Fantasmas, monstruos, misterios sin resolver, sustos… ¡Todo lo relacionado con Halloween nos encanta! Para disfrutar de la noche más terrorífica del año ya tenemos unos cuantos planes de Halloween anotados en la agenda. ¿Tú lo tienes todo listo? Por supuesto, para aderezar esta celebración no puede faltar un buen disfraz original, una buena película de terror… ¡y una buena historia de miedo!

Piénsalo: no hay nada mejor para entrar en el ‘mood’ que una historia corta de Halloween inquietante, que os ponga los pelos de punta y os deje alerta para lo que pueda pasar el resto de la noche… ¡Así será más divertida! Tanto si vas a salir de fiesta (aquí tienes unos cuantos planes de última hora de Halloween) como si vas a hacer fiesta ‘chill’ en casa, aquí te dejamos unas cuantas historias breves inquietantes para que compartas con tus amigos. Apaga las luces, enciende unas velas… ¡y a asustar con ellas!

La luna

Las viejas del pueblo siempre advertían que cuando la luna se mostraba amarilla no había que salir de casa. Las ventanas debían cerrarse y las cortinas correrse, pues seres malignos salían para bañarse con la luz enfermiza del satélite y para alimentarse de almas o de carne humana.

Pero esos cuentos de ancianas no tenían credibilidad alguna para un chico de ciudad como él. Era verano, hacía mucho calor y no pensaba asarse por culpa de las locas creencias de su abuela. La luna estaba amarilla, sí, como un queso enorme redondo, y su luz brindaba a las calles del pueblo un aspecto fantasmagórico. Seguro que una foto de la luna le reportaría una buena cantidad de 'likes' en Instagram…

Tecleando el pie de imagen en su móvil mientras regresaba a la cama, no se percató de que algo más que los tejados de las casas aparecían en la fotografía hasta que ésta no se cargó por completo. Miró asustado la ventana, pero no había nadie, aunque no recordaba haberla cerrado. ¿La había cerrado?

Intentaba recordarlo cuando un crujido del armario frente a su cama lo sobresaltó. En un momento dado alzó la cabeza y su piel palideció de golpe: delante del armario una figura negra de forma indefinida aguardaba. Un débil brillo iluminaba dos esferas negras como canicas relucientes, pupilas dilatadas que se clavaban en él. Sintió miedo y una voz en su interior le dijo que quizás si perdía el alma, no le dolería demasiado.

Sin embargo el sonido de un relamido, el olor a hierro y un largo punzón en la mano le revelaron que su abuela, ahora perfectamente reconocible al adaptarse su vista a la oscuridad, lo iba a castigar bebiéndose su sangre. Si no había creído en historia de viejas, nadie creería en cuentos de brujas.

Extraído de 'Cuentos de Tinieblas: Recopilación de relatos y otras historias de terror', de Verónica Monroy Romeral.

Cuentos de Tinieblas: Recopilación de relatos y otras historias de terror

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La muñeca de trapo

La mudanza tenía a sus padres de los nervios. Corrían de un lado a otro dando órdenes, mientras los hombres de la empresa de transporte colocaban los muebles. Ella se paseaba por los pasillos de su nuevo hogar hasta que llegó a un cuarto con vistas a la calle. Se asomó a la ventana y le encantó lo que vio. Esa sería su habitación.

Dio media vuelta y entonces en un rincón oscuro detrás de la puerta, sus ojos se posaron en una pequeña muñeca de trapo. Seguramente había pertenecido a los antiguos inquilinos. Se convertiría en su nuevo juguete favorito.

Un día que su madre pasaba por delante de su puerta escuchó a su hija hablar con alguien. Se asomó con cuidado y comprobó que la otra voz la emulaba su hija, lo que le pareció tierno. Era una niña adorable. Se marchó sin prestar atención a la conversación que, en juegos, tenía la pequeña con su muñeca de trapo.

-"Pero no puedo volar".

-"Si puedes. Eres una niña especial. Eres bruja y por eso puedes entender a las muñecas… Agarra la escoba y verás qué divertido es volar".

-"¿Aunque no me dejen papá y mamá?".

-"Claro. No se van a enterar… eres bruja".

Convencida, la niña obedeció a la muñeca. Buscó la escoba de la cocina, regresó a su habitación, abrió la ventana y saltó. Cuando abrió los ojos vio cómo sus padres lloraban desconsolados. Algo extraño ocurría, le parecían mucho más altos de lo que eran. Intentó llamarlos pero no parecían oírla, y en ese momento la vio: una niña de pelo largo y negro, demacrada y fea, la miraba desde un rincón de la habitación.

-"Años esperando a que alguna niña ocupase mi lugar… Si tienes suerte a lo mejor no tienes que esperar tanto como yo".

Extraído de 'Cuentos de Tinieblas: Recopilación de relatos y otras historias de terror', de Verónica Monroy Romeral.

'¿Has subido a ver a los niños?'

Una adolescente estaba cuidando por primera vez a unos niños en una casa enorme y lujosa. Acostó a los niños en el piso de arriba, y, cuando apenas se había sentado delante de la televisión, sonó el teléfono. A juzgar por su voz, el que llamaba era un hombre. Jadeaba, reía de forma amenazadora y preguntó: “¿Has subido a ver a los niños?”.

La canguro colgó, convencida de que sus amigos le estaban gastando una broma, pero el hombre volvió a llamar y a preguntar de nuevo: “¿Has subido a ver a los niños?”. Ella colgó a toda prisa, pero el hombre llamó por tercera vez, y en esta ocasión dijo: “¡Ya me he ocupado de los niños, ahora voy a por ti!”.

La canguro, verdaderamente asustada, llamó a la policía y denunció las llamadas amenazadoras. La policía le pidió que, si volvía a llamar, intentase distraer al hombre al teléfono para que les diera tiempo a localizar la llamada.

Como era de esperar, el hombre llamó de nuevo a los pocos minutos. La canguro le suplicó que la dejase en paz, y así le entretuvo unos minutos, aunque él finalmente colgó. De repente, el teléfono sonó de nuevo, y a cada timbrazo el tono era más alto y más estridente. En esta ocasión, era la policía: “¡Salga de la casa inmediatamente! ¡Las llamadas vienen del piso de arriba!”.

Extraído de 'Tened miedo… Mucho miedo. El libro de las leyendas urbanas de terror', de Jan Harold Brunvand.

ALBA Tened miedo... Mucho miedo: Leyendas urbanas de terror (Trayectos Lecturas)

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El susurro

Nunca dejaba de oírlo. Desde que se mudó al palacete de sus ancestros, comenzó a escuchar un susurro incesante. Parecía traerlo el viento, se colaba a través de las piedras de los muros, surcaba los pasillos, se perdía en los jardines… No comprendía lo que decía, aunque se quedara largas horas en silencio, pues las palabras se asemejaban al silbido de la brisa, al ronroneo de un gato.

Intentó ignorarlo, en vista de que no sacaba nada en claro de lo que le decía, pero con el tiempo el silbido se hizo tan presente que le resultó imposible no prestarle atención. No había forma de adivinar que quería… incluso preguntó a quienes la visitaban, pero nadie, salvo ella, oía más allá del silencio.

Lo oía a todas horas: por la mañana, por la tarde, por la noche y en el ocaso de la madrugada, y por esa razón, tras mucho tiempo decidió seguir al susurro y descubrir de dónde provenía. Todas las noches, cuando quedaba libre de sus quehaceres diarios, caminaba por los pasillos del palacete atravesado sus salas. Acercaba la oreja a las paredes para ver si el sonido aumentaba y de ese modo, poco a poco fue determinando su origen.

Empezó a escucharlo con más fuerza cuando sus pasos la llevaron a un largo pasillo lleno de cuadros en ambas paredes. Esa madrugada avanzó hasta que sintió que el susurro la rodeaba. Miró el cuadro de enfrente y con ayuda de una vela se dispuso a inspeccionarlo.

No se dio cuenta de que los ojos de la mujer del lienzo de detrás cambiaron. La miraron con ansia desmedida, con las pupilas dilatadas. Sintió un tirón del pelo que le arrancó un grito de terror. Alguien la arrastraba hacia detrás. harta de vivir en un mundo pintado.

Extraído de 'La casita del Terror: Cuentos breves', de J Constantine.

La casita del Terror: Cuentos breves

La casita del Terror: Cuentos breves

La casita del Terror: Cuentos breves

¿Podréis dormir después de estar historias inquietantes de Halloween?