Alrededor de la mitad de la humanidad, cinco días al mes durante aproximadamente cuarenta años, tiene la regla. Y aun así, parece que decirlo en voz alta es una falta de educación, como decir que te has comido un moco o que no te has duchado en una semana. Es una ofensa que pone incómodo a todo hombre en un radio de dos metros de distancia, algo que provoca un sentimiento de vergüenza que nos obliga a pedir un tampón por lo bajini en clase o en la oficina, que luego nos guardamos con mucho cuidado para que nadie lo vea mientras nos escurrimos hacia el baño. También nos obliga a ocultar el origen de nuestro dolor y usar eufemismos como "esos días del mes". Es un constante juego de camuflaje, distracción y dispersión. Somos espías de la menstruación: si nadie nos ve sufriéndola, no existe.

Y es que a las mujeres (cis) nos han enseñado muy bien a ser discretas desde ese fatídico día en el que nos bajamos la bragas para hacer un pipí y vimos el manchurrón rojo. Pero en algún momento tendremos que preguntarnos algo importante: ¿Cómo algo tan natural y, sobre todo, común en la vida de las mujeres puede estar aún sujeto a tal tabú? Desde luego, el cine y la televisión, como herramientas normalizadoras, no han ayudado mucho.

Es hora de decir que tenemos la regla. Sin vergüenza. Y quizás si viésemos a más mujeres haciendo vida normal con ella en las ficciones de las películas y las series interiorizaríamos que es algo normal, algo de lo que se puede hablar colectivamente y con la que se puede convivir sin dramas ni traumas. Desterraríamos bulos dañinos y ese sentimiento de asco hacia nuestros propios cuerpos y fluidos, que en realidad son naturales y hermosos y nos demuestran que estamos sanas. En cambio, lo que hemos tenido todos estos años en la gran y pequeña pantalla son bromas facilongas a costa de la regla, retratos apocalípticos de la llegada de la madurez en forma de baño de sangre menstrual y el constante rechazo de los hombres a cualquier mención sobre el tema. Tabús, falta de representación y miedos innecesarios que es hora de cuestionar.

sissy spacek en la escena inicial de la película carrie
United Artists
Sissy Spacek en ’Carrie’
'Carrie' (1976), de Brian de Palma, fue la primera película de la historia del cine en mostrar de forma explícita la sangre menstrual. Y lo hizo con una escena inicial absolutamente terrorífica: una adolescente está en las duchas del vestuario femenino con sus compañeras, advierte el surco de sangre que le baja por las piernas y pide ayuda de forma desesperada. Su madre, una ultra religiosa, no advirtió a su hija de que este momento llegaría y que no pasaba nada, y por eso ahora Carrie piensa que se está muriendo. La burla y la humillación a la que le someten sus compañeras es solo la primera parada en este filme entre la fantasía y el 'coming-of-age', pero la imagen que deja para las espectadoras es terrible: la llegada de la regla como un momento trágico, la más descarnada representación del paso de la infancia a la adultez.

Lo cierto es que lo del tabú de la regla viene, como buena parte del sistema de valores que hemos heredado hoy, de las sagradas escrituras y la religión. Por ejemplo, el cristianismo consideraba que la menstruación era un castigo divino, la "maldición" que las mujeres tenían que sufrir porque la primera de ellas, Eva, comió de la fruta prohibida en el Jardín del Edén. ¿Cuándo vamos a superar aquello? Literalmente, según cuenta la Biblia (concretamente, en el capítulo 3 del Génesis), Dios le dijo a su primera creación femenina: "Te daré un dolor intenso en el parto, darás a luz a tus hijos con dolor". Y en El Levítico, uno de los libros bíblicos del Antiguo Testamento, se dice: "Todo aquello sobre lo que ella se acueste mientras dure su período menstrual quedará impuro". Impuro no sé, pero manchado seguro.

En otras religiones tienen otras teorías. Por ejemplo, los zoroastrianos asociaban la menstruación con el malvado Dios Ahriman, quien entregó a una mujer (y, al final, a todas) el "demonio de la contaminación", que se decía que debilitaría a los hombres para que no pudiesen luchar contra las fuerzas del Mal. Por eso, en esos días del mes, las mujeres tenían que estar aisladas de todos y nadie las podía tocar. ¿Locuras de los tiempos antiguos? No os creáis: tradiciones contemporáneas de religiones como el judaísmo ortodoxo más radical (como el que vemos en la serie 'Unorthodox' de Netflix) prohíben a las mujeres abrazar o incluso tocar a su marido durante los días de la menstruación, y añadiendo siete días adicionales después. Por si acaso.

Como vemos, lo de que esté mal visto hablar hoy de la regla tiene que ver con que, en el pasado, se consideraba poco menos que un castigo divino por nuestros pecados y, si les apuras, el advenimiento del Anticristo. Es decir, un fenómeno natural femenino que se convierte en otro arma de opresión utilizada para justificar la impureza de la mujer y, en consecuencia, su inferioridad respecto al hombre.

Ahora bien, quizás es que no estamos heredando las creencias menstruales correctas. En comunidades como las de los Cherokee o los Mayas, la sangre de la regla se consideraba una fuente poderosa de energía femenina. Para ellos es casi un superpoder, capaz de canalizarse en rituales mágicos o de ofrecer clarividencia por su conexión con la Luna. Es evidente que hoy día, en las sociedades occidentales, la menstruación está mucho más normalizada y menos sujeta a maldiciones y hechizos divinos, aunque la ficción audiovisual aún no ha sido capaz de asimilarla del todo.

saoirse ronan en 'maría, reina de escocia'
Focus Features
Saoirse Ronan en ’María, Reina de Escocia’
A veces no lo pensamos, porque la cultura popular nos ha enseñado a no hacerlo, pero en las películas de época las mujeres también menstrúan. Así lo vemos en 'María, Reina de Escocia' (2019), de Josie Rourke, donde Saoirse Ronan da vida a María Estuardo con una escena donde vemos claramente su sangre menstrual. Es un momento lleno de naturalidad, de fuerza protectora femenina y también muy significante en la película, donde la importancia del legado de la monarca escocesa es vital.

Hoy, en otras ficciones no tan fantasiosas como las de la Biblia, la menstruación suele utilizarse como metáfora del paso a la vida adulta. De niña a mujer. A la womanhood, que dirían en inglés. No está ligado al pecado, sino al inevitable cambio de vida que todas hemos vivido en la adolescencia. Ese momento en el que toda tu libertad como niña queda limitada a los estándares de ser mujer en nuestra sociedad. Cuando la ropa que te pones, cómo te arreglas el pelo o cómo te relacionas sentimentalmente con los demás empieza a ser una cuestión de Estado. El escrutinio empieza, y nunca se irá del todo. Sí, puede verse como un cambio traumático, pero, como escribe Desirée de Fez en su libro 'La reina del grito', los referentes que nos infundieron miedo o inseguridad se disipan cuando nos damos cuenta de que es la vida y nada más:

"Mi menstruación había sido eclipsada por mi estilismo. La película de Brian de Palma ['Carrie'] me había provocado un miedo atroz a la regla, al que habían contribuido las caras de circunstancia de mi madre y mi vecina. Pero la realidad me había demostrado que no era para tanto, que si un chándal fucsia podía robarle el protagonismo, era porque, en realidad, se trataba de algo completamente normal"

Pero vamos a lo que nos ocupa: ¿Cómo ha lidiado el cine y la televisión con este momento? Siendo un asunto íntimo femenino donde la sangre está involucrada y en una industria (en general) terriblemente masculinizada, pues nos lo podemos imaginar. Desde bromas sobre que nos ponemos muy de mal humor o directamente nos volvemos locas, hasta momentos como el de 'Supersalidos', donde Jonah Hill baila con una chica en una fiesta y le deja un recadito: una mancha de sangre en su muslo. La reacción es inenarrable, la representación perfecta de cómo a los hombres se les enseña a rechazar con desprecio todo lo femenino a no ser que sea en su propio interés. El 'period-shaming' en estado puro.

Por suerte, hay buenos ejemplos. Y cada vez más. Escenas como la que acabamos de comentar son menos habituales en nuestras pantallas, donde la regla ha dejado de ser material de chiste para el espectador masculino y está siendo reapropiada por una nueva oleada de creadoras. Aunque no dejemos de reconocer a las que abrieron un camino de buenas prácticas antes, como 'Mi niña' (donde Jamie Lee Curtis tiene una charla muy sana con un jovencísima Ana Chlumsky) o la muy poco conocida 'Ginger Snaps'.

katharine isabelle en 'ginger snaps' 2000 
TVA International
Katharine Isabelle en ’Ginger Snaps’ (2000).
En la película canadiense 'Ginger Snaps', conocemos a dos hermanas adolescentes que están decididas a ir contracorriente y rechazar todo lo que tenga que ver con la feminidad hegemónica. Pero en un día se dan dos eventos catastróficos: Ginger (la mayor) tiene su primera regla y le muerde un licántropo. Así, la guionista Karen Walton relacionó el fantástico con este rito de paso, la metamorfosis monstruosa con la menstruación, con el ansia de sangre y el deseo sexual como catalizadores. Aquí no es que la regla cause rechazo entre los que la ven desde fuera, sino que crea conflicto dentro dentro de la afectada. Y en ese cambio de perspectiva está la clave de todo.

En una entrevista con The Hollywood Reporter en 2012, el cocreador de 'Dos hombres y medio', Lee Aronsohn, comentó sobre las nuevas mujeres creadoras que estaban retratando historias jamás vistas en pantalla: "Nos estamos acercando a la era de la vagina en la televisión, al punto de saturación de los labios íntimos... Basta, señoras. Lo entiendo. Tenéis la regla". Pues sí, Lee, tenemos la regla, y, en este siglo XXI, las mujeres ya no podemos seguir aceptando que no forme parte de nuestras narrativas. Es completamente antinatural ver el día a día de una mujer sin ver un tampón, una compresa, una copa vaginal o un comentario sobre el dolor de ovarios o los cambios de humor. Quizás los hombres no le den importancia y muchas mujeres ya se hayan acostumbrado a no verlo en la ficción, pero es que no es realista.

Está claro que aún no aceptamos la regla. En 'RuPaul's Drag Race', un reality con 'drag queens' que ha afrontado algunos tabús en sus más de 10 años de vida y que muchas veces cimenta su humor 'camp' en chistes escatológicos y sexuales, censuraron un traje de la concursante Manila Luzon porque mostraba una compresa ensangrentada. ¿De mal gusto? ¿En un programa en el que tres concursantes protagonizaron un 'sketch' en el que comían excrementos? Identificar un proceso natural de las mujeres como algo "de mal gusto" es un poco contraproducente, Ru.

También las redes sociales, que a menudo consideran los pezones femeninos (que no masculinos) inaceptables entre sus contenidos, la regla es algo censurable. Que se lo cuenten a la artista Rupi Kaur, que hace unos años vio cómo Instagram eliminaba una foto suya en la cama con una pequeña mancha de sangre en el pantalón. Luego escribió: "No me disculparé por no alimentar el ego y el orgullo de la sociedad misógina que está de acuerdo con mostrar mi cuerpo en ropa interior pero no con una pequeña mancha de sangre. Cuando sus páginas están llenas de innumerables fotos y cuentas donde las mujeres (muchas menores de edad) son cosificadas, 'pornificadas' y tratadas como menos que humanas". Por suerte, un grupo de mujeres (especialmente en televisión y 'streaming') está luchando para cambiar mentalidades y mostrar la realidad.

ilana glazer con sus pantalones de la menstruación en 'broad city'
Comedy Central
Ilana Glazer en ’Broad City’
La gran conquista de 'Broad City' fue demostrar que también podían existir comedias desatadas y guarras desde la perspectiva femenina. Que el cine de pedos y personas con complejo de Peter Pan no era una parcela exclusiva de la masculinidad. En el episodio final de la tercera temporada de la serie Ilana Glazer (co-creadora de la serie junto a Abbi Jacobson) nos presenta sus "pantalones de regla", esos que ya están manchados de sangre y se pone en esos días del mes para no estropear otras prendas de su armario. La trama del capítulo va sobre encontrar un tampón en un avión, y es un festival maravilloso de chistes (más bien, 'inside jokes') sobre la regla que la normalizan y le quitan solemnidad.

Las series a las que hace ya ocho años se refería Aronsohn eran principalmente las de Whitney Cummings, como 'Dos chicas sin blanca' o 'Whitney', pero ese mismo año ya llegarían otras bastante más potentes y radicales como 'Girls' de Lena Dunham y 'The Mindy Project' de Mindy Kaling, seguidas de otras aún más conscientes, revolucionarias y feministas, cada una a su manera, desde 'Broad City' hasta 'Orange is the new black', pasando por 'Insecure', 'The L Word', 'I love Dick', 'Big Mouth' o 'Fleabag'. Series creadas principalmente por mujeres y sobre mujeres que exploran la vida desde otra perspectiva a la que no estábamos acostumbradas en televisión. No, al menos, con esa capacidad para entrar en los terrenos más controvertidos, inexplorados y únicamente femeninos.

No hay duda de que la televisión está siendo un terreno muy fértil para la normalización de la regla, desde reconocer su existencia como algo que resuena en la vida diaria de las mujeres (Jess de 'New Girl' no entra en lo explícito, pero nos cuenta que 'Dirty Dancing' es su antídoto perfecto para superar esos días) hasta defender algo tan tabú como mantener relaciones sexuales durante la regla (Rachel Bloom le dedica toda una canción en 'Crazy Ex-Girlfriend'), y llegando hasta la naturalización extrema de la brillante Michaela Coel en 'Chewing Gum' y sobre todo 'Podría destruirte', una de las mejores series de 2020.

La pequeña pantalla le pilla la delantera al cine 'mainstream', donde mostrar sangre menstrual igual te cuesta la calificación de 'No recomendada para menores de 17 años', mientras la violencia de las películas de Marvel es perfectamente aceptable para los más pequeños. Las contradicciones de Hollywood. Aun así, se pueden citar películas como 'The Runaways' (cuya escena inicial con Dakota Fanning es toda una declaración de intenciones al respecto), 'Y de repente tú' (donde Amy Schumer, que también ha hecho mucho por la visibilización de la menstruación en su serie 'Inside Amy Schumer', habla de su muy abundante flujo), 'American Honey' (donde vemos a Sasha Lane tirando el tampón a un lado cuando va a practicar sexo) o 'Saint Frances', cuya guionista y protagonista, Kelly O'Sullivan, contaba a The Guardian en relación a la representación de la regla: "Lo mejor de ser una película independiente es que no está filmada por un comité, no tienes que obtener el visto bueno de 100 personas como en una película de estudio o un programa de televisión". Y es que en esa industria más alternativa encontramos muchas más representaciones, pero su incapacidad de llegar a un gran público hacen que su efecto normalizador no sea tan efectivo.

Esperamos que poco a poco todo cambie. La mejor lección que podemos llevarnos aquí se encuentra en una escena de la película 'Mujeres del siglo XX', en la que el personaje interpretado por Greta Gerwig dice sin complejos en una cena que está menstruando. Su madre le dice que no hace falta decir esas cosas en voz alta delante de amigos, pero sí, sí que hace falta. Por eso se revuelve contra esa mentalidad añeja y empieza a repetir la palabra 'Menstruación', animando a todos los demás a que lo hagan con ella. Y ese es el objetivo último: poder decir 'Menstruación' que nadie aparte la mirada o se sonroje. Que sea tan normal como lo es en las vidas de millones de mujeres.

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Vía: ELLE ES