Parece una niña hasta que comienza a hablar y te das cuenta de que tienes enfrente a toda una mujer, con una madurez que se transmite en sus obras y en sus palabras. Escucharla es abrirte la cabeza. Por eso, nos alegra un montón tener a Elizabeth Duval en el estudio para hablar de lo que significa y supone ser una mujer trans. Nos apretamos todo el equipo dentro de la pequeña sala porque todo el mundo quiere escucharla hablar.

Elizabeth Duval se presenta como escritora y mujer trans y lesbiana. La autora de ‘Madrid será la tumba’ , ‘Después de lo trans’ y ‘Reina’ es, además, una prometedora filósofa, una certera analista políticosocial que se ha convertido en ícono cultural. Además de verla con frecuencia en programas de televisión en los que habla de temas de actualidad, es la presentadora y realizadora del podcast ‘La Noria’, en exclusiva en Podimo Spain. Y acaba de ser nombrada portavoz de feminismo de la campaña de SUMAR, liderada por Yolanda Díaz.

‘La Noria’ consiste, básicamente, en conversaciones con distintas personalidades del mundo de la cultura, el mundo de la política, el pensamiento sobre, no tanto ellos mismos, sino grandes temas, o temas sobre los que discurrimos…”, explica y señala un punto importante “que yo esté ahí como conductora del programa , tiene un componente de mayor avance, mayor progreso todavía, que el solamente reducir la cosa LGTB+ a estar todo el rato hablando de temas de identidad”.

Hablamos con ella de lo que supone ser una joven mujer trans. Nos cuenta la absoluta falta de empatía que vivió cuando empezó el tránsito en el colegio en el que estudiaba, “concertado católico”, subraya. “Decidieron no realizar ningún tipo de medida acomodadora y básicamente me invitaron a que me marchara del centro. Me dijo la directora que me marchara en medio del año escolar, prácticamente antes de Semana Santa, haciéndolo ellos, muy buenos cristianos”, explica.

Por fortuna, aunque nada de esto se debería de dejar a la suerte o a la buena voluntad, el instituto al que fue, el IES San Isidro en Madrid, la acogió “con los brazos abiertos” y recuerda los años que pasó allí “bastante felices, no tanto de la gente dentro del instituto pero sí de construcción de comunidad”.

También recuerda el miedo y la angustia cuando se lo iba a contar a sus padres, que reaccionaron como se debería siempre: con puro amor. Ese apoyo familiar ha ayudado a que Elizabeth Duval se haya convertido en una referente, que recibe muchos mensajes de personas jóvenes LGTBQ+. “Muchas son situaciones muy duras, no puedes ni dar un consejo particular, ya que depende, en la mayoría de los casos, de que esa persona, cuente con una red afectiva que sea capaz de sostenerla, casi como una red de seguridad”, explica y reconoce que “por experiencia, tengo que pensar que todas esas situaciones más cruentas, no se si por ser optimista o realista, no tienden a ser horribles eternamente”.

Por eso, su mensaje es de esperanza y recuerda que esas situaciones que pueden ser terribles “disminuyen un poquito e, incluso, pueden llegar a convertirse en positivas”. Pero nos recuerda a toda la gente que “conseguir la energía para salir de ahí, no solamente es cuestión de los individuos, sino sobretodo de la gente que les rodea y puede apoyar. Y yo diría que dentro de eso, lo importante sería buscar precisamente esas redes de apoyo, esa comunidad afectiva, buscar amistades y a gente que le quiera y que, queriéndole, le permita salir adelante”.

Y si una persona te cuenta que es trans o que está empezando su tránsito, sugiere crear “espacios seguros en los que puedan expresarse con libertad, en un proceso que toma tiempo, para que puedan llegar a comprenderse”, siempre teniendo en cuenta “que cada tránsito y cada relación de cada persona con su género, es un mundo. Es decir, no existe un modelo perfecto. Lo importante es permitir esa ventana de tiempo para experimentar y encontrar la manera en que esa persona pueda sentirse más cómoda, tanto con el resto del mundo, como con su propia identidad, es lo importante”.

Como referente LGTBQ+. Elizabeth Duval advierte de que la historia no siempre avanza para bien. “Hay dos componentes muy importantes en los que puede consistir hoy un ataque a la diversidad: por una parte tanto esa represión y violencia más explícita, como por otra parte el silencio. Y el daño que llega a hacer el silencio, y también el impuesto, no tiene por qué ser menor que el que ejerce la violencia. Puede incluso ser su antesala”, señala.

Por eso, alerta: “Cuando vemos aflorar discursos donde se reclama el derecho por parte de los padres a que sus hijos no escuchen hablar en el colegio de lo que es una persona LGTB+, fundamentalmente, lo que eso produce es que si alguno de esos hijos es LGTB+, no va a conocer en el colegio que aquello que le pasa es algo normal. No va a saber que existe gente como él o ella es y, si lo conoce, va a ser solamente de manera peyorativa, va a ser solamente recibiendo mensajes negativos, recibiendo mensajes en contra de aquello que es y acabando con su propia reflexión”.

Para luchar contra ese odio, reivindica el feminismo como herramienta clave. “El feminismo y derechos LGTB+, son luchas que parten de orígenes muy parecidos y han estado enormemente vinculadas. Obviarlo sería no tener en cuenta la enorme cantidad de mujeres que son lesbianas, bisexuales o trans, cómo se interseccionan. La lucha en relación con el género, la identidad, la orientación sexual, por la liberación de las mujeres, tiene que incorporar los elementos LGTB+. Y la lucha LGTB+ no puede hacerse si no es con perspectiva feminista. No me interesa una lucha LGTB+ que, de manera absurda que no llego a concebir, no tenga una visión feminista del mundo”, indica.

Sobre discriminaciones o momentos complicados, recuerda alguno vivido por la calle al ir con otra chica. “Que alguien te grite algo desde un coche, que pase un hombre y mire muy insistentemente hasta que tengas que alejarte. O la implicación constante por parte de hombres que querrían hacer un trío porque consideran que eres objeto de su deseo, más aún si se trata de dos mujeres”, recuerda. Pero dónde más violencia ha vivido ha sido en las redes sociales “tanto por ser una persona trans visible, como por estar en el debate en relación con la Ley Trans”, cuenta.

Los factores por las que la convirtieron en objetivo ‘hater’ fueron varios. “El primero es que hay gente muy valiente para la violencia en redes, que en la vida real es muy cobarde y no se atrevería en ningún momento a hacer o decir lo que hacen o dicen en redes, a la cara. Los ‘haters’ es gente particularmente vehemente y mala, se concentra casi lo peor de cada casa en Twitter. Incluso el propio algoritmo favorece la confrontación y la cultura del zasca y del odio”.

Sin embargo, reconoce vivir en un mundo dual. “Por suerte como la mayoría de veces los ‘haters’ son muñequitos virtuales, el daño que te puedan hacer es menor que el que te haráin en la realidad. Pero siempre se siente como una dicotomía extraña. En un mismo día, de repente en redes me están dando la del pulpo, mientras que por la calle la gente se me acerca extraordinariamente cariñosa y amable… ¿Qué clase de dos mundos en paralelo se construyen, y por qué la gente se ve obligada a sacar su peor lado en redes?”, pregunta.

Sobre la aprobación de la Ley Trans, reconoce que a ella le toca ya tarde, pero espera “que ahorre a otras personas experiencias que yo he podido tener”. Para que nos hagamos una idea, cuenta cuando “pese a tener todos los requisitos y tenerlo todo, cuando cumplo los 18 y hago por primera vez una solicitud [para cambiar su DNI], el juez que me la pospone durante casi un año, por diferencia ideológica con la cuestión”.

Como consecuencia y porque, además cumple años en agosto, “durante mi primer año de universidad en otro país, en Francia, tenía que estar escribiendo a la burocracia universitaria todo el tiempo, para modificar mi nombre en las listas, cuando hacía casi dos años que cumplía todos los requisitos, según la ley restrictiva anterior, para poder cambiarlo”. Una batalla continúa, dura e inexplicable, que puede llegar a afectar a tu salud mental.

Por eso, Duval desea “que cosas así, con la nueva ley no pasen. Para impedir y que no siga sucediendo esa especie de incomodidad con la burocracia administrativa, que al final acaba teniendo un peso o siendo una carga o un lastre sobre la experiencia vital de cada uno. Evitar que en una consulta, te llamen por el nombre equivocado, las humillaciones públicas que también puede producir.

Precisamente, por su experiencia personal, destaca que "los estudios realizados dicen que el cambio de nombre y el reconocimiento oficial de la identidad, y el apoyo familiar y el apoyo de gente cercana, reducen masivamente las intenciones sucidas y la depresión en las personas trans. Evitar que, contantemente, la sociedad y la burocracia te traten como a alguien que no eres, que tengas que exponer tu vida privada ante instituciones públicas, el colegio, la universidad…, simplemente para existir. Si no se remedian ese tipo de humillaciones y el acoso, puede acabar teniendo un impacto muy nocivo para la salud mental, por acumulación, es como una especie de tortura de la gota china burocrática.”.

Además, la escritora hace un alegato a favor de la memoria histórica trans. “Hay casi una generación perdida de mujeres trans que ahora tienen 50 o 60 años, que han transitado muy tarde o en años particularmente duros, e incluso más mayores, que han sufrido la represión de la Ley de vagos y maleantes. Ellas son quienes principalmente y a lo largo del tiempo han tenido que dedicarse, porque no encontraban otra medida para sobrevivir, a la prostitución, al cabaret… Y es la imagen tradicional que tenemos de lo trans”, recuerda.

Por eso, reivindica la necesidad de “apoyar y conseguir reinsertar en una posición digna en la sociedad a esas mujeres. Devolverles una dignidad que, también, el Estado con la persecución de esa Ley de vagos y maleantes, les ha quitado. Me parece el subgrupo, más vulnerable dentro del colectivo de mujeres trans. Me parece que es importante visibilizarlas y hacer memoria histórica trans, por justicia reparadora y, también, porque es un problema realmente urgente. Cuanto más tiempo pasa, más mayores son, más olvidadas están y quizá menos oportunidades de hacer justicia futura tengamos al respecto”.

Estaríamos horas escuchando a Elizabeth Duval, pero, para despedirse, nos habla de una reciente conferencia que dio en México sobre lo que causa la ausencia de diversidad LGTBQ+, y sus palabras se quedan en el corazón. “La diversidad ha sido en buena parte reprimida o contenida. Y sigue siéndolo, en todos esos países donde se persigue, con penas de cárcel, o directamente con penas de muerte, a la población LGTBI, y los países en los que, si no se persigue, hay un pacto tácito de silencio, que hace que aunque no haya una condena legal estricta, si que la haya por parte de la sociedad”.

Para evitarlo, es fundamental luchar contra los delitos y los discursos de odio, detectarlos, denunciarlo y no tolerarlos. “Existe un aumento, que tiene que ver con la legitimización y la entrada de la ultraderecha en las instituciones, de un discurso que se pronuncia abiertamente en contra de las personas LGTB+. Que, lejos del rechazo anterior que había habido de una actitud más conservadora, que cada uno haga lo que quiera en su vida privada, directamente va al ataque. O vuelve a considerar a las personas LGTB+ como degeneradas, o como enfermas mentales, vuelve a soltar todo tipo de barbaridades y ataques furibundos”.

El peligro que Duval señala sobre ese discurso de odio “ no solamente es que se legitime, sino que se propaga, construye un ambiente mucho más hostil ahora para la gente LGTB+ y acaba provocando que la violencia esté más legitimizada en la cabeza de los agresores, o que sientan que hay un clima de impunidad, porque hay casi una base social, una parte de la sociedad, que antes no se atrevía a expresar esas ideas, y ahora sí lo hace, de manera muy envalentonada y que, con sus palabras, pueden sostener esos actos”. Frenarlo, es tarea nuestra.

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Paka Díaz

Periodista, guionista y escritora especializada en feminismo y cualquier tema que tenga que ver con los derechos humanos y la igualdad de género y el colectivo LGTB+. Además de viajar, sus otras pasiones son los libros, el cine, la música. La podéis encontrar de festivales y conciertos, dándolo todo bailando. Coautora con Mabel Lozano del libro ‘Te invito a un mojito', sobre el cáncer de mama. Le encanta entrevistar a mujeres 'power' y se motiva en 3, 2, 1...