que nuestras disculpas son de lo más sinceras si hemos hecho algo mal, pero, no siempre te toca asumir la culpa.
De hecho, a veces es mejor contar hasta diez antes de pedir perdón. En esos casos, aquí tienes una solución sutil y eficaz al mismo tiempo, #sorrynotsorry!
1. Por ponerte a ti como prioridad. No te avergüences ni te disculpes por darte el lugar que te mereces cuando toca, todo es cuestión de prioridades. Nadie está diciendo que te saltes el cumpleaños de tu abuela porque te apetece un corte de pelo; no se trata de eso, pero no olvides que necesitas (todos lo necesitamos) tiempo para recargar pilas y centrarte en ti misma. Eso significa que si te encuentras mal o estás ko es hora de descansar, pero de verdad. No es que seas egoísta, es que es primordial hacerlo. (Y créenos, tus amigas te lo agradecerán).
2. Por tener tus propias ideas políticas. Sean las que sean, tienes derecho a pensar lo que quieras. Eso sí, asegúrate de estar bien informada y respeta que los demás también tengan sus propias ideas. (Incluso en Facebook, cuando el pariente plasta que solo ves en Navidades deja caer de las suyas de nuevo).
3. Por maquillarte. O por no maquillarte. Haz lo que más te apetezca, sin importar quién seas ni a qué te dediques. No importa si decides salir de cena con la cara lavada o si vas al gimnasio con el contouring recién hecho, la clave es que te sientas a gusto. Porque, ¿a quién le importa lo que piensen los demás?
4. Por comprarte casi siempre (bueno, ¡siempre!) todo en las grandes cadenas de ropa. Está claro que invertir en piezas buenas (y caras) para tu fondo de armario siempre es una apuesta ganadora, pero no todo el mundo puede permitírselo. Además, ¿quién va a quejarse por encontrar ropa divina y de temporada de Zara y además a una décima parte del precio?
5. Por luchar por lo que quieres. Tal vez quieras un coche bonito (Dile hola al nuevo Seat Mii by Cosmopolitan) o te esfuerces por darle un nuevo impulso a tu carrera profesional. Sea lo que sea, lo importante es que sepas qué es lo que quieres y lo que más te conviene. A partir de ahí, solo tendrás que fijarte objetivos ¡e ir a por todas!
6. Por volverte loca por ese bolso tan caro. Hagas lo que hagas, no dejes que nadie te arruine tus planes. Si realmente quieres ese bolso tan ideal y puedes permitírtelo, ¿a quién narices le importa? No dejes que te juzguen: a los que perjuran que jamás se gastarían tanto dinero en un bolso, pídeles que se metan en sus asuntos (educadamente, eso sí). Disfruta de tu nueva adquisición y lúcela con orgullo. Te lo mereces. (Además, así te darás cuenta de lo mucho que puedes ahorrar si te llevas la comida al trabajo en vez de comer por ahí y te olvidas de coger taxis).
7. Por pedir un aumento de sueldo. Trabajas duro y pagas tus impuestos religiosamente, ¿verdad? Te lo mereces, ¿no crees? Así que no dejes que nadie te haga avergonzarte por pedir un aumento de sueldo. Si no lo pides, nunca lo conseguirás, así que llama a la puerta de tu jefe, entra en su despacho y cómete el mundo. (¡Es una orden!).
8. Por mostrar tus emociones. Ves a aquel señor mayor tan achuchable levantarse en el autobús para cederle su asiento a una chica embarazada y te pones a llorar como una magdalena. Tranquila, ¡no pasa nada! De hecho, es lo más normal, porque eres humana. Demuestras que estás en contacto con tus emociones y eso es sencillamente maravilloso. Ser una mujer fuerte e independiente no está reñido con que se te escape la lagrimita cuando ves a un pobre perrito salchicha intentando subir las escaleras.
9. Por pedir ayuda. Todos nos sentimos perdidos a veces, incluso esa compañera de trabajo que parece que siempre lo tiene todo bajo control. Todos necesitamos algo de ayuda en algún momento, y está perfectamente bien pedirla. Puede incluso que parezcas más segura de ti misma si eres capaz de reconocer que no lo sabes todo. Y no olvides ser agradable cuando alguien te pide ayuda, todos la necesitamos a veces.
10. Por decir que no. Si no te apetece hacer algo, no lo hagas. Tú decides, no te preocupes por decir que no o por lo que piensen los demás. Pocas palabras son tan ponderosas como esas dos letras. No es tan difícil, ya verás; cuantas más veces digas que no, más fácil será decirlo. Y, lo creas o no, eso es bueno.
11. Por ignorar los consejos que no has pedido. Cuando llega el momento de tomar grandes decisiones vitales (trabajo, boda, niños… por nombrar solo algunas), todo el mundo tiene algo que decir. (Sí, mamá, ¡va por ti!) Vale, está bien escuchar sus consejos, pero al final, tú tienes la última palabra.
12. Por terminar con una relación tóxica. Todas sabemos lo horribles que son las rupturas y lo mal que te sientes cuando le rompes el corazón a alguien (a veces es peor dejar a que te dejen). Pero no olvides que es mejor acabar con una relación infeliz que no lleva a ninguna parte que tener que sufrirla indefinidamente. Además, a largo plazo, verás que era mejor dejarle ir, mejor pronto que tarde. (Aplícate el cuento también con las amistades tóxicas, que la vida es muy corta.)
13. Por cantar fatal. Si de algo sirven esas noches locas de karaoke es para darte cuenta de lo maravilloso que es cantar, ya sea en la ducha o, sobre todo, en el coche. Por desgracia, no todas somos Mariah Carey, pero no dejes que eso te frene. Abróchate el cinturón de seguridad, pon la última canción de Adele a todo volumen y deja que la diva que llevas dentro se adueñe del volante. No te preocupes: los amigos de verdad no te juzgarán (y si lo hacen, que cojan el bus).
14. Por ser tú misma. ¿Que tus amigas no se pierden un episodio de First Dates y tú eres más de Narcos? ¿Qué les gusta dormir hasta el mediodía los fines de semana y tú eres de madrugón, ponerte las zapatillas de deporte y salir a correr? Perfecto. Disfruta de las cosas que te hacen distinta, que te hacen ser tú. Si a alguien no le gusta, repite tu mantra favorito: #ThisIsMii. (Uy, ¿pero eso no era un coche?) ;)
