Siempre he pensado que sería bonito tener una familia. En mis sueños, siempre he imaginado a los niños corriendo alrededor de un árbol de Navidad y grandes desayunos los domingos, sentados en una mesa rebosante de comida y amor. Pero, si por alguna razón eso no pasaba, también sentía que sería feliz. Sin embargo, como mujer casada a los treinta y con un trabajo estable, ahora estoy en el punto en el que la gente me pregunta si -o cuándo- esos sueños podrían hacerse realidad.

Aunque es una pregunta molesta (mi útero no es de tu incumbencia), nunca fui especialmente sensible a ella ni tuve una respuesta definitiva. Hay muchas mujeres que por distintas razones no tienen hijos o que se preocupan por si es demasiado tarde para ser madre. Pero por otro lado, muchas de mis amigas empezaron a quedarse embarazadas. Y mi mente empezó a cuestionarse si ahora era el momento de tener una 'mini persona propia'.

Fue entonces cuando, en julio de 2021, el Golfo de México se incendió. La imagen de una masa de agua abierta arrasada por las llamas se apoderó de mi mente, dejándome obsesivamente preocupada por el hecho de que quizá, en un futuro no muy lejano, ni siquiera habrá un mundo al que traer un hijo...

Siempre he sido consciente del cambio climático, pero nunca había sentido este nivel de ansiedad paralizante por ello. El estrés ecológico que ya llenaba mis días ahora también tenía un nuevo campo de juego en mis sueños. Durante semanas, mis pesadillas estaban llenas de mí misma tratando de salvar a un bebé de la devastación de nuestro planeta.

Pasé por varias fases -desde el pánico hasta la etapa de "da igual, todos vamos a morir"- antes de decidir que no podía traer un hijo a este mundo cuando yo misma estaba tan envuelta en el miedo. Entonces me di cuenta de que lo que sentía era algo cada vez más común: la ansiedad climática.

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La ansiedad climática está extendida

Aunque suene triste, no soy la única. La ansiedad por el clima está muy extendida entre las generaciones más jóvenes y la preocupación por la reproducción afecta especialmente a los 'millennials'. Una encuesta de Deloitte confirma que el cambio climático es una de las mayores preocupaciones de los 'millennials', mientras que un informe de Shift Insight muestra que el 74% de los entrevistados se declaran preocupados por las generaciones futuras.

Mila Wood, de 27 años, empresaria de Cambridge, afirma que el cambio climático es la principal razón por la que no se siente capaz de tener hijos. "La gravedad de la situación se hizo evidente hace unos años, cuando empecé a trabajar como voluntaria con refugiados y me di cuenta de que la gente se desplazaba debido al cambio climático, no solo por la guerra o la persecución".

"Lo que más me asusta es seguir por el camino que llevamos", dice. "Ver el número de animales que ahora están en peligro crítico, lo rápido que están disminuyendo las poblaciones de abejas, los microplásticos en el pescado y en nuestros alimentos, el aumento del nivel del mar, la contaminación, la degradación del suelo, la inseguridad alimentaria y la pérdida de hogares y vidas me asustan".

En 2018, un grupo llamado BirthStrike -una unión de mujeres que decidieron no tener hijos para presionar al gobierno para que se tomara en serio el cambio climático- empezó a cobrar fuerza. Aunque ya no está activo, han ido apareciendo otros grupos que ofrecen comprensión a las personas preocupadas por la reproducción en relación con el cambio climático.

"Me ayuda pensar que estamos creando seres humanos increíbles que construirán un futuro mejor"

Alexia Hall, de 35 años, diseñadora gráfica de Kent, tiene dos hijos de 3 y 6 años. Lleva dos años y medio participando en Extinction Rebellion Families -una rama de Extinction Rebellion para padres e hijos- y se siente reconfortada al formar parte de un grupo de padres comprometidos.

"Formar parte de una comunidad que tiene las mismas preocupaciones y que lucha por que los niños tengan un futuro mejor ayuda a mi salud mental", explica. El grupo es activo en línea, a través de una página de Facebook y una cuenta de Twitter, pero también fuera de ella, reuniéndose para hablar de sus preocupaciones comunes. Alexia siente que es su deber preparar a sus hijos para lo que viene. "Esta es la vida que tendrán -luchar por salvar el mundo-, así que me ayuda pensar que estamos creando seres humanos increíbles que construirán un futuro mejor, incluso cuando nosotros ya no estemos".

Sentirse impotente mientras se espera un cambio

Al igual que Mila, muchas personas están tomando la decisión de no tener hijos, no porque no los quieran, sino porque sienten que no pueden hacerlo como consecuencia del cambio climático.

Es el caso de Valentina Fois, de 37 años, jefa de cocina de Londres, que tiene poca fe en los gobernantes. "Es difícil encontrar a alguien que no esté preocupado por el cambio climático. Lo que me asusta es la falta de un verdadero plan gubernamental. No creo que los poderosos entiendan la gravedad de la situación. No me atrevo a creer que el mundo será un buen lugar para las generaciones futuras, lo que no me hace querer traer un hijo a él".

Pero no todo es pesimismo. Sally Giblin, activista climática afincada en Londres y fundadora de Be The Future, una empresa educativa que pretende transformar la ansiedad ecológica en acción, está convencida de que aún podemos cambiar el rumbo de las cosas.

"Necesitamos un lugar para que padres e hijos se comprometan y hagan algo significativo para cambiar esta situación", explica. "Soy una optimista del clima: es importante creer que aún podemos hacer algo. Evito pensar en las posibilidades distópicas. Sabemos cuáles son las soluciones: como padres, podemos tomar medidas para criar a los niños más conscientes del clima que podamos".

Lo que frustra a todos los entrevistados es la falta de un cambio sistémico real. Resulta difícil creer que los políticos se tomen en serio el cambio climático mientras planifican nuevos yacimientos petrolíferos como el ya famoso de Cambo, en el Reino Unido. "Lo que agrava la ansiedad en los jóvenes es el fracaso de los adultos. Ver cómo la gente no actúa", confirma Caroline Hickman, profesora de trabajo social y psicología del clima en la Universidad de Bath y miembro de la junta directiva de la Alianza de Psicología del Clima.

Los estudios demuestran que los millennials y la generación Z son más activos que otras generaciones a la hora de abordar el cambio climático. Según una encuesta de YPulse, el 71% de ellos cree que el cambio climático es una amenaza inmediata para la vida humana y el 59% afirma que ha cambiado su forma de pensar sobre su futuro debido al cambio climático.

Pero también son los niños los que se llevan la peor parte psicológica. Según el Real Colegio de Psiquiatras de Reino Unido, los psiquiatras infantiles de Inglaterra han confirmado que el 57,3% de sus pacientes están angustiados por cuestiones medioambientales. "Esta angustia que experimentamos es aún peor en los niños porque tienen menos poder", dice Hickman, "no pueden votar, tienen menos derechos, menos formas de hacerse oír. Para ellos, es una traición de las generaciones mayores".

"En lugar de proteger a nuestros hijos de cosas aterradoras, ahora tenemos que hablar con ellos para prepararlos para el futuro que van a heredar", continúa Hickman. "Hay que enseñarles a navegar por sus emociones. Pero primero tenemos que hacerlo nosotros".

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¿No tener hijos es realmente una forma de luchar contra el cambio climático?

Antes de la Covid, intentaba activamente reducir mi huella -desde convertirme en vegana hasta dejar de tomar vuelos-, pero un cierre tras otro, mi impulso parecía desvanecerse para ser sustituido por el miedo. Nos bombardean constantemente con imágenes catastróficas y datos aterradores sobre el estado de nuestro planeta, presenciando más lluvias e inundaciones -como las que hemos visto en Alemania y Bélgica- mientras las temperaturas suben sin cesar, pero una hora con Caroline Hickman renovó mis convicciones de que aún hay tiempo para actuar.

No sé si estoy preparada para traer un niño al mundo, pero he cambiado mi forma de ver la cuestión. La decisión no debe provenir de un lugar de miedo, no debe sentirse como el último sacrificio. "Puedes decidir tener un hijo -o no tenerlo- y ambos serían un acto de valentía", dice Hickman. "No hay un bien y un mal. No bases tu decisión en la crisis climática. Debe ser una decisión de amor. Sentirás pena de cualquier manera, así que permite ambas posibilidades y toma la decisión correcta para ti".

Para alguien que experimenta ansiedad por el clima, es difícil mirar el futuro de forma positiva, pero es importante recordar que la crisis climática (por horrible y urgente que sea) no es la única, ni la primera, adversidad que la raza humana ha soportado. El camino que tenemos por delante no es fácil, pero no estamos todos condenados, aunque a veces lo parezca. No tener un hijo o tenerlo son decisiones válidas y ambas pueden ser un acto de rebeldía.

Vía: Cosmopolitan UK