A dónde vas a ir con este frío. O con lo que llueve. O con el solazo que hace y lo bien que vas a estar en una terraza. Eso por no hablar de los días en los que has dormido fatal, o cuando estás con dolor de espalda, o cuando notas un leve dolor en el meñique del pie izquierdo. Conclusión: hoy tampoco vas a ir al gimnasio. Aunque la cosa sería diferente si tuvieses a alguien que te animase a salir de casa para ir juntas a la clase de spinning. Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachussets ha descubierto que hacer ejercicio es contagioso, y que tanto los que salen a correr como los que van a hacer deporte a un espacio cerrado, si lo hacen acompañados, alargan sus entrenamientos y se motivan mucho más, logrando así quemar más calorías.

Los expertos, que publicaron sus conclusiones en la revista Nature Communications, han analizado durante cinco años los patrones de conducta de más de un millón de runners de todo el mundo, estudiando la información que comparten en las redes sociales sobre sus recorridos, distancias, velocidad media y calorías consumidas. Con ello, han conseguido determinar que el apoyo de otra persona es determinante para las horas invertidas en hacer deporte.

En concreto, los que hacen deporte en un gimnasio suman unos cuantos minutos a sus entrenamientos, motivados por el afán de superar a sus compañeros, y aquellos que prefieren salir a correr al aire libre alargan las distancias, al menos, un kilómetro el espacio que recorrerían si salieran en solitario.

Pero esa no es la única conclusión. Los científicos han descubierto también cuáles son los perfiles que más incitan a hacer ejercicio. Así, han constatado que los hombres son mucho más influenciables que las mujeres. Si ellos se contagian del ánimo de amigos y amigas, ellas tan sólo se dejan llevar por el impulso de otra compañera. Y es lógico: “Los hombres, por norma general, son más competitivos que las mujeres, y mucho más si se trata de medirse entre ellos”, afirman los expertos. Por eso, los deportistas encontrarán su motivación en el “pique” con compañeros y compañeras de fatigas, mientras que ellas únicamente encontrarán ese empuje extra si consiguen convencer a una amiga para que sea su pareja de ejercicios.

El contagio también se relaciona con la “envidia”. Por eso, practicar deporte al lado de alguien que está en mejor forma física puede constituir un motor para incrementar la motivación. Correr a hacer bicicleta junto a alguien que tiene más resistencia que nosotros o fijarnos, en definitiva, en un amigo o amiga que luce un cuerpo más tonificado que el nuestro, hará que reforcemos nuestra intención de ejercitarnos buscando emular sus condiciones.

Así que si estás harta de pagar la cuota del gimnasio para no ir, si estás agotada de buscar excusas para quedarte en casa, si te odias por estar tirada en el sofá cuando deberías estar sudando en la elíptica, lía a una amiga, preferiblemente en mejor forma que tú, para que te acompañe. Tarde o temprano, ella también te lo agradecerá.