Este artículo fue publicado por la escritora y periodista 'freelance' Annie Daly inspirándose en su propia experiencia, el pasado mes de enero 2024, en la edición americana de COSMOPOLITAN.

Acababa de salir de una relajante sala donde dan masajes, sintiéndome algo hinchada pero tranquila, cuando mi felicidad postratamiento dio un giro inesperado. Antes de mi sesión, le pedí a mi masajista que fuera amable conmigo, ya que actualmente estaba pasando por mi cuarta ronda de fecundación in vitro y todo me dolía. Y fue bastante amable físicamente, pero lo que dijo me destruyó: "Tus músculos estaban muy tensos... Tal vez, si te relajaras un poco más mientras avanzas, te resultará más fácil quedarte embarazada". ¿Cómo?

Al instante, me inundó la rabia. Allí parada, con mi bata de masaje, simplemente no podía creer que esa mujer me hubiera dicho algo tan desconsiderado e insultante, sobre todo, porque estábamos en un espacio de bienestar muy elegante, literalmente diseñado para hacer que la gente se sintiera bien.

Sin embargo, ahí estaba, flotando en el aire, la frase que nadie que lucha contra la infertilidad (nadie que ha agotado hasta el último recurso mental y material tratando de quedarse embarazada) quiere escuchar jamás. "Simplemente, relájate y sucederá", les encanta decirnos, como si esa fuera la única razón por la que aún no hemos obtenido un resultado positivo en el test de embarazo. Como si la naturaleza tan brutal de la FIV, con sus hormonas, sus agujas y su gasto monumental, no fuera suficiente para volvernos locas.

Hace dos años y medio, mi marido y yo finalmente visitamos a un endocrino reproductivo, después de muchos meses frustrantes de intentar (y fracasar) quedarme embarazada de forma natural. En ese momento, todavía nos sentíamos tranquilos acerca de la "asistencia" médica, pensando que, simplemente, funcionaría con nosotros, porque es ciencia y así es como se supone que debe ser. Entraríamos y saldríamos de la clínica de fertilidad en un tiempo récord, con el bebé a cuestas (JAJAJA).

POR QUÉ NO ME QUEDO EMBARAZADA

Una vez que supimos que tengo una reserva ovárica baja (lo que significa que produzco menos óvulos que la mayoría de las personas de mi edad y tenía 36 años en ese momento ('pss': mira aquí todo sobre congelar óvulos), y un revestimiento uterino no ideal (lo que significa que es más difícil que un embrión se quede en mi cuerpo), pasamos directamente a los tratamientos. Y ahora, tres rondas fallidas de FIV después, hemos aprendido que tengo un par de problemas más que dificultan quedarme embarazada, incluida una respuesta autoinmune alta (es decir, mi cuerpo tiende a atacar los embriones que colocamos) y endometriosis, que ni siquiera sabía que tenía.

Ha sido un camino largo, tortuoso y difícil. Y para empeorar las cosas, una serie de amigos y familiares, sin mala intención, me han ido diciendo lo mismo o cosas similares.

midsection of lesbian woman injecting syringe in abdomen during ivf test at home
Maskot//Getty Images

Y ahora siento que este "consejo" no sólo es un insulto a mi inteligencia, sino que también ignora la triste verdad de que la infertilidad es una enfermedad real, no un simple subproducto del estrés. La gente se siente libre de comentar sobre mi situación y no parece darse cuenta de lo fuera de tono que suenan sus comentarios. Tal vez sea porque tienden a sufrir un cortocircuito cuando las mujeres no están "cumpliendo su función biológica", o porque simplemente se quedan en blanco y dicen algo incorrecto por puro pánico. Cualquiera que sea la razón fundamental, la gente continúa diciéndome que "simplemente me relaje", sin conocer el millón de otros factores médicos reales que podrían estar (y están) en juego.

¿La peor parte? ESTOY INTENTANDO RELAJARME para aferrarme a mi último ápice de cordura, a lo largo de esta montaña rusa de proceso. Hago de todo, desde sesiones semanales de acupuntura hasta yoga y meditaciones matutinas. Incluso vi a un hipnotizador de fertilidad que prometió ayudarme a "invocar a los espíritus de los bebés" y "desbloquear" cualquier creencia limitante de mi pasado. Alerta de 'spoiler': los espíritus bebés aún no han llegado.

CÓMO ES LA FECUNDACIÓN IN VITRO

El proceso de FIV es bastante loco. En primer lugar, están todas las inyecciones de hormonas, que te dejan hinchada más allá de lo imaginable, y que deben administrarse a la misma hora todos los días, lo que a menudo implica correr a casa y atravesar la puerta en un charco de sudor y nervios. Luego están las frecuentes citas de "monitoreo matutino" de 7 a 9 am en la clínica de fertilidad, donde comienzas el día con una sesión de análisis de sangre y una ecografía transvaginal. Y finalmente, queda la parte más tortuosa de todo: esperar los resultados. Cada ronda de FIV implica dos procedimientos principales que deben seguir su camino: una extracción de óvulos y una transferencia de embriones. Las enfermeras dan resultados en directo a medida que llegan, desde cuántos óvulos fueron fertilizados con esperma ("¡tenemos cinco!") hasta cuántos de esos óvulos fertilizados se convirtieron en embriones ("¡tenemos dos!") y cuántos embriones se produjeron mediante pruebas genéticas ("tenemos una"). Luego, la última llamada llega después de una espera insoportable de 14 días, cuando descubres si la transferencia realmente funcionó (todavía no he escuchado buenas noticias al respecto).

Alice Domar, psicóloga e investigadora con sede en Boston que ha estudiado la conexión entre la infertilidad y el estrés durante toda su carrera, dirigió un estudio ampliamente citado en los años 90 que encontró que los pacientes de FIV tienen los mismos niveles de estrés que las personas que pasan por cáncer, rehabilitación cardíaca e hipertensión. Aunque (afortunadamente) nunca he pasado por ninguno de esos escenarios, los resultados tienen sentido para mí de una manera visceral. En una escala de nivel de estrés del 1 al 10, definitivamente estoy en los dos dígitos.

LA CULPA

Cuando me dicen, una vez más, que "simplemente deje de pensar en ello", que deje de intentarlo activamente porque "la prima de fulano de tal lo hizo y fue entonces cuando finalmente funcionó", lo que en realidad escucho es una acusación: este debe ser tu fallo. Debo ser yo la culpable. Después de todo, si la clave para quedarse embarazada es tan simple como relajarse y confiar en el proceso, y yo he hecho todo lo que una puede relajarse y confiar en el proceso, entonces algo debe andar mal en mí. Debo ser yo quien lo hace mal.

Esta culpabilización de la víctima no está bien. Y creedme, quienes nos sometemos a una FIV probablemente ya nos estemos culpando bastante. Cuando falló mi tercera transferencia de embriones, me convencí completamente de que lo había estropeado al no cocinar un trozo de salmón por completo y, por lo tanto, había envenenado mi embrión (esto definitivamente no es lo que sucedió). Y no soy la única que ha tenido pensamientos tan irracionales. Una mujer de mi clínica me dijo que también se había convencido de que su transferencia de embriones había fracasado porque *preparó la cena* la noche después del procedimiento en lugar de quedarse en el sofá y pedir comida a domicilio.

NO ME DIGÁIS QUE ME RELAJE

Hay una buena cantidad de ciencia detrás de la conexión entre el estrés y la infertilidad, pero no es tan simple como la gente cree. La mayoría de los estudios realizados sobre este tema son, en el mejor de los casos, algo turbios, según la Dr. Domar, ya que se basan en datos autoinformados. Sin embargo, lo que los datos sí muestran de manera concluyente es que las mujeres que realizan "intervenciones psicológicas mente-cuerpo" mientras se someten a una FIV (como psicoterapia, yoga y meditación) tienen entre el doble y el cuádruple de tasas de embarazo exitoso que aquellas que no lo hacen.

Entonces, sí, hacer lo que pueda para relajarme ciertamente ayuda a avanzar en el departamento de FIV. Lo entiendo y lo apoyo, y creo que mis sesiones semanales de acupuntura y mis rituales de meditación me han ayudado a sentirme menos estresada de lo que me sentiría de otra manera. Pero al final sigo siendo una bola de nervios.

Así que, la próxima vez que pienses en darle un consejo no solicitado a alguien que lucha por quedarse embarazada, simplemente… no lo hagas. Ya sabemos dónde obtener los consejos que necesitamos (de nuestros médicos especialistas en fertilidad y recursos confiables) y todo lo que necesitamos de los demás es amor y apoyo, no comentarios que nos llevan a sentir ira.

Vía: Cosmopolitan US