Ahora que hemos alcanzado el año 2024, puede parecer seguro decir que la visibilidad lésbica, día que se celebra el 26 de abril a nivel internacional, está prácticamente completada. Que ya no hace falta reivindicar que se necesita más luz, referencias y respeto para las mujeres lesbianas, porque cada día observamos que hay más a nuestro alrededor.

Si alzamos la vista, cantantes como Billie Eilish o Reneé Rapp cantan abiertamente a mujeres. Aunque no nos hace falta irnos tan lejos: Marlena, el dúo compuesto por Ana Legazpi y Carolina Moyano, lo hacen desde sus inicios. ‘‘¿A quién coño le cantaríamos entonces si nuestras historias siempre son con chicas?’’, nos contaron durante una entrevista. Por otro lado, las ficciones rompen cada vez más con los estereotipos del amor clásico (léase aquí ‘amor cishetero’). Ejemplo de ello es, por ejemplo, la nueva película de Kristen Stewart, ‘Sangre en los labios’, que narra un romance bastante turbulento entre dos mujeres. O podemos nombrar a Sara Torres, una de las nuevas escritoras jóvenes españolas, que nos ha conquistado con sus novelas sáficas. Y tenemos reciente el último caso más sonado de visibilidad lésbica: Dulceida y Alba Paul anunciaron hace unas semanas que iban a ser madres.

Ahora bien, solo necesitamos remontarnos a este último acontecimiento para darnos cuenta de que todo lo nombrado anteriormente sigue sin ser suficiente para que la sociedad normalice esta identidad sexual. Y es que, cinco días más tarde del anuncio de las ‘influencers’, Dulceida tuvo que salir a exigir que se respetase su embarazo, ya que recibió una ola de críticas homófobas y machistas que estaba completamente fuera de lugar.

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Aunque la realidad es que ni hace falta exponer el ejemplo de personajes público ni de casos extremos de odio para darse cuenta de las injusticias que todavía viven en su día a día las mujeres lesbianas. Una servidora, durante una consulta de ginecología, se vio en la necesidad de dar explicaciones respecto a por qué no utilizaba protección, ya que se dio por hecho que mantenía relaciones íntimas heterosexuales. Por desgracia, hay muchos más relatos de mujeres que queremos contar hoy.

Helen tiene 35 años. Es auxiliar de enfermería y, como las demás mujeres con las que hemos charlado, reconoce que no ha sufrido homofobia directa. Algo importante de comunicar, pero que trae una necesidad intrínseca de explicación de que este es solo el primer paso en un camino de reconocimiento, normalización y visibilidad todavía en construcción. Nos cuenta que ella nunca ha sentido ‘‘vivir injusticias por el hecho de mi sexualidad aunque, en realidad, la mayor de todas ha sido por parte de la sociedad durante los primeros años de los 2000. He vivido el hecho de tener miedo a ser libre por lo que pudiesen pensar o decir, y sobre todo, por yo no tener la información necesaria respecto a los caminos que podía tomar en mi vida personal. Yo pensaba que ser lesbiana, ‘lo que me pasaba’, no era lo normal. No les estaba ocurriendo, por ejemplo, a mis amigas. No lo había visto en televisión, ni tenía acceso a literatura que desarrollase historias entre mujeres, ni tampoco existían las redes sociales. Y con el tiempo, al final, todos sabíamos lo que era una bollera, y yo sabía que era algo normal y que no estaba mal; pero siempre se relacionaba con un tomo de mofa’’.

‘‘Yo pensaba que ser lesbiana no era lo normal. No les estaba ocurriendo a mis amigas. No lo había visto en televisión, ni tenía acceso a literatura que desarrollase historias entre mujeres, ni tampoco existían las redes sociales’’

Remontarnos a este momento de la historia de España nos obliga a dar dos datos. No fue hasta el 2 de julio de 2005 cuando se aprobó, con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente, el matrimonio igualitario. Y no fue hasta el 2008 cuando el Consejo Federal de la FELGTB declaró el 26 de abril como Día de la Visbilidad Lésbica. La lucha, ya no solo social, sino a nivel legislativo, es algo que ha afectado y sigue afectando en buena parte al colectivo.

En concreto a Eva, de 30 años, quien ha querido poner sobre la mesa la situación que han vivido las mujeres lesbianas hasta la reciente aprobación de la Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, también conocida como la Ley Trans que puedes leer al completo aquí. ‘‘Hasta que no se reformó la Ley LGTBI de Irene Montero, llamémosla así, las mujeres lesbianas que querían ser madres no contaban con muchísimos avances. Por ejemplo, con la necesidad de no tener que estar casadas para que la ley reconociese que el bebé era de las dos personas. Cuando iba una pareja heterosexual a registrar a su recién nacido y el hombre decía: ‘Yo soy el padre de ese bebé’, no había duda. En el caso de dos mujeres, la anterior forma de legislar era a través del matrimonio, y era discriminatorio’’.

Otra segregación donde la identidad heterosexual parece tener más privilegios que la homosexual es la que sufrió en sus propias carnes Paula, una abogada de 25 años: ‘‘Yo soy bisexual, mi novia lesbiana y llevamos juntas un par de años. Ella conoce a mi familia y yo conozco a la suya. Tiene una hermana que sale con un chico con los que también tenemos buena relación. Sin embargo, sus padres se han referido hacia mí durante mucho tiempo como ‘la amiga’ de mi novia, y para su hermana siempre ha sido simplemente ‘su novio’’’.

‘‘Los padres de mi novia se han referido a mí durante mucho tiempo como ‘su amiga’’. Con el novio de su hermana no pasaba’’

Y podemos observar, a través de lo sucedido con Dulceida y Alba Paul, que estas situaciones de injusticia con la única excusa de la sexualidad no solo ocurren en el ámbito privado. La cantante Elena Farga, conocida musicalmente como Farga y que justo acaba de lanzar su nuevo EP, ‘Aunque suene un poco cursi’, se declara abiertamente lesbiana. ‘‘Todas las canciones de mi proyecto menos dos son cosas que siento o he sentido por la que ahora es mi pareja’’, nos dice con la intención de aclarar que sus dedicatorias están escritas en género femenino, lo que le ha llevado a sentir en alguna ocasión que la industria musical le ha discriminado por ello. ‘‘Sí me ha pasado de encontrarme con comentarios que dicen: ‘Sería mejor que, en vez de hacer tus canciones hacia mujeres o en femenino, las hicieras neutrales’. Incluso, sin haber sentido nunca una discriminación directa, algo que sí les ha ocurrido a otros artistas que conozco, me he dado cuenta después, cuando se lo contaba a mis amigas de la industria, de que me habían dicho que no por ser lesbiana. No es mucho más difícil de lo que lo tenemos en la industria las mujeres en general, pero un poco más sí’’.

Incluso nos revela que su peor experiencia con un fan tuvo como punto de conflicto su homosexualidad: ‘‘Estaba de fiesta con mis amigas y se me acercó un chico. Me empezó a tirar la caña y le dije: ‘Oye, mira, soy lesbiana y tengo novia’. Me dijo dos cosas. La primera, que era algo que se me pasaría. La segunda, que sucedía porque no había probado una buena po***. Hizo un combo de los comentarios que peor me sientan respecto a mi sexualidad. Pero lo peor de todo es que lo primero que me dijo esa persona al acercarse a mí era que le encantaba mi música. Tuvimos una discusión, y para mí la conclusión es que para tener fans homófobos, prefiero no tenerlos. Si no me vas a respetar, ni siquiera mis derechos, prefiero que no me escuches’’.

Ausencia de referentes, distinciones a nivel legislativo, presunción de heterosexualidad, desigualdades en el ámbito laboral y, lo peor, faltas de respeto son solo algunos de los aspectos que todavía hacen necesarios el Día de la Visibilidad Lésbica, el cual reclama la igualdad de derechos y oportunidades para las lesbianas. Y es importante señalar que estas injusticias vienen en gran parte causadas por las falsas creencias con las que todavía se las relaciona.

Elena Farga lo reconocía en su discurso, mientras mencionaba la conversación que tuvo que sufrir con un hombre que no validó su sexualidad e incluso le instó a que la cambiase. ‘‘Es que la típica frase de que eres lesbiana porque no has probado una buena po*** me da mucha rabia. Junto a lo de: ‘Es una fase’, sin duda es lo que más odio que alguien me diga. Porque normalmente la gente te lo dice sin ‘ir a malas’, pero sí que va a malas’’, sentencia. Y volvemos a tirar de experiencias personales, porque a una servidora le preguntaron en la cena de Nochebuena que cuál de las dos mujeres de la pareja ejercía el rol de hombre. ‘Spoiler’: ninguna.

‘‘La típica frase de: ‘Eres lesbiana porque no has probado una buena po***’ me da mucha rabia. Junto a lo de: ‘Es una fase’, sin duda es lo que más odio que alguien me diga’’

Helen, por su parte, abre el melón de asociar diferentes tipos de físicos a las lesbianas: ‘‘Es que no tienen por qué, me molesta que se juzgue. Que yo vista de manera más masculina o que juegue al fútbol no tiene nada que ver con mi sexualidad’’. Eva también ha experimentado esta discriminación basada en un mito de índole machista y heterosexual, pero en el extremo contrario: ‘‘La gente, al verme más femenina, no me suele leer como una persona lesbiana y es una put***. Que se dé por hecho que soy una persona heterosexual me jode muchísimo, porque me pasa, además, tanto con gente hetero que acabo de conocer como del colectivo. Reconozco que nos puede pasar a todos cuando no conocemos a alguien, pero se da por hecho que has estado con tíos antes o que eres bisexual. Es una injusticia muy grande’’.

Continúa comentando que le sorprende bastante el cliché relacionado sobre ‘‘la promiscuidad o lo liadas que estamos todas las mujeres lesbianas entre nosotras. Es probable que sea algo heredado del colectivo LGTBI+ en general, porque lo hemos oído de los hombres homosexuales durante muchísimo tiempo. No obstante, en el caso de las mujeres, por supuesto no tengo la respuesta para todas nosotras, pero quizá tenemos un nivel de inteligencia emocional superior que nos hace que no nos importe lo de ‘esto es mío’ o ‘es mi exnovia y nadie se puede liar con esa persona’. Es mi hipótesis’’. Y por supuesto, sale el tema de la famosa tijereta: la postura sexual más comentada respecto a las relaciones sexuales entre vaginas, por su supuesta constante y exclusiva práctica. ‘‘Es que no es verdad, y además es que es la postura más sexualizada por los hombres. De hecho, no tengo un porcentaje oficial, pero estoy segura de no es la más practicada entre las lesbianas’’, sentencia Helen.

Con el desahogo realizado, llegan las reflexiones, y todas las mujeres lesbianas con las que hemos hablado para el Día de la Visibilidad Lésbica coinciden en que lo único que quieren es que se las deje tranquilas. Y sobre todo, que se acepte que no solo existe un modelo de pareja. Debemos deshacernos de todos los aprendizajes erróneos que se han adquirido por culpa de una sociedad históricamente machista y heterosexual.

La artista Farga tiene claro que seguirá reivindicando su identidad a través de su música. ‘‘Mi canción ‘Te seguiré besando’ es de protesta, un himno para el Orgulllo, un himno de lo mío’’. Eva confía en que ‘‘las nuevas generaciones tengan una educación sexual mucho más amplia de la que hemos tenido. Yo no es que declarase mi sexualidad en mi adolescencia porque no quisiera, es que nunca pensé en que era una opción y es una pena supergrande. Con otro tipo de educación afectivo-sexual se podría tener un despertar adolescente con el que te sintieses cómodo’’. Y Helen conoce cuál es la mejor respuesta a los gritos de ‘¡Bollera!’ que puede recibir por la calle: ‘‘Y tú, adivino’’.