La nueva tendencia en Internet se llama ‘sadfishing’: literalmente, ‘dar pena para pescar’. ¿Para pescar exactamente qué? Pues nuestra atención, nuestra simpatía y, sobre todo, nuestros ‘likes’. El ‘sadfishing’ es una de las prácticas tóxicas que ha generado la lógica con la que funcionan las redes sociales, donde los clics se pueden convertir en dinero fácilmente. Tanto es así que los famosos e ‘influencers’, cuya fama y fortuna dependen de sus seguidores, hacen (casi) de todo para mantenerlos enganchados a sus ‘feeds’. La escritora y columnista Rebecca Reid identificó esta nueva corriente de dar pena a cambio de ‘likes’ en 2019, cuando advirtió cómo muchas personas exageraban problemas de ansiedad o de estrés o determinados traumas para conseguir más ‘followers’. “Estar triste te hace popular”, concluía. Nosotras también lo tenemos claro, pero necesitamos saber la razón: ¿Por qué nos hipnotizan los ‘posts’ lacrimógenos?

Lágrimas patrocinadas

El caso más paradigmático, hasta el momento, de ‘sadfishing’ lo protagonizó Kendall Jenner, una ‘celebrity’ que ha pasado de niña a mujer frente a las cámaras y se las sabe absolutamente todas. En 2019 colgó una serie de ‘posts’ en Instagram en los que aparecía al borde de las lágrimas, contando lo mucho que había sufrido en su adolescencia debido al acné. Sólo en su última publicación, tras haber desplegado todo su microdrama, se destapaba que la confesión estaba patrocinada por Proactiv, una marca de cosmética. Desde entonces, las publicaciones de famosas llorando, confesando traumas o exponiendo sus tristezas se han multiplicado. ¿Cuál es la razón?

Estrategias lastimeras

“En los últimos años, el código cultural que determina lo que es auténtico en las redes ha cambiado”, explica Eudald Espluga, autor de ‘No seas tú mismo’ (ed. Paidós). “Si hace cinco años se consideraba real mostrar en Instagram una vida completamente feliz, ahora ya no es así. Hoy lo imperfecto, el fracaso, la tristeza o la soledad son necesarios para proyectar una identidad veraz y que el ‘feed’ no parezca hecho de fotos prefabricadas. Para los famosos e ‘influencers’ que tienen sus cuentas como una teletienda, el ‘sadfishing’ supone una estrategia para conquistar este aura de autenticidad, profundidad y humanidad que no pueden conseguir con fotos de veleros en Formentera”.

Los artistas y creadores de contenido que monetizan sus redes no publican contenidos melancólicos inocentemente: buscan credibilidad. Sin embargo, esta tendencia tiene consecuencias para los más vulnerables. Un estudio de la organización Digital Awareness UK descubrió que el ‘sadfishing’ de los famosos está teniendo un efecto negativo en los jóvenes, que recurren a las redes para encontrar consuelo cuando su salud mental flaquea. Y es que, al dejar de creernos a los famosos que lloran, tendemos a hacer lo mismo con el resto de personas. Creemos que todo es ‘sadfishing’, y eso es un error.

sadfishing, el arte de llorar a cambio de likes
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Lamentos virales

Muchísimos jóvenes comparten publicaciones, vídeos o memes irónicos que hablan de problemas emocionales o psicológicos, de estrés o de diferentes complejos. “No debemos ver el ‘sadfishing’ como una estrategia consciente y deliberada para instrumentalizar la tristeza a cambio de dinero o de seguidores ”, alerta Espluga. “Casi nunca es tan simple. De hecho, si consideramos este fenómeno de manera amplia, tampoco es tan relevante determinar cuáles son las intenciones de las personas que cuelgan este tipo de ‘posts’. Si son sinceros o no es una cuestión menor. Lo interesante es mostrar qué ocurre cuando prolifera la expresión pública de la tristeza en las redes sociales. Necesitamos entender que estamos convirtiendo nuestra vida íntima en un recurso económico para optimizar nuestra marca personal”.

Al construir nuestra identidad en el mundo digital, buscamos instintivamente mensajes con los que la audiencia se pueda identificar, y nada es hoy más común que la tristeza, la ansiedad o el cansancio. De hecho, Eudald Espluga explica en su libro que estos sentimientos tristes se han convertido en una cuestión generacional que se canaliza en las redes sociales, que los premian y también los fabrican, al pedirnos que juzguemos a los demás y a nosotros mismos por comparación: jamás somos suficientemente guapas, inteligentes o populares. Si en el siglo XX la industria de la belleza conquistó el mundo, en el XXI asistimos al ‘boom’ de la industria de la tristeza: productos y servicios que nos prometen equilibrio y serenidad emocional. Y en este nicho están también las ‘celebrities’: Selena Gómez, por ejemplo, ha lanzado una ‘app’ para cuidar la salud mental.

La generación más triste

¿Qué hacer con toda esta tristeza propia y ajena, verdadera y falsa? Eudald Espluga, filósofo además de ‘millennial’, nos anima a ir más allá del puro lamento para atrevernos a hablar de las razones del malestar. “Tenemos que dar cuenta de los determinantes sociales, económicos y políticos que están detrás”, propone. No somos una generación de cristal. Hablar del daño de la competitividad, del miedo al fracaso, la presión por alcanzar la belleza o la precariedad económica puede ayudarnos más que acudir a la respuesta automática de una ‘app’.

sadfishing o el arte de llorar a cambio de me gustas
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Famosas que dan pena

No es que sus lágrimas sean de cocodrilo, sino que se promocionan a sí mismas mendigando compasión con sus lloros. Piden que les hagamos caso.

Kendal Jenner

Figura como la pionera en esta tóxica tendencia del ‘sadfishing’ gracias a unas ‘stories’ sobre sus problemas con el acné, pero en realidad forma parte de una saga que ha convertido el llorar ante las cámaras en un negocio multimillonario.

Bella Hadid

No pudo evitar mostrarse con los ojos enrojecidos e hinchados al contar su batalla contra la ansiedad, la depresión y el alcoholismo. Poco después, anunció el lanzamiento de Kim Euphorics, una bebida que produce “euforia y armonía”.

Adele

El vídeo en el que se disculpó llorando a lágrima viva por no poder estrenar su ‘show’ a tiempo tiene más de 20 millones de reproducciones. Clavó la estética ‘sadfishing’ con maestría: sudadera, sin maquillaje y sin filtros. Un espectáculo total.

Soraya

La cantante se grabó desconsolada al comprobar los destrozos de la borrasca Filomena en los árboles de su jardín. La exageración de la escena convirtió un clásico ‘post’ de ‘sadfishing’ en el hazmerreír de las redes sociales.