Femenino: "débil, endeble". Masculino: "varonil, enérgico". Sí, has leído bien. Sí, seguimos estando en el siglo XXI. Y sí, definiciones como estas seguían estando presentes en el Diccionario de la Lengua Española hasta hace siete años, 2014. Fue en ese mismo año cuando entró a sus filas la palabra ‘feminicidio’, tres décadas más tarde que la palabra ‘feminicide’ en inglés. La cantidad de palabras y expresiones que abundan en el diccionario que rige el castellano y que faltan al respeto a las mujeres sigue siendo una realidad. Por lo general, este tipo de cambios que abogan por la igualdad llevan consigo años y luchas por parte de asociaciones que se quejan ante la institución. Al final, puede que cambie... o puede que no.

De nuevo, en 2018, las redes sociales volvieron a arder con una de las acepciones que entonces admitía la Real Academia Española del adjetivo ‘fácil’: "Dicho especialmente de una mujer. Que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales". Por suerte, a día de hoy estas palabras han sido corregidas por la institución del castellano. Aunque no, ni de lejos ‘femenino’ y ‘débil’ han sido las únicas palabras que han denotado un machismo intrínseco en nuestra lengua contemporánea.

  • Sexo débil: “1. m. Conjunto de las mujeres”.
  • Sexo fuerte: “1. m. Conjunto de los varones”.

Estas son dos acepciones que todavía se mantienen firmes y polémicas en el diccionario universal del castellano. Está claro que estos dos términos huelen a naftalina y que necesitan una revisión urgente.

  • Cocinillas: "1. m. coloq. Esp. Hombre que se entromete en las tareas domésticas, especialmente en las de cocina".

Por favor, que alguien le diga a estos señores que las tareas del hogar no pertenecen a ningún genero en concreto, por lo que “entrometerse” no es la palabra que están buscando para adjetivar a un hombre que cocina (y sí, además este no merece ninguna mención especial).

  • Hombre público: "1. m. Hombre que tiene presencia e influjo en la vida social".
  • Mujer pública: "1. f. Prostituta".
  • Hombre de la calle: "1. m. Persona normal y corriente".
  • Mujer de la calle: "2. f. Prostituta que busca a sus clientes en la calle".

Términos misóginos que, como en otros muchos ámbitos sociales, acaban cebándose con las mujeres más desprotegidas, quienes en muchas ocasiones trabajan mercadeando con su cuerpo sin ningún de derecho y voz. Debido a ello, desde hace años cerca de 200.000 mil personas se manifiestan a través de plataformas como change.org para pedir la retirada o el cambio de las mismas.

En el caso de sexo débil y sexo fuerte, y debido a una marabunta de quejas que surgían en 2017, la RAE respondió entonces añadiendo unas marcas para aclarar que la primera acepción se utiliza “con intención despectiva o discriminatoria” y la segunda con “sentido irónico”. Pero olvidamos que la presencia de una acepción no significa que se recomiende su utilización y el trabajo de la RAE y sus académicos —compuesto hasta hace muy poco por 37 hombres y 8 mujeres— no consiste en inventarse las definiciones de los términos que aparecen en el diccionario, sino en recoger los usos con los que los emplean los hablantes.

La RAE y el lenguaje inclusivo

Otros de los asuntos más controvertidos que salpican a la RAE de un tiempo a esta parte es la evidente negativa que la organización plantea ante el uso del denominado ‘lenguaje inclusivo’ o ‘no sexista’, el mismo que se ocupa de dar visibilidad al género femenino en documentos oficiales e intenta hacer un hueco en el lenguaje a quienes no se identifican con ninguno de los dos géneros. Como alternativa, quienes no están de acuerdo con el masculino genérico proponen el uso del pronombre ‘elle’, vocablo que la RAE no acepta ni valida. Según la vasta institución, “el género masculino, por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos”, un razonamiento que parece saber a poco para el movimiento feminista y los integrantes del colectivo LGBT, que siguen sin obtener la representación necesaria en la gramática cotidiana así como en los mencionados documentos oficiales.

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Hace unos meses, el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, intentaba zanjar este asunto de la inclusión en el lenguaje afirmando que “la RAE no está cerrada a ampliar su vocabulario siempre y cuando los cambios sean razonables, no lesionen el idioma y mantengan su belleza y sobre todo su economía”. Como resultado, nada ha cambiado. Por cierto, ¿te preguntas cómo definen la palabra “machismo”? Pues bien, la acepción es “actitud de prepotencia de los varones hacia las mujeres”. El chiste (de mal gusto) se cuenta solo.