En 2023 se diagnosticaron más de 35.000 nuevos casos de cáncer de mama, siendo este tipo de tumor el más frecuente —entre las mujeres— en nuestro país, por delante del cáncer colorrectal, de pulmón, cuerpo uterino, tiroides y páncreas, según datos recogidos por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Además, se espera un incremento en la incidencia del cáncer (en general, no solo de pecho) a nivel mundial. En España, se estima que en 2040 la incidencia alcance los 341.000 casos. Una introducción bastante desalentadora, la verdad. Sin embargo, en lo que al cáncer de mama se refiere, si bien es cierto que es el de mayor incidencia entre la mujer, también es el de mayor tasa de supervivencia, gracias a su detección precoz mediante la autoexploración mamaria y la realización periódica de revisiones.

Por si fuera poco, hay mujeres que, por desgracia, tienen más probabilidades de padecerlo debido a ciertas mutaciones genéticas como el ATM, CHEK2, PTEN o TP53, pero el más conocido es el BRCA1 y BRCA2. En estos casos, aunque las revisiones son muy útiles, la única opción que reduce verdaderamente las probabilidades es la mastectomía preventiva. Vamos, lo que podríamos llamar como 'hacerse un Angelina Jolie' en toda regla. Aunque la franja de los 45-65 es la de mayor incidencia, este tipo de tumor suele aparecer entre los 35 y los 80 años. Más de media vida de preocupación, por ese motivo la actriz decidió cortar por lo sano.

Vivir en España tiene muchas ventajas y la Seguridad Social es una de ellas. Gracias a eso, no hace falta tener el dinero de la actriz, ya que en España esta operación es gratis. Eso sí, se deben cumplir una serie de factores —como antecedentes familiares— a consultar con el médico y los diferentes especialistas. Esta opción ha provocado el aumento de pacientes 'sanas' que deciden voluntariamente quitarse los pechos para acabar con el miedo. Eso es lo que me pasó a mí. Me sumergí en este proceso por motivos personales y recomendación médica, y me gustaría contaros cómo viví todo este proceso.

"Mejor prevenir que curar", pensé. Hablar de doble mastectomía preventiva no solo es pensar en una operación de cuatro horas, tiene un proceso mental previo y, sobre todo, uno posterior. Nunca imaginé que afrontaría con tanta naturalidad la posibilidad de quitarme los pechos. Aun sabiendo que no tenía cáncer de mama, el médico me dio la opción y me puse en lista de espera.

Como la que se hace Tinder, me apunté creyendo que tenía tiempo para pensarlo, pero lo cierto es que no fue así. La llamada llegó antes de lo esperado y todo empezó a volverse muy real. "Te operamos la semana que viene", me dijo la enfermera cuando contesté la llamada. Y así, de repente, sin esperarlo, estaba hablando con un anestesista y tocando mis pechos frente al espejo por última vez.

Nunca había tenido un complejo hacia ellos, de hecho, era una parte de mí que me gustaba. Era un pecho pequeño, pero bien puesto. Y, bueno, nunca había reparado en ellos demasiado, ahí estaban.

La operación

Tengo la manía de Googlear cualquier cosa que me preocupa, algo muy desaconsejado por los expertos, ya que buscas el motivo por el que te pica la nariz y terminas creyendo que tienes lupus.

Así me enteré de que una de las muchas consecuencias de esta operación era, aunque mínima, la posibilidad de que se cayera el pezón. Al parecer, cuando vacían el pecho por dentro, dejan una pequeña parte de masa, suficiente para que el pezón tenga riego y se mantenga. Pero, como en todas las cirugías, existe la posibilidad de que se complique. Se lo pregunté al médico y me dijo que, efectivamente, podía pasar, pero que sucedía en muy pocos casos.

El proceso consiste en vaciarse el pecho, a excepción de una porción en la superficie (como he comentado) y poner en su lugar unos implantes. Es importante no confundir este proceso con una mamoplastia, porque no es lo mismo. En el caso de querer un aumento de pecho, el cirujano introduce los implantes, normalmente haciendo una abertura en la parte inferior, usando, entre otras opciones, la técnica de la 'T' invertida.

En mi caso, me abrieron el pecho por el pezón, atravesándolo, se vacía el mismo y se introducen los implantes. Normalmente, todo se realiza en la misma operación, junto con una malla de sujeción que mantiene todo en su sitio, ya que no cuento con 'relleno' para mantener el implante, como en los casos estéticos.

Mis sensaciones

La noche de antes no estaba demasiado nerviosa, y todavía no lo entiendo bien, porque —ahora que lo pienso— la situación lo valía. Recuerdo que me ingresaron, cómo me llevaba la enfermera en la camilla hacia el quirófano, y cómo yo le decía por el camino que llevarán cuidado con mis pezones. Recuerdo perfectamente su sonrisa. Ni la anestesia, ni el hecho de que me fueran a quitar los pechos, toda mi obsesión eran los pezones. Y ya no recuerdo nada más.

Otra cosa que recuerdo es el frío que hacía en el quirófano y la forma en la que el cirujano pintó sobre mi cuerpo con rotulador, señalando la zona donde me iban a abrir. Parecía un pintor dibujando una obra de arte. Me pusieron la anestesia y me dijeron que contara hasta 10.

instagramView full post on Instagram

Acto seguido, me pasó lo que imagino que le pasa mucha gente, pensé que no me estaba durmiendo y me iba a enterar de todo. Lo siguiente que recuerdo es despertarme vendada y decirle a la enfermera: "¿Qué tal los pezones?".

Los siguientes días pasaron con normalidad. Excepto por un pequeño susto. Las enfermeras me dijeron que tenía que andar. Así que, el día siguiente de la operación, intenté levantarme de la cama y me desmayé. Solo recuerdo decirle a mi madre: "Algo no va bien". Y entonces todo se puso negro. Me desperté rodeada de gente, superfría y convulsionando. A partir de ahí le cogí miedo a andar, pero luego terminé dándome paseos por los pasillos de hospital, deseando irme a mi casa.

El postoperatorio

El postoperatorio fue más incómodo que doloroso. De hecho, al vaciar el pecho casi por completo, pierdes la sensibilidad (que todavía no he recuperado). Por lo tanto, no puedo decir que tuviera grandes dolores. Es una sensación parecida a cuando tienes agujetas pero más fuerte. Sin embargo, tienes que dormir durante un mes sentada, los drenajes molestan y se enganchan en todos los lados y, bueno, al principio prácticamente me tenían que dar de comer porque no podía mover bien los brazos.

El resultado

Así me tiré dos semanas, sin poder ver lo que había debajo porque estaba vendada. Pero llegó el día de quitarlas y ver cómo se había quedado mi 'nuevo pecho'. La verdad, el resultado fue bueno. Estéticamente, me gustaban, aunque tenía que acostumbrarme. He de decir que tuve mucha suerte con mi médico. La operación la hizo un cirujano estético, por lo que quedó bastante bien. Eso sí, un poco inflamados, pero muy bien puestos.

mastectomia preventiva
Reza Estakhrian//Getty Images

Al principio no paraba de decir que parecían pechos de 'Mujeres, hombres y viceversa' y, entre bromas, la mirada se me fue a mi pezón izquierdo y vi que estaba de color negro. Después del follón que había dado con ese tema, pregunté riéndome al médico: "¿Por qué está de ese color, no se me irá a caer?".

¿Te gustaría que se te cayera el pezón?

El médico me miró y no me pudo dar una respuesta contundente. Cosa que ahora entiendo. Pero en ese momento solo necesitaba que me dijeran que se iba a recuperar y lo cierto, es que nadie lo sabía. No me lo podía creer.

"Tu pezón está sufriendo. Vamos a ver lo que podemos hacer", me dijo el médico. En ese momento ya nada me valía y rompí a llorar desconsoladamente mientras las enfermeras me hacían las curas. El cirujano me puso una crema especial y un pico de oxígeno para favorecer la circulación e intentar recuperarlo.

En ese momento yo no podía ni hablar (solo me caía una lágrima tras otra), hasta que una enfermera jovencita (creo que estaba en prácticas) me dijo intentando animarme: "No llores, no pasa nada". En ese momento, levanté la vista y le dije: "¿Cuántos años tienes?". La verdad, ni siquiera me acuerdo de lo que me dijo. "Y a tu edad, ¿te gustaría que se te cayeran los pezones? Pues entonces déjame llorar", le dije.

Acto seguido me arrepentí de haberle dicho eso, pero no había llorado en todo el proceso y lo necesitaba. Además, eso de "no pasa nada"... sí que pasa. Vale, no me iba a morir, pero ¿no tenemos derecho a sufrir un poco cuando la situación no es grave?

Mis pezones no tenían ya funcionalidad, no voy a poder dar de mamar (por ejemplo) y así me lo decían. Aunque agradecía el intento por animarme, nada más lejos de la realidad. Era una preocupación estética. Necesitaba una cierta 'normalidad' en todo este proceso y sentía que no me entendían.

Una vez mi cuñado me dijo: "Hoy llora todo lo que haga falta, y mañana, a luchar de nuevo". Y así fue, llegó el día siguiente y el siguiente, y luego, el siguiente. Hasta hoy.

Al final el pezón se recuperó y todo terminó bien. Desde luego, no fue una decisión fácil, pero sí efectiva. Y no me arrepiento. Como yo siempre digo, ahora hay que convivir con las cicatrices: las mentales y las físicas. Las primeras se curan con lágrimas; las segundas, con crema.

Headshot of Isa Espín
Isa Espín

Isa Espín es periodista especializada en moda, belleza y estilo de vida. Escribir es su profesión y usarse como conejillo de indias, para probar todas las tendencias cosméticas, su pasión. Tiene una manía: no puede llevar más de seis meses el mismo corte de pelo y ya no recuerda cómo son sus uñas sin pintar. Le encanta probar diferentes tipos de maquillaje, coleccionar perfumes y las cremas naturales. A lo mejor se olvida las llaves en casa, pero un buen iluminador facial, un eyeliner y una máscara de pestañas son obligatorias en su bolso. Estudió el Grado en Documentación y el Grado en Periodismo en la Universidad de Murcia. Además, cuenta con el posgrado de Locución y Presentación de Televisión, de RTVE, y el de Marketing Digital de Moda, de la UCJC, de Madrid. Tuvo un blog de moda y belleza que terminó derivando en su propia newsletter personal y ha trabajado en varios medios como redactora y Social Media.  
   Lleva una década escribiendo en medios digitales. Ha trabajado para La Verdad, XLSemanal (ABC) y 20minutos, entre otros. Actualmente, colabora en Cosmopolitan y Mujer.es. Es adicta a las gangas, enamorada del café y la gastronomía, y -en su tiempo libre- practica ballet. Experimentar es lo suyo, a veces las cosas le salen bien y otras veces, se ríe y nos las cuenta.