Ruby Dixon ha conseguido enloquecer a más de 3 millones de lectoras en Estados Unidos con historias de amor alienígenas. Todo empezó en 2015, cuando autoeditó 'Ice Planet Barbarians'. La novela, que comenzó siendo un ‘fanfic’ de la película ‘Avatar’, se viralizó en las redes sociales gracias a las recomendaciones de los lectores en TikTok y se colocó en el ‘top 1’ de Amazon en la categoría de Romance de ciencia ficción.

Al final, acabó convirtiéndose en una serie que cuenta ya con 21 novelas y seis ‘spins-off’, además de aglutinar más de 150.000 reseñas en Amazon. El secreto de esta saga de libros eróticos que subirán tu temperatura reside en la originalidad de sus tramas y en que fusiona el erotismo con mucho humor. La protagonista es Georgie, una veinteañera sarcástica y escéptica que todavía tiene mucho que aprender. Tras emprender un viaje espacial con sus amigas, sufren un accidente y van a parar a un planeta helado. Allí conoce a Vektal, un 'alien' de color azul, alto y musculoso del que se enamora perdidamente (a pesar de que pensaba que ser abducida por extraterrestres era lo peor que podía pasarte en este mundo). Apenas pueden comunicarse, pero la realidad es que ambos se dan cuenta de que el lenguaje del amor es intergaláctico y no tiene fronteras.

La primera entrega de la serie llega hoy a las librerías de la mano de la editorial MatchStories y promete enganchar (mucho). De hecho, sus fans han creado un universo de imágenes que recrean la novela. Tal es el furor que causa, que la página web de Etsy tiene registrados más de 600 productos de ‘merchandising’ realizados por y para sus seguidores.

Si amas la película "Mi novia es una extraterrestre" o no puedes perderte ni un capítulo de la mítica serie "Futurama", esta novela está hecha para ti. Antes de hacerte con ella, te damos la oportunidad de ir conociendo a los personajes con este relato escrito por Ruby Dixon en exclusiva para COSMOPOLITAN.

Ice Planet Barbarians: 1 (Matchstories Fantasía Romántica)

Ice Planet Barbarians: 1 (Matchstories Fantasía Romántica)
16 € en Amazon
Crédito: Match Stories

Relato erótico: 'Besarnos'

Me aferro al cuello del 'alien' gigantesco que me transporta y escondo el rostro en su grueso pelo. El viento impetuoso cuartea cada centímetro desnudo de mi piel, así que me pego aún más a él en el trayecto a caballito más largo del universo. Por mucho tiempo que pase aquí, este planeta de hielo no mejora. Sigue haciendo un frío brutal e inhóspito. Sigo en los confines del universo. Sigo sin encontrar una sola cafetería.

La única persona que hace este lugar soportable es el 'alien' que me transporta ahora mismo.

Vektal.

He estado obsesionada con él desde el momento en que me desperté con su cabeza entre los muslos, en lo que fue el saludo interplanetario más extraño y placentero posible. Me fascinan su piel suave y aterciopelada, y sus cuernos enormes y enrollados. Podría pasarme horas mirando sus ojos azules y resplandecientes, su rostro severo y atractivo. Podría pasarme la eternidad manoseándolo entero… y todo eso me está distrayendo enormemente del asunto que tengo entre manos.

Tengo que rescatar a mis amigas. Tengo que volver a la Tierra de algún modo.

De algún modo. Han pasado días desde que abandonamos los restos de la nave estrellada para ir en busca de su gente. Ya casi hemos llegado, o eso me dice él, y tengo sentimientos encontrados de alivio y consternación. Debo rescatar a las demás…, pero soy reacia a concebir lo que significaría un futuro sin Vektal. Aunque lo conocí hace pocos días, ya imagino cómo sería mi vida si me quedara. Cómo sería mi vida si me convirtiera en su pareja, lo que él asegura que soy.

Como si pudiera leerme el pensamiento, Vektal hace una pausa en su caminata interminable y me baja con suavidad al suelo.

–¿Ya hemos llegado?–, le pregunto intentando no estremecerme en el momento en que me aparta de su cuerpo cálido y enorme.

La verdad es que no tiene pinta de que estemos en ningún lugar concreto. Los acantilados escarpados y cubiertos de nieve que nos rodean parecen iguales que los de las últimas horas, y no veo una cueva por ninguna parte. Vektal me ha contado que su gente vive en una gran cueva comunitaria, pero lo único que veo es hielo, no hay nada que se parezca a algún tipo de hogar.

–Aún no. Tienes que descansar–. Me arropa en la capa de piel, prestando atención a la muñeca, que palpita bajo el vendaje, y hace un gesto para que me siente en una roca cercana. Yo te protegeré del viento.

–Muy caballeroso por tu parte –digo en tono de broma y enseguida frunzo el ceño porque sospecho que no conoce esa palabra y no se dará cuenta de que lo he dicho a modo de cumplido–. Te lo agradezco.

–Es mi deber como tu pareja. –Hace una pausa, durante la que mueve la cola de aquí para allá, y parece contento–. Es para mí una alegría poder ocuparme de ti, Georgie.

Logro esbozar una sonrisa mientras me siento en la roca, sintiéndome culpable por haber pensado en marcharme. Vektal no me entiende cuando le digo que vengo de las estrellas, por no hablar de la idea de que vaya a abandonarle para volver a casa. Su mundo, sus necesidades… son sencillos. Siento una envidia extraña y, a la vez, me duele pensar que puedo romperle el corazón. Si no hubiera otras vidas involucradas en este asunto, creo que me quedaría aquí.

Pero debo pensar en las demás chicas.

Vektal está de pie delante de mí, bloqueando el viento. Es un descanso maravilloso y siento un hormigueo de alivio en la cara. Le sonrío, intentando no reparar en el hecho de que estoy a la altura de su cinturón y de que lleva poco más que un taparrabos. También intento no pensar en lo que hay debajo de ese trozo de tela porque, si lo hago, me diré que el sexo con él es increíble y entonces querré quedarme aquí de verdad de la buena.

Él estira el brazo, ahueca la mano sobre mi mejilla y me la acaricia.

–¿Puedo preguntarte algo, mi Georgie?

–Claro. –Con sólo este pequeño contacto ya me ha dejado sin aliento y distraída–. Adelante.

–Me gustaría saber más sobre los besos. –Me acaricia los labios con el pulgar–. ¿Los has creado tú?

–¿Yo? –La idea me hace balbucear–. ¿Qué te hace pensar que los inventé yo?

–Pues que besas muy muy bien. –Me roza el labio inferior con el pulgar; a continuación lo introduce en la calidez húmeda de mi boca y tengo que esforzarme al máximo para no lamerlo de manera desenfrenada–. No puedo dejar de pensar en tu boca –murmura, con la vista fija en mi cara–. Ni en el modo en que me has chupado la lengua como si fuera mi…

–Yo no inventé los besos –espeto, sonrojándome–. Tampoco creo que se me den especialmente bien. Sólo lo dices porque no has besado a nadie más.

Mis palabras lo ofenden. Me doy cuenta por el cambio en su mirada, como si lo hubiera herido.

–Ni se me ocurriría besar a otra. Tú eres mi pareja. Tú eres la hembra perfecta para mí. La idea de meterle la lengua a otra me parece mal, Georgie. Dices que tus besos no son buenos, pero tienes que saber que son lo mejor que yo haya experimentado nunca. Ansío tener tu boca en la mía, sentir tu sabor en la lengua.

Oh. Levanto la mirada hacia Vektal, parpadeo fascinada ante esa muestra de fervor hacia mi boca.

–No deseo a nadie más que a ti, mi dulce pareja. –Su pulgar sigue jugando con mi labio inferior, siento la intensidad de su mirada azul resplandeciente–. Sólo quiero tus labios sobre los míos. Sólo quiero tu lengua. Sólo quiero tus piernas rodeando mis caderas…

Me meto su pulgar en la boca y lo lamo para que deje de hablar, para demostrarle que sus palabras no me han dejado impasible. Yo también estoy obsesionada con sus besos.

Vektal gime y yo sospecho que, de manera profunda e instintiva, ya he decidido lo que me espera, ya he escogido mi destino.

Y algo me dice que la Tierra no tiene nada que ver con él.

Headshot of Alejandra R. Matallana
Alejandra R. Matallana

Alejandra Rodríguez Matallana es redactora de actualidad y moda en Cosmopolitan. Conoce la vida de todas las 'celebrities', actrices e ‘influencers’ que están a la última (buscar en redes sociales la noticia es su mantra).
Julia Roberts, Anna Castillo y María Pombo son algunos de los nombres favoritos a los que sigue la pista cada día. Alejandra conoce a la perfección lo nuevo que llega a Zara, todas las novedades de zapatillas (sobre todo Adidas) y es experta en vestir con estilo utilizando ropa y accesorios de segunda mano o tiendas 'vintage'.
Alejandra está en su último año de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, y en la universidad ha descubierto otra de sus pasiones: la radio. Participa en el programa radiofónico de entretenimiento ‘Hay Alguien Ahí’, donde colabora como locutora, redactora de guiones, gestión de redes y presentadora. Parece que la radio ha entrado en su vida para quedarse porque además tiene un pódcast (aleristt en Spotify) hablando sobre el mundo del arte. También, colabora con el periódico El Generacional con temas culturales y de actualidad.