Seamos sinceras, ¿a quién no le gusta un piel bronceada de esas que dejan ver que has estado varios días de dolce far niente? Hay quien no perdona ni en plena temporada de invierno; al fin y al cabo, las cabinas de rayos UVA permiten ese atractivo tono dorado todo el año. Pues sentimos decirte que esta opción antinatural no es mala, es peor.

Como recuerda Olga Hernández, doctora en Medicina y Cirugía, especialista en Medicina Estética y Antienvejecimiento de la Clínica Tufet, estas cabinas tienen filtros para eliminar las radiaciones ultravioletas tipo B y dejan pasar las radiaciones del tipo A, que son las que proporcionan el bronceado rápido… y las arrugas, las manchas y las alergias, entre otras cosas.

Como puntualiza la especialista, afectan a la piel y pueden provocar lesiones precancerosas, aumentando el riesgo de cáncer de piel, en especial de melanoma, que puede tener graves consecuencias (fatales, en algunos casos) si no se diagnostica en estadios precoces. “Por esa razón, las cabinas de bronceado son más peligrosas que tomar el sol con protección. Además, los rayos UVA producen un envejecimiento prematuro de la piel, ya que afectan a las fibras de elastina”, concluye.

Entonces, ¿eso que nos vende la publicidad de que es beneficioso pasar por estas camas de bronceado artificial para preparar la piel antes de plantarnos en la playa es puro marketing? Parece que sí. Es más, la doctora advierte de que el peligro de las cabinas aumenta si se empiezan a usar en edad temprana, antes de los 30 años. “Y bajo ninguna circunstancia deben utilizarlas personas con la piel muy clara, rubias y pelirrojas, menores de 18 años, con antecedentes de cáncer de piel, pieles que tienen muchas pecas o lunares o si se están tomando medicamentos que producen fotosensibilidad”.

Solo hay una excepción, pero no tiene nada que ver con buscar un tono de piel dorado, sino con solucionar un problema dermatológico. “Las lámparas solares pueden estar prescritas en determinadas enfermedades de la piel, como psoriasis o eccema atópico grave, pero siempre bajo indicación de un dermatólogo y en el ámbito hospitalario, pero en ningún caso recomendamos el uso de rayos UVA con fines estéticos”, añade Hernández.

Por si todavía te quedan dudas, aquí va el argumento más potente: “El uso de cabinas de bronceado puede aumentar en un 75% las posibilidades de una persona de desarrollar un melanoma”.

Por concluir, sentimos decirte que con las cabinas de bronceado solo te estás llevando lo malo que tiene el sol y ninguno de sus beneficios. ¿Creías que tumbada en una de estas camas podías sintetizar vitamina D? ¡Error! Ni siquiera eso; este es un privilegio solo reservado a los rayos de sol auténticos. “Efectivamente, esta acción biológica de nuestro cuerpo es posible gracias a los rayos ultravioletas B, que son inexistentes en las lámparas que emiten rayos UVA. Para conseguir esa vitamina hay que tomar el sol al aire libre y siempre con protección, evitando las horas centrales. Un periodo de tiempo corto al día es suficiente y, además de proporcionar la dosis que necesita nuestro cuerpo, favorece la producción de endorfinas, sustancias endógenas que nos proporcionan sensación de bienestar”, sentencia la doctora.

¿Te vas a pasar ahora a la radiación más natural?