Los protagonistas

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Antoine. Nació en Sicilia, tiene 26 años y estudió en Londres Lenguas y Relaciones Internacionales. Con su formación y cuatro idiomas, trabaja en una tienda donde le respetan. Y eso le vale.
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Ellis. Es de Madrid, tiene 23 años y dejó Biología para trabajar dando clases de inglés. Vive con sus padres, que entienden su género no binario.

allen
Allen. Segoviano, de 27 años, trabaja en el departamento de Logística de Inditex. Su sueño es estudiar. Empezó a trabajar a los 16 años para sobrevivir en un ambiente familiar que no le aceptaba.

Párate a imaginar que eres 'trans'. ¿A que te cuesta? No por nada, pero es que la mayoría no reparamos conscientemente en nuestro género (ojo, que hay diferencia entre género y sexo) porque no choca con nada, ni con el cuerpo que tenemos ni con la manera en la que nos perciben los demás. Sin embargo, se estima que entre el 0,1% y el 2% de la población mundial siente que no encaja en la descripción de género estándar, una fórmula que hasta no hace mucho creíamos única. Y es que, en ocasiones, el físico de estas personas y la manera en la que se sienten en su cuerpo no concuerdan. En estos casos, hay quien decide acudir a la cirugía para adaptar su cuerpo. Otros encuentran su sitio en una identidad de género no binaria, fuera del molde, ya sea masculino o femenino. Pero, desafortunadamente, todavía hoy las personas 'trans' siguen siendo incomprendidas y sienten rechazo. Algo que se produce la mayoría de las veces por una cuestión de desconocimiento.

Una alta tasa de desempleo

Esa sensación de desprecio hace que este colectivo sufra una tasa de desempleo que roza el 80%. Según una encuesta de la Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGTBI (REDI), tardan una media de tres años y medio en encontrar trabajo. Para paliar esta desigualdad, la Fundación 26 de diciembre puso en marcha en 2019 el Proyecto Ámbar, cuyo objetivo es integrar a estas personas laboralmente y prestarles apoyo integral: desde formación y asesoramiento hasta asistencia psicológica o acompañamiento hospitalario. Además, lleva a cabo también un programa de sensibilización previa en las empresas colaboradoras –en estos momentos, alrededor de un centenar– para que el encaje del equipo y de las personas 'trans' que se incorporan sea lo más favorable posible. Se calcula que el 90% de quienes pasan por esta situación son mujeres, y el 65%, migrantes.

Allen tiene 27 años y un final feliz que contar. Comenzó el año con un contrato indefinido a jornada completa en el departamento de Logística de Inditex. Un sueño para alguien que ha tenido que trabajar en mil cosas para sobrevivir. Cuando llegó a Madrid consiguió entrar en el primer piso de acogida que hubo para personas LGTB+ víctimas de delitos de odio en la familia. En la suya no aceptaban que fuera un hombre 'trans', pero ha logrado reconstruir su vida, y prácticamente solo. “En una situación así necesitas que alguien te tienda la mano. Para mí el Proyecto Ámbar lo ha sido todo. Me han dado confianza y han dado la cara por mí. Gracias a ellos estoy donde estoy”.

Lo peor es que su experiencia en la búsqueda de trabajo no es una excepción, sino la norma. “En muchas entrevistas me han preguntado por mis genitales o si voy a hacerme una cirugía. Preguntas que nada tienen que ver con el desempeño profesional –explica Allen–. En una ocasión, me rechazaron el día que había quedado para firmar el contrato. La razón fue que envié los papeles de la Seguridad Social que me habían pedido y, al ver mi antiguo nombre, se dieron cuenta de que era una persona 'trans'. Y es que a la transfobia se suma la homofobia (soy gay) y el machismo. Todavía hay quien sigue dirigiéndose a mí en femenino”.

“En muchas entrevistas me han preguntado por mis genitales o si voy a hacerme una cirugía” - Allen.

Sometidos a la incomprensión

Antonie, con 26 años y género no binario, vino a Madrid en 2017 desde Londres (aunque es de origen siciliano), y también coincide en que ese proceso de incomprensión es algo constante en el trabajo (parece que todavía queda camino por recorrer a la hora de ser más inclusivos en la oficina). “En uno de mis curros se reían de mí por vestir de manera andrógina. Y lo hacían en mi cara y delante de todo el mundo. Me hacían sentir fatal, como si fuera un personaje de circo. ¿Cómo lo resolví? Con mucha terapia y gracias al apoyo de mi mejor amigo”.

La deshumanización de las personas 'trans', el pensar que actúan movidas por un capricho estético o por un problema mental, es la salida fácil para quien preferiría que permanecieran sometidas a la exclusión. Pero, afortunadamente, estos prejuicios están desapareciendo, aunque todavía poco a poco. Antonie habla cuatro idiomas, se licenció en Lenguas y Relaciones Internacionales en Londres y ha trabajado en marketing, ventas y desarrollo de negocio. Difícil relegar a jóvenes 'trans' sobradamente preparados a un cliché. Sin embargo, el proceso de transición es tan exigente, mental y físicamente, que lo laboral suele quedar en un plano secundario. “Tuve que elegir un empleo asequible, que no fuera muy exigente ni conllevara mucho estrés, por mi salud mental –dice–. Ahora trabajo en una tienda. No es lo mío, pero me permite avanzar y poder ser quien soy. Tienes que aparcar tus ambiciones laborales para sobrevivir. ¿Para qué tener una carrera exitosa como hombre 'cis' si luego piensas continuamente en el suicidio? Al final tu cerebro cortocircuita”.

Demasiadas renuncias

Pero estos problemas de salud mental no se desencadenan sólo debido al proceso de autorreconocimiento. La hormonación, para quien decida iniciar el tratamiento de transición, también ocasiona desequilibrios emocionales. “Se tendría que tratar este proceso como una gestación. Debería tener un amparo legal y estar todo muy protocolizado para poder tomarte tu tiempo”, señala Antonie, que habla de sus compañeros de trabajo con afecto. “Les adoro. Me hacen muchas preguntas, pero siempre desde el respeto. La educación pasa también por saber qué cuestiones no se pueden abordar, por ser del ámbito privado. Por ejemplo, la de la cirugía, que, sin embargo, es la más común o si quieres ser mujer ‘de verdad’ y tener tetas y vagina”. Allen coincide con Antonie. “Son preguntas que no proceden de un interés genuino por conocerte. ¿Para qué quieren saber cómo lo haces con tu pareja? Yo no les interrogo sobre cómo lo hacen con su marido o su mujer… No sé si lo hacen por afán de cotilleo, por criticar o por qué razón, pero resulta muy molesto”.

“La educación pasa también por saber qué cuestiones no se pueden abordar” - Antoine.

Falta de espacios inclusivos

Y es que la actitud de los compañeros de trabajo ante personas 'trans' es importantísima. Así lo cree Ellis, de 23 años y también de género no binario. Gracias al Proyecto Ámbar imparte clases de inglés en una de las academias de Kids&Us en Madrid. “En la mayoría de los ambientes laborales aseguran que son inclusivos sólo porque no se producen agresiones físicas o verbales. La idea generalizada es que si no te insultan significa que te están tratando con respeto. Pero no es así. En una entrevista me aseguraron que no importaba mi identidad de género, que no había problema. Pero luego no me dieron la opción de cambiar mi nombre (aún no tenía el nuevo en el DNI), ni de elegir el uniforme con el que me sentía a gusto», cuenta Ellis, que también tuvo que aguantar preguntas inapropiadas. “Una compañera, incluso, quiso saber qué tenía entre las piernas. Y todo esto te genera mucho estrés, porque no sabes qué relación tienes en realidad con tus compañeros. También es duro sentir que la gente te ve como algo diferente, pero decide ignorarlo, no hacer ninguna pregunta ni interesarse por cómo eres o cómo te sientes”.

“No me dieron la opción de cambiar mi nombre, ni de elegir el uniforme” -Ellis.

Por eso recurrió al Proyecto Ámbar, para trabajar, para existir. “Aquí me dieron la oportunidad de contactar con empresas donde ya sabían cómo tratar con gente 'trans'. En ocasiones tengo que hacer todavía un pequeño trabajo de educación en mi entorno más inmediato, pero al menos están sensibilizados. Te quitas un peso de encima, la verdad. En este último trabajo, por ejemplo, la actitud de los compañeros ha sido de apertura total. No sabían nada sobre personas no binarias, pero querían conocerme. Y ver que hasta buscaban recursos por su cuenta fue todo un alivio y una agradable sorpresa”, prosigue. Un clima tan favorable le ha permitido a Ellis también darse cuenta de algo que le ha hecho muy feliz: “He visto que existen distintas maneras de mostrar aprecio y reconocimiento. Por ejemplo, una compañera no usa pronombres neutros, pero me envía mucho contenido 'trans' por Instagram. Es importante ver en el entorno que te rodea esa predisposición a aprender y cambiar”.

La estrategia de pasar inadvertido

Si los rasgos físicos, la voz y el lenguaje corporal permiten ocultar que has hecho la transición a otro género –lo que se conoce como cispassing–, revelarlo en el trabajo puede parecer una mala idea. Ellis cree que no se obtienen demasiados beneficios: “Aunque no salgas del armario, también te están agrediendo al llamarte por tu antiguo nombre o hacer determinados comentarios. Es más, yo me sentía mal por no decir que era una persona no binaria y aprovecharme de poder encajar como mujer, aunque fuese un mecanismo de supervivencia”. Allen ha encontrado un lugar intermedio que le permite autoprotegerse sin negarse a sí mismo. “No me gusta ir diciendo que soy 'trans' de primeras, pero tampoco lo escondo porque no he hecho daño a nadie ni me avergüenzo de ello. Por eso, cuando siento que hay confianza, lo digo”.

Empresas ejemplares

Al otro lado de iniciativas de inclusión laboral como Proyecto Ámbar, de la Fundación 26 de diciembre, o Yes We Trans, de la FELGTBI+, están las compañías. Y son cada vez más. Entre las empresas inclusivas no sólo están grandes corporaciones, como Amazon, BP, Pantene o Nyx Cosmetics, también otras más pequeñas. “Yo decidí no decir nada previamente al equipo y dar una oportunidad a las personas 'trans' de presentarse en las mismas condiciones que cualquier otro candidato –cuenta Jorge Rodrigo, el reclutador de Kids&Us–. Pero al crearse cierta confusión entre los compañeros, me puse a hablar con la gente de Proyecto Ámbar para saber cómo hacerles la vida más fácil y de qué manera proceder antes de su llegada. A veces, si la persona es no binaria o está en proceso de reafirmación, no traduces su género bien. Y tienen que estar a gusto, porque seguramente se van a ver obligadas a tener que educar a sus colegas”.