¡Ya está aquí Halloween! ¿Cómo vas a celebrarlo este año? Nosotras aún tenemos que decidirnos por un plan de Halloween, aunque lo que tenemos claro es lo que no puede faltar en ninguno de ellos: un buen disfraz, buena compañía, sustos… y por supuesto, maquillajes y manicuras de Halloween a la altura.

Para esta noche tan terrorífica, no se nos ocurre nada mejor que juntarnos en torno a unas velas con un grupo de amigos y ponernos en plan fantasmagórico, recitando frases de miedo y contando buenas historias de miedo inquietantes para ambientar el ‘mood’. Si a ti también te apetece pasar una noche en grupo llena de misterio y de intriga (y también risas), aquí te dejamos 5 relatos cortos divertidos y un poco inquietantes para celebrar Halloween que puedes contar a tus amigos. ¡Boo!

El viento

Un piso en el centro de Madrid y casi regalado. ¡No se lo podía creer! Sandra casi podía estallar de felicidad por lo bien que había salido su inversión. De amplias dimensiones, iba a ser el hogar perfecto para ella. Todavía no entendía por qué nadie había aprovechado una oportunidad como esa, aunque bueno, los motivos los sabía. Los vendedores siempre habían informado a los interesados en su compra que el piso tenía problemas de corriente. Lo habían intentado aislar de todas las maneras y reformarlo, pero les había resultado imposible descubrir la causa, el hueco por el que el viento soplaba de vez en cuando y silbaba por los pasillos.

Sandra agradecía la sinceridad de los antiguos dueños. A ella, que se oyera un ligero silbido no le importaba. ¡Ya tendría tiempo cuando ahorrase un poco más de hacer una buena reforma! Así pensó en un principio con las ilusiones de una vivienda, pero, pasados unos años, la situación era bastante diferente. Se había dejado un dineral en reformas y en psicólogos, pues lo que empezó siendo una suave brisa y un ligero silbido se convirtió en un viento persistente y molesto que la seguía donde quiera que fuese en el piso. La situación era insoportable.

Una noche, ya cuestionándose si vender el piso o no, veía una película de terror en la que se decía que algunos muertos no abandonaban los lugares donde fueron felices y que se manifestaban de diferentes maneras. Al instante, se le erizó el vello de la nuca, recordando que ese piso perteneció al padre de los antiguos dueños, fallecido hacía años entre esas paredes. En ese momento le dio por mirar al otro asiento del sillón y fue entonces cuando descubrió que lo que soplaba en esa casa no era el viento.

Extraído de 'Cuentos de Tinieblas: Recopilación de relatos y otras historias de terror', de Verónica Monroy Romeral.

Cuentos de Tinieblas: Recopilación de relatos y otras historias de terror

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La cena

Esa noche de verano, de nuevo, iba a disfrutar de una cena estupenda. El amigo de su padre organizaba unas barbacoas de escándalo, y siempre lo invitaba junto con su familia. Sus padres, en más de una ocasión, le regañaban por devorar la comida sin control, pero es que le encantaba comer comer y comer. Una afición que se había traducido en un sobrepeso considerable para su edad.

Pero le daba igual. Ni siquiera la ingente cantidad de empachos que sufría desde pequeño y sus posteriores consecuencias habían conseguido que recapacitara. Por tanto, esa noche no iba a ser diferente. ¡Se relamía con solo pensar en los manjares que el amigo de su padre pondría en la cena!

Estando ya en la finca, la velada se desarrolló como de costumbre, aunque el anfitrión no paró de hablarle en toda la noche.

-"¿Te está usando la comida?", le preguntó, poniéndole su mano en la espalda e invitándole a caminar.

-"Me encanta, gracias", respondió él.

Ambos avanzaron mientras hablaban de los platos que se habían servido, hasta que se dio cuenta de que habían llegado a una zona bastante alejada de la finca. El hombre, con tranquilidad, cerró la puerta de la verja tras ellos y al instante se oyó un ruido que le puso los pelos de punta. En una caseta ruinosa que se advertía a lo lejos, la sombra de lo que parecía un perro gigante se sacudió.

-"¿Quién es?", escuchó preguntar una voz femenina pero muy grave, casi cavernosa.

-"La cena, cariño", anunció, y lo miró con una sonrisa afilada. “No te lo tomes como algo personal. Está embarazada y el médico ha dicho que necesita grasa…”

Extraído de 'Cuentos de Tinieblas: Recopilación de relatos y otras historias de terror', de Verónica Monroy Romeral.

El desafío del cementerio

Varias adolescentes habían ido a pasar la noche en casa de una amiga, aprovechando que sus padres estaban de viaje. Cuando apagaron las luces se pusieron a hablar de un viejo al que acababan de enterrar en un cementerio cercano. Se decía que lo habían enterrado vivo y que se le podía escuchar arañando el ataúd, intentando salir de él.

Una de las chicas se burló de aquella idea, así que las otras la desafiaron a que se levantara y fuera a visitar la tumba. Como prueba de que había ido, tenía que clavar una estaca de madera sobre la tierra de la tumba. La chica se fue y sus amigas apagaron la luz otra vez y esperaron a que volviera.

Pero pasó una hora, y otra más, sin que tuvieran noticias de ella. Se quedaron en la cama despiertas, cada vez más aterradas, hasta que llegó la mañana. Para entonces, la chica no había aparecido. Aquel mismo día, los padres de la chica regresaron a casa y, junto al resto de padres, acudieron al cementerio. Encontraron a la chica tirada sobre la tumba… Muerta. Al agacharse para clavar la estaca en el suelo, había pillado también el bajo de su falda. Cuando intentó levantarse y no pudo, creyó que el viejo muerto la había agarrado. Murió del susto en el acto.

Extraído de 'Tened miedo… Mucho miedo. El libro de las leyendas urbanas de terror', de Jan Harold Brunvand'.

ALBA Tened miedo... Mucho miedo: Leyendas urbanas de terror (Trayectos Lecturas)

Tened miedo... Mucho miedo: Leyendas urbanas de terror (Trayectos Lecturas)

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La Reina de Espinas

La imaginación de Brenda no tenía límites. Por eso, en cuanto conoció la leyenda de la Reina de Espinas se quedó tan impactada que acabó obsesionándose por esa figura. La reina de Espinas era un personaje de una novela de fantasía que le encantaba. Fuerte, segura de sí misma, hermosa… La temían por su carácter y poder, aunque la característica que la representaba, según el libro, se encontraba en el precioso vestido de espinas que portaba siempre.

Un fin de semana en la ciudad de Brenda se celebró una convención de fantasía donde no solo fueron escritores del género, sino también artistas ilustradores. Brenda, acompañada por unas amigas, asistió para que le firmasen su libro. Nada más llegar a la cola de firmas, lo vio: un impresionante póster con la reina sobre la cabeza de la autora, que no pudo dejar de mirar. En él el vestido de la Reina de Espinas lucia precioso, negro con enredaderas y espinas rojas. En ese instante, Brenda supo de qué se disfrazaría en Halloween.

Brenda buscó y buscó hasta que dio con un diseñador excéntrico que usaba materiales naturales y que cobraba bastante. Invirtió todos sus ahorros en el disfraz, y el día de la fiesta, acudió al estudio para ponérselo.

Asistido por su ayudante, el diseñador y él se colocaron a ambos lados de la muchacha, agarrando con guantes por encima de ella el vestido. Cuando contaron tres, lo bajaron con fuerza para encajarlo en su cuerpo. Desde entonces, Brenda ya no volvió a hablar de la Reina de Espinas.

Extraído de 'Cuentos de Tinieblas: Recopilación de relatos y otras historias de terror', de Verónica Monroy Romeral.

El pájaro

Cada vez que iban a casa de sus abuelos tenían que ver alguna película de terror, porque no había nada más divertido que hacerlo en compañía de Casimiro, su simpático loro con el que se partían de risa. Su abuelo, que era un bromista empedernido, había enseñado al pájaro a canturrear cada vez que veía alguna muerte en televisión: “muerto, muerto, mueeerto”, cantaba el loro. De esta forma, sus nietos siempre querían ir a su casa y se tronchaban de risa en el sofá cada vez que Casimiro daba su recital. ¡Hasta el loro parecía disfrutar de esas sesiones de cine!

Conforme fueron creciendo, los nietos dejaron de visitar con tanta frecuencia a sus abuelos, aunque nunca olvidaron al pájaro ni a su particular habilidad. De hecho, incluso en celebraciones más especiales como Navidades, no dudaban en ver algo en la tele, aunque solo fuera un capítulo, donde aparecía algún muerto para reírse. Como era de esperar, Casimiro siempre cumplía.

Fue un loro muy feliz, hasta que el abuelo falleció. Su mujer, que no soportaba sus parloteos, el mismo día del velatorio pidió a uno de sus nietos que se lo llevara de casa, así que Casimiro fue llevado a una nueva casa para convivir con otras personas.

El pájaro no emitió ningún sonido ni durante el trayecto ni una vez en la casa. Sin embargo, pese a que le causaba una pena terrible verlo tan callado, el nieto debía acudir al velatorio para despedirse de su abuelo, por lo que lo dejó en casa y se marchó.

Pasadas unas horas, nada más abrir la puerta del piso al volver, lo oyó. Fue de inmediato a ver a Casimiro, que parecía más animado y alegre. En la habitación lo encontró en la percha, mirando un rincón a la vez que se balanceaba de un lado a otro y canturreaba: “muerto, muerto, mueeerto”.

Extraído de 'Cuentos de Tinieblas: Recopilación de relatos y otras historias de terror', de Verónica Monroy Romeral.