En los momentos de mucho lío, me olvido de que tengo clítoris y llevo un tiempo superestresada. Compagino tres trabajos, cuido de un perro y voy todo el día como una zombi. Por si fuera poco, mi chico se pasa la semana viajando. Vamos, que mi vida es todo menos emocionante y erótica. Así que hace poco me dije: "Oye, quizá podrías masturbarte antes de ir a trabajar, a ver si las cosas mejoran". Porque cuando llego a casa estoy agotada, tanto que ni siquiera una serie de intriga consigue mantenerme despierta. Al fin y al cabo, ¿qué podía perder por intentarlo? Había leído que este tipo de autocuidado podía darme más energía y rebajar mi nivel de ansiedad, así que decidí probar con el clásico juego de manos. Y este ha sido el resultado.

Primera semana de masturbación

El lunes por la mañana saqué a pasear a mi vibrador ‘Hitachi Magic Wand’, tan eficaz que me hizo llegar al orgasmo a los pocos minutos (está claro que me hacía mucha falta liberar toda la tensión acumulada). Noté un relax instantáneo y me entraron ganas de volver a la cama para echarme una cabezadita. Pero evité la tentación y me fui al trabajo con la mente más despejada. Tanto, que cuando mi director me regañó, me lo tomé con una sorprendente calma y entré en modo zen, a pesar de tener que escuchar sus tonterías. La cosa pintaba bien y, de hecho, el resto de la semana me sentí como una auténtica jefaza. Incluso tuve sexo online con mi chico, algo a lo que siempre me había negado porque me parecía cutre. ¡Pero me sentía tan sexy!

Segunda semana de masturbación

Parecía que lo de echar mano del ‘gadget’ funcionaba, así que seguí con él (pensé que con tanto trote iba a estropearse, pero no). Mientras, en el trabajo estaba que lo petaba. En la evaluación semestral mi jefe consignó que había "mejorado mi actitud y rendimiento". ¿Podría la masturbación ser la solución para alcanzar la paz mundial? La verdad es que todo estaba mejorando. Cuando mi novio volvió de su viaje de negocios, tuvimos un encuentro épico. Pero seguí dándome placer en solitario por la mañana y con él por la noche. ¿Cuánto aguantaría con este plan?

Tercera semana de masturbación

Mi chico volvía a estar fuera y recurrí al ‘Womanizer’, un juguete que simula el sexo oral. Sinceramente, empecé a pensar: "¿Y si me doy un respiro?". Dentro de las tareas rutinarias que tenemos que hacer a menudo (cepillarnos los dientes, echar gasolina, ir al súper…), lo de autosatisfacerse no entra en la lista, pero ya lo incluyo yo. Además, comencé a notar importantes beneficios en el sueño gracias a esta nueva costumbre: por fin podía dormir de un tirón.

Cuarta semana de masturbación

El tramo final fue como cuando tienes que ir al gimnasio por la mañana. Me empezaba a dar pereza, pero después de subirme a la cinta (ya me entiendes) acababa con una sonrisa de oreja a oreja. Era un auténtico subidón de endorfinas.

¿Conclusión?

Masturbarme antes de ir a la oficina durante un mes ha reactivado mi deseo: ahora me acuesto con mi chico tres veces a la semana (rompemos las estadísticas). Me he sentido más feliz, más sana y mucho más tranquila, aunque no ha mejorado mi forma física. Otro plus a tener muy en cuenta es que empiezas el día con una energía que ni un café solo doble. Así que, si buscáis nuevas experiencias, ¡esta es insuperable!

Consejos para mejorar tus momentos a solas

  1. Dale ritmo. Sigue un patrón en tus movimientos. Según los expertos, los que más nos gustan son estos: de arriba a abajo, en círculos, de un lado a otro y con pulsaciones rápidas. Descubre tu favorito.
  2. Escucha tu ‘playlist’. La música no está reservada para el sexo en pareja. Pincha la que más te motive.
  3. Utiliza lubricante. Invierte en uno de calidad y con base de agua para minimizar el roce.
  4. Ponte ‘sexy’. Vístete con ropa interior bonita: te hará sentir bien y le darás un ‘upgrade’ al tema.