La tendencia de no-make up se está batiendo el cobre con la desmesurada pasión por el color que nos impone el revival ochentero. Pero, al final, en el término medio está la virtud, así que nuestro consejo es: ni mucho ni poco, al menos en lo que a maquillaje se refiere. ¿Que cómo se consigue eso? Es sencillo: la consigna es buscar una base de maquillaje que tape imperfecciones y que unifique el tono pero que, al mismo tiempo, no parezca una careta, que el resultado sea natural. Sigue estos tres pasos para no equivocarte. 

1. La fórmula del éxito

Lo primero que tienes que tener claro es qué textura de producto te conviene. Si hiciéramos una gradación de menos cobertura a más, la primera base de maquillaje en encabezar la lista sería la BB cream, una hidratante con color, al fin y al cabo, que es la opción ideal si tienes la infinita suerte de poder presumir de una piel lisa y sin mácula, pues este producto ofrece una sensación de cara lavada.

El siguiente en este ranking lo ocuparía el formato cushion,un estuche que lleva en su interior una base de maquillaje algo más concentrada que las BB cream, pero todavía ligera, y que puede modularse en intensidad. Una de sus ventajas es que permite el retoque de manera sencilla y aunque no seas muy mañosa no suelen quedar pegotes, porque la esponjilla extiende de manera uniforme el producto. Son ideales para todo tipo de pieles, jóvenes o maduras. Y lo mismo se puede decir de las bases de maquillaje fluidas.

Si tienes marcas, arrugas o manchas, opta por un grado más de cobertura. En ese caso, la base en crema, que es una emulsión de agua en aceite, será tu gran aliada. Y si tienes granitos o poros abiertos, elige una base en polvo no comedogénica para matizar los brillos y absorber el exceso de sebo.

Finalmente, están los maquillajes compactos o en barra, que resultan difíciles de aplicar y que, dada su densidad, hay que tener mucho cuidado de que no se deposite mayor cantidad en los pliegues, líneas de expresión o imperfecciones. Conviene reservarlos para la noche, porque es más complicado conseguir que den una apariencia de piel fresca y natural.

2. En busca del color perfecto

Para que no parezcas una muerta viviente y tampoco Gunilla Von Bismarck a finales del verano marbellí, elige bien el tono que mejor te va. Si no quieres errar, nada de probar el producto en el dorso de la mano. La piel de esta zona no se parece ni por asomo a la del rostro, así que nunca acertarías. La única forma de asegurarte de que llevas el color más parecido a tu cutis es probando distintos tonos de maquillaje en la propia cara (obviamente, limpia y libre de cosméticos). Hazlo en la línea de la mandíbula y fíjate en que sea similar al tono de piel de tu cuello, teniendo en cuenta que si tu piel es rosada, mejor optar por bases que contengan pigmentos beis o amarillos para contrarrestarla; si es cetrina, al contrario, una base ligeramente rosada le dará vida; y si tu piel es oscura, elige tonos dorados que iluminen la tez. Por cierto, en verano, te expongas o no a los rayos del sol, la piel se oscurece, así que haz lo propio con el tono de tu base de maquillaje.

3. El trazo correcto

¿Con brocha, con los dedos, con pincel, con esponjita? Cómo aplicar la base de maquillaje. Pues en esto, cada maestrillo tiene su librillo, así que, básicamente, como se te dé mejor, teniendo en cuenta que la esponja absorbe más producto y que con el pincel hay que dar varias pasadas en distintas direcciones para que no se vean los trazos y se requiere más experiencia. Los dedos, si no eres mañosa, es la técnica más sencilla. Pon una pequeña cantidad en la frente, la nariz, los pómulos y la barbilla y extiende el producto hacia los laterales de la cara. Si quieres dar un plus de naturalidad, no cubras todo el rostro, sino solo aquellas zonas en las que tengas rojeces o imperfecciones que haya que disimular, para lo que deberás difuminar muy bien el producto con el objetivo de que no queden parches.

¿A que no es tan difícil? Ensaya y pronto aplicarte la base de maquillaje te parecerá tan fácil como colorear un dibujo sin salirte del contorno.