Lo normal no es tan fácil de atrapar como parece. Lo que hace nada era algo común (ir a la universidad, ser heterosexual, casarte y tener hijos, comprarte casa y coche) ya no parece tan obligatorio. Como contrapartida, el feminismo, la conciencia ecológica y la diversidad de género, raza, religión, orientación sexual y modelo familiar se han abierto paso como vectores de una nueva normalidad, aún no tan celebrada. Pero si este concepto cambia a tanta velocidad, ¿por qué nos importa tanto? "Creo que la gente que se considera muy poco normal suele ser bastante cretina", sentencia Victoria Martín, cómica con dos 'podcasts' en el bolsillo: 'Estirando el chicle' (Premio Ondas 2021) y 'Malas personas' (Podimo).

"Al final todos somos bastante iguales: queremos sobrevivir y, a ser posible, que nos quieran". Carolina Iglesias, cómica, presentadora y la otra mitad de 'Estirando el chicle', se sitúa justo enfrente: "Ser como los demás es aburridísimo –opina–. El concepto de normalidad se lo inventó un señor con muchos complejos para vengarse de quien no le hizo sentir bien. Yo uno lo normal a lo común y lo común a lo aburrido. En el instituto anhelaba ser normal para pasar desapercibida. Ahora me alegro porque salirse de la norma se celebra cada vez más".

Si el frente 'millennial' está reñido, en el 'centennial' puede haber ya unanimidad. Gema Jiménez, la voz de la generación Z en el 'podcast' 'Buenismo Bien', confirma que el concepto de normalidad es viejuno. "Es una palabra tan inexacta… Ha quedado anticuada. Ahora todo el mundo es diferente. Nadie sigue lo establecido porque hoy tenemos más libertad para ser lo que nos da la gana ser. Gracias al activismo LGTB+ y al feminismo, ya no tenemos que ajustarnos a ciertos estereotipos. Si alguien se define como una persona corriente, me hace sospechar. Porque nadie lo es y, sobre todo, nadie quiere serlo".

A pie de calle, sin embargo, no siempre resulta fácil librarse de la presión que se recibe para encajar en lo que se espera. Seguimos librando batallas que tienen que ver con responder a las expectativas de los demás. Y además, nos enfrentamos a problemas que, por el simple hecho de afectar a la mayoría, pueden presentarse como comunes. Aunque no lo sean de ninguna manera.

grupo de amigos
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El miedo a no encajar existe

Leticia Dolera, actriz, guionista y directora de 'Requisitos para ser una persona normal' (2015), sabe lo que es tener pánico a encajar, ya que sufrió 'bullying' en el colegio. "En el fondo, ese miedo encierra algo muy humano: el temor a que no nos quieran, al rechazo, a la no pertenencia, a la soledad –explica–. Si me adapto al molde, me querrán; si no, me apartarán de la manada. Conclusión: lo hago. El que marque la sociedad, la familia, la moda… Quien sea. Pero que me garantice la aceptación".

La aceptación, claro, disuelve este recelo, pero provoca otro tipo de problemas. "Encajar en un molde implica pagar un precio: renunciar al autodescubrimiento personal para calmar un miedo irracional. Pero, ¿no será que existen tantos moldes como personas? ¿No será el propio molde una invención? Si es así, solo habríamos de encajar con nosotras mismas y, desde ahí, desarrollar vínculos auténticos con los demás. Otras personas que, seguramente, en algún momento también se han sentido igual que nosotros", concluye la artista catalana.

"Ahora todo el mundo es diferente. Gracias al activismo LGTB+, tenemos más libertad para ser quienes queremos ser", Gema Jiménez

'Likes' a la originalidad

Si existe un lugar en el que ser del montón no interesa nada es la red social. Esta premia a quien sobresale por extremadamente guapa, ingeniosa, 'sexy', talentosa o extremadamente lo contrario. Y deseamos tanto esos 'likes', que nos esforzamos lo indecible para conseguir la originalidad. Ainhoa Marzol, creadora de la 'newsletter' Gárgola Digital, predice en sus tendencias para 2024 el fin del deseo de destacar. "El sueño de convertirse en alguien relevante en el mundo 'online' está pudriéndose en un cementerio. En la red, ya nadie va a pensar en ti más de tres segundos seguidos. Así que, amiga, aprovecha".

Los cánones de belleza

La diversidad encuentra un límite cuando se trata del cuerpo: sólo hay que leer los violentísimos comentarios que reciben las mujeres gordas que crean contenido en redes, como la 'influencer' Ceci Wallace. Ceci, además, arrasa con el 'podcast' 'La gorda está triunfando' (Podimo). "La presión por entrar dentro de unos cánones siempre ha sido un tema recurrente para las mujeres. Desde muy pequeñas se nos dice que si no tenemos un físico específico no llegaremos a triunfar ni en el amor, ni profesionalmente, ni en ningún aspecto de la vida. No sólo lo escuchamos en casa, sino en el cine o en la televisión".

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Continúa pasando: únicamente 57 de los 1.721 personajes de series y películas estrenadas en 2022 eran gordos. Un 3,3% que no alcanza ni de lejos a representar a más de la mitad de la población, la situada por encima del llamado 'normopeso'.

"Visibilizar la diversidad corporal contribuye a romper el estigma y esas ideas tan encorsetadas sobre cómo debe ser el cuerpo femenino. Lo que no se ve, no existe. Si mostramos solamente un tipo de cuerpo, lanzamos el mensaje de que quien no lo posea debe permanecer oculto hasta que lo consiga", advierte.

La ansiedad ya es normal

Hablamos más que nunca de salud mental. El malestar emocional está por todas partes: preocupación, cansancio, estrés, ansiedad... "Muy poca gente se libra de sufrir un problema mental en algún momento de su vida", confirma la psicóloga María Gómez (@merigopsico), autora del libro 'La buena compañía' (ed. Temas de Hoy).

"Las generaciones jóvenes nos vemos enfrentadas a una sensación constante de incertidumbre que es compartida: no hablamos de casos puntuales– explica–. Aun así, las etiquetas diagnósticas suelen poner el foco en el individuo. Como dice la psicóloga Sanah Ahsan, imagínate que una planta se estuviera marchitando y, en vez de cambiar sus condiciones, la diagnosticamos el síndrome de la planta marchita. Sería absurdo, ¿verdad? En la mayoría de las ocasiones, es el sistema el que tiene que cambiar, no las personas. Por eso hay que recordar siempre que no hay bienestar individual sino bienestar colectivo".

Cuando tu vida se altera

¿Qué pasa cuando por determinadas circunstancias (engordas, sufres una dolencia mental, enfermas…) quedas fuera de lo que se considera ordinario? Nerea Pérez de las Heras, comunicadora, actriz, dramaturga y la mitad del 'podcast' 'Saldremos mejores' (Podium Podcast), transita esa circunstancia después de un fatídico accidente que terminó con la desaparición de parte de su pierna derecha. "Ahora que soy discapacitada, porque la normalidad con sus bordillos me discapacita, me reafirmo en que la normalidad es un nicho fantasioso –cuenta–. Ignora que las personas nos necesitamos, que tenemos distintos cuerpos y capacidades, que empezamos siendo dependientes y acabamos siéndolo, que los recursos deben repartirse".

amigos de fiesta
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Su óptica también identifica las enormes grietas que le han salido a lo que hoy se considera común. "Este concepto me ha obsesionado desde siempre porque es algo muy extraño y muy inaccesible para la mayoría de gente que conozco. Mira con distancia lo que es normal en nuestro contexto: tener ropa fabricada por niñas, aceptar la desigualdad como algo natural, generar toneladas de desperdicios y consumir toneladas de recursos como si fueran infinitos...

Adaptarse a lo establecido requiere hacer la vista gorda a muchos disparates. Nunca he estado cómoda ahí. Un chico normal con su coche, su pareja heterosexual, sus dos hijos, su pádel, su casa… es para mí un extraterrestre".

En continua transformación

Cuando lo que es comúnmente aceptado incluye asuntos que son tan preocupantes como la imposibilidad de independizarse, la extinción de especies o el agotamiento de los recursos del planeta, cabe preguntarse cómo podemos contribuir hoy para tener otra normalidad mañana.

Inés Hernand, abogada, humorista, 'dj' y comunicadora, señala como gran enemigo "cierta ceguera ante algo que ha llegado para instalarse con el capitalismo: la desigualdad. No es lógico venir a esta vida para enfermar por trabajar o por no poder subsistir dignamente. Somos las máquinas más perfectas de la naturaleza pero, como dice Jorge Riechmann, nos comportamos como si estuviéramos averiadas". Inés se apunta una rareza que mañana podría (debería) ser normal: "Todo ser humano tendría que tener derecho a una cobertura mínima vital por el mero hecho de existir".