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Las últimas palabras de Alberto Garzón, Ministro de Consumo, han vuelto a traer a la mesa (nunca mejor dicho) la polémica acerca de si es bueno o no la reducción de carne en la dieta cotidiana. Una costumbre que, por una razón u otra, empieza a instaurarse cada vez más en el régimen de quienes, además de cuidarse, buscan salvaguardar un poco más el planeta Tierra. Y es que cada vez son más los que se suman a la tendencia ‘veggie’, pero el aumento de la población (cada vez somos más) y sobre todo, los cambios de consumo (¡los países ricos y Asia comen cada vez más carne!) hacen que no sea tan fácil este “cambio de tuerca”. Y un dato más: según un estudio de Human Research Council, el 70% de los veganos vuelve a la práctica carnívora.

Ante este panorama, surgen plataformas como ProVeg, preocupados por la supervivencia “de los animales, del planeta y de nosotros mismos”, nos cuenta Cristina Rodrigo, portavoz de la organización, que pretende implantar medidas y concienciar al mundo para que, de aquí a 2040, se reduzca el en un 50% el consumo de productos de origen animal.

Porque, ¿qué pasaría en un mundo donde comiéramos más ‘verde’?

Podríamos alimentar a la quinta parte del planeta

Según cálculos de las Naciones Unidas, se necesitaría tan solo entre un 10% y un 15% del grano destinado a alimentar ganado para hacer lo propio con la población mundial que pasa hambre, que es la quinta parte del planeta. Según Cristina, para que una persona coma carne durante un año se necesita una media de 900 kilos de grano. Si esa persona comiera directamente el grano, se necesitaría tan solo 180 kilos.

Evitaríamos que el hielo del Ártico (o el Amazonas) desaparezca

Ya está científicamente comprobado que el cambio climático es uno de los temas más preocupantes a los que tendremos que enfrentarnos en las próximas décadas. “Si todo sigue como hasta ahora y no lo paramos antes, es muy probable que en 2050 la temperatura global haya aumentado entre 1.4 y 3 grados, que el Ártico sea un océano libre de hielo en verano, que la mitad del Amazonas haya desaparecido y que la vida marina sea inexistente”, describe Cristina. Y el cambio de alimentación, según la experta, es indispensable para frenar el cambio climático. ¡Larga vida a ‘Frozen’!

una escena de ‘frozen’
Giphy

Nos acercaríamos al consumo de carne recomendado que propone la OMS

Hace tan solo un par de años, y según el Ministerio de Agricultrua, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, la media de carne que consumió la persona en España fue de 50 kilos, casi el doble de lo recomendado por la OMS. Sin duda, una cantidad que supone una 'bomba de relojería' para nuestro ‘body’.

Viviríamos en un mundo menos contaminado

“Si redujéramos a la mitad el consumo de carne, lácteos y huevos en la Unión Europea conseguiríamos disminuir un 40% la emisión de óxido nitroso, los gases del efecto invernadero entre un 25% y 40% y se utilizarían un 23% menos de tierras de cultivo per capita”, cuenta Cristina. Es decir, además de respirar aire más limpio y tener ríos y mares más sostenibles, también tendríamos mucha más parte de tierra sin explotar (que podrían ser paisajes maravillosos, por ejemplo).

un grupo de filetes y una manzana
Getty Images

Y entre animales mucho más respetados

Dejaría de haber cría intensiva, explotaciones en granjas, o alteraciones genéticas para llenar tu despensa. “No hay nada de natural en nuestra forma de alimentarnos. Si redujéramos a nivel mundial el consumo de productos de origen animal, se dejarían de criar, explotar, maltratar y sacrificar miles de millones de animales al año”, relata Cristina.

Cambiaría nuestro estilo de vida

Cambiar de conciencia no solo se vería reflejado en nuestra cocina, sino en el resto de nuestra vida. “Nuestras prendas y calzados estarían hechos de materiales de origen vegetal (como el algodón, el lino o el piñatex). Nuestros cosméticos serían 100% vegetales y no estarían testados en animales, no habría zoos, acuarios, corridas de toros ni circos con animales... Los animales ya no serían recursos”, describe Cristina.

En definitiva, no se trata de plantear que todo el mundo sea vegano, sino de asumir prácticas más responsables con lo que nos rodea. Al fin y al cabo, ¡es nuestro mundo!

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Amaya Lacarra

Tras una década escribiendo y entrevistando sobre viajes, cultura y gastronomía en distintas revistas femeninas, ahora dirige el equipo digital de Cosmopolitan. A su especialidad del buen comer o del buen hacer en cualquier recoveco del mundo, ahora se suma la gestión de otros campos como la moda, la belleza o las ‘celebrities’. Adicta al chocolate y a su Navarra natal, estudió Humanidades y Comunicación en la Universidad de Deusto, además de cursar un Máster Oficial de Periodismo de Investigación en la Universidad Complutense de Madrid.