• ¿Cómo se compra en Inditex en tiempos de pandemia? He querido comprobarlo acudiendo a una de sus tiendas abiertas con cita previa.
  • El pasado miércoles, Inditex anunciaba sus planes para la desescalada abriendo sus tiendas de menos de 400 metros cuadrados mediante reserva.

Desde el pasado jueves, algunas de las tiendas de Inditex (grupo empresarial que engloba marcas como Zara, Bershka, Stradivarius, Oysho...) volvían a abrir tras un parón de casi cincuenta días a causa de la crisis del Covid-19. La desescalada para estas tiendas, sin embargo, supone una nueva realidad que cambia muchas de las reglas del juego: por ahora solo han podido abrir los locales de menos de 400 metros cuadrados (solo una pequeña parte de los que posee el grupo), aquellos a pie de calle (puesto que los centros comerciales siguen cerrados) y, lo más llamativo: no pueden abrir al público general, sino que aquellos clientes que quieran visitar alguno de sus establecimientos tendrán que hacerlo con cita previa.

Estas peculiaridades despiertan lo suficiente mi curiosidad como para plantearme una visita a una de las tiendas y descubrir con mis propios ojos cómo algo tan común como entrar a un establecimiento se ha convertido en toda una odisea en tiempos de Coronavirus. Localizo un local de Inditex abierto cercano a mi casa, la tienda Oysho situada en la Calle Fuencarral (Madrid), y hago una llamada. Una chica me atiende al teléfono y le solicito una cita: me dice que el primer día disponible es el sábado (estamos a jueves) y acuerdo con ella acercarme ese día a las 12. Para mi sorpresa, me pregunta específicamente qué colección de la tienda quiero ver: novedades, sport... La pregunta me pilla desprevenida y alcanzo a decir 'Sport' (por decir algo...). ¿Querrá esto decir que solo voy a poder ver una parte de la tienda?

El proceso de comprar ropa con cita previa

Llega el día y me planto en la puerta de Oysho exactamente a la hora acordada. Escudriño el escaparate para ver el interior y ser vista por algún empleado (me resisto a ser yo quien tire del pomo de la puerta: en estos días, algo que antes parecía tan banal ya no lo es en absoluto). La dependienta (con mascarilla y guantes, al igual que yo) me ve y me recibe en la puerta. "¿Eres Amanda? Pasa, tienes gel hidroalcohólico ahí y también podemos darte guantes si quieres".

Mis dudas sobre si podría deambular libremente por la tienda o me restringirían el acceso a una parte se disipan rápido: "puedes mirar todo lo que quieras y avísanos si necesitas algo", me dicen. En resumen: ir a comprar con cita previa se traduce en tener toda la tienda para ti sola. Voy avanzando por los percheros y todo parece exactamente igual a como lo dejamos antes del estallido de la pandemia, salvo por los carteles que cada pocos metros instan a mantener la distancia de seguridad (somos tres personas en el local, creo que no será complicado).

Ir a comprar con cita previa se traduce en tener toda la tienda para ti sola.


También me preguntaba antes de acudir a mi cita si si me dejarían tocar las prendas. Y sí: nadie pone ningún problema a ello. Imagino que con la invitación a lavarse las manos a la entrada este escollo queda salvado. Veo una prenda que me gusta y aquí llega otra prueba de fuego: ¿me la podré probar? Sí: uno de los tres probadores de la tienda está abierto y disponible. "Si no te la llevas, déjamela en este perchero", me comenta la cajera. Es decir, como siempre, con la salvedad de que ese perchero pasará por una higienización antes de volver a colocar las prendas en su sitio: según fuentes de Inditex, tanto la ropa como los probadores son desinfectados constantemente, aunque eso es algo que no llego a ver en los pocos minutos que paso en la tienda.

Una señora llega a la puerta y le pregunta a la empleada si puede pasar ya. Tenía cita a las 12:30 (media hora después que yo) pero acaba de llegar y se pregunta si puede entrar. La empleada le pregunta a la otra dependienta y la respuesta es afirmativa (sigue cumpliéndose la norma de un trabajador por cliente). Aprovecho que la señora ha venido a devolver una prenda y observo el proceso de devolución en tiempos de Covid-19: tras volverle a poner las alarmas al producto, lo meten en una cesta donde hay otras muchas prendas de ropa (que, intuyo, serán desinfectadas con posteridad).

Concluyo mi compra, pago en la caja (con mampara de por medio) y me vuelvo a lavar las manos al salir con el gel hidroalcohólico de la puerta. En total, unos 15 minutos de compra—de los 30 máximos permitidos— en los que (casi) todo parecía tan normal como siempre.

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Amanda Peñuelas

Redactora jefe de cosmopolitan.es. Dame un meme y seré feliz.