¿Te da la sensación de que no llegas a todo? ¿Que cada 5 minutos ocurre algo? Un 'cling' de tu WhatsApp, diez correos electrónicos seguidos, una llamada de tu mejor amiga, la petición de un informe "para ya" de tu jefa... Te metes en una reunión y, entre intervención e intervención, te preguntas si anoche al final terminaste de hacer ese 'bizum' pendiente antes de que llegara el 'beep' de un audio por IG.

¿Has calculado alguna vez cuánto tiempo seguido eres capaz de estar haciendo la misma tarea?, ¿cuántas líneas de un artículo lees antes de pasar a otra cosa? ¿Has tenido la sensación de estar apagando fuegos en tu trabajo sin poder avanzar como si estuvieses al borde del síndrome del 'burn out'? ¿Te has parado a pensar cuántas interrupciones haces en medio de una película? ¿Te cuesta cada vez más organizarte en el trabajo? Hay quienes son capaces incluso de hablar con su mejor amiga de dos asuntos diferentes, de uno por WhatsApp y de otro por IG.

Ante tantas cuestiones, cabe plantearse si estamos perdiendo la capacidad de concentración o es que hay una pandemia de TDAH (trastorno de déficit de atención e hiperactividad) adulta? Hemos consultado a varios expertos y esto es lo que nos han contado.

El TDAH se ha disparado

Según el doctor Hilario Blasco, adjunto del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, en la mayoría de los países que tienen registros, la incidencia de esta enfermedad ha aumentado, y aunque en los últimos años ha habido un sobrediagnóstico, el problema es que "aún hay un porcentaje muy relevante de adultos que no son diagnosticados y, por tanto, no están siendo correctamente tratados. Esto es un drama enorme, ya que la mortalidad se multiplica entre dos y ocho veces", afirma. Para Laura Palomares, psicóloga de Avance Psicólogos, "es muy importante ser precavidos y acudir a especialistas con el objetivo de asegurarnos un buen diagnóstico".

Cómo definir en TDAH

El TDA (Trastorno de Déficit de Atención) o TDAH (lo mismo pero con hiperactividad) tiene que ver con la dificultad de mantener la atención a un único asunto, al que se puede unir un estado de agitación, una hiperactividad-impulsividad no justificada, baja tolerancia a la frustración y la dificultad de permanecer quieto en un lugar realizando una sola tarea. Los síntomas de hiperactividad e impulsividad, incluso sin tratamiento, tienden a mejorar con el tiempo. "No es el caso, lamentablemente, del déficit de atención", señala el doctor Blasco.

¿De dónde viene?

La causa principal es neurofisiológica, pero acontecimientos traumáticos a lo largo del desarrollo "o dificultades tempranas de apego y relación con los cuidadores primarios, influyen en la estructura del cerebro y en ocasiones se manifiestan de forma similar", dice Laura Palomares.

Es un trastorno hereditario; y esto es lo que ha facilitado que, al diagnosticar a un menor, por ejemplo, haya padres o madres que se autoidentifiquen con lo que le pasa a su hijo. "Por eso cada vez más padres dan el paso y 'salen del armario' del TDA(H), pidiendo a su médico de cabecera o psiquiatra que descarte o confirme el diagnóstico", cuenta el doctor Blasco.

Y ahora mismo, a todo esto se une la inmediatez, la sobreinformación, el exceso de 'inputs' y la exigencia de responder a esta sobreestimulación, que no lo ponen fácil precisamente.

La terapia y/o tratamiento para el déficit de atención y la hiperactividad

Según el doctor Blasco, hay cuatro patas que abordar:

  • Psicoeducación (conocer al enemigo para poder desarmarlo).
  • 'Reeducar' al cerebro para que aprenda a concentrarse, por lo que la terapia cognitivo-conductual ha sido hasta ahora la más empleada. Pero no se queda ahí, "durante el tratamiento se aborda además el aprendizaje y desarrollo del control del impulso, la tolerancia a la frustración, las estrategias de regulación emocional y, en gran medida la autoestima, porque en muchas ocasiones se ve afectada también", explica Palomares.
  • Deporte y estimulación cognitiva (ajedrez, baile, aprender un instrumento musical, lectura...).
  • Las personas con TDA tienen un funcionamiento deficitario del lóbulo prefrontal, por lo que son poco reflexivas y más emocionales: actúan antes de pensar. "Lo tratamos con fármacos estimulantes, derivados anfetamínicos", dice el doctor Blasco.
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¿Por qué hay tanto 'ruido'?

Estaría bien saber por qué cada vez damos menos tiempo a la escucha, o cuál es la razón por la que utilizamos los monologantes audios de WhatsApp para "vender nuestro libro" sin dar opción al diálogo ni al debate, o por qué huimos de la introspección, de saber realmente qué nos gusta más, qué queremos... sobre todo para repetirlo o procurar que esas situaciones se den cada vez más, y se den menos las que no nos gustan. ¿De qué tenemos miedo? "Efectivamente, no estamos atendiendo nuestras emociones ni tampoco hacemos ejercicios de reflexión. El exceso de información y de estímulos y la inmediatez están detrás de este comportamiento, junto a la exigencia de tenerlo todo para ya. Y a medida que las nuevas tecnologías lo permiten, esas exigencias se pueden hacer realidad", reflexiona Laura Palomares.

Trucos para desacelerar

La psicóloga Laura Palomares, el psiquiatra Hilario Blasco y Rocío García Torres, doctora en Psicología y profesora de la Universidad Villanueva, nos dan una galería de consejos muy prácticos:

  • Emociónate. Dota de emoción a todo lo que hagas.
  • Ni nosotras ni los expertos se cansan de aconsejar el ejercicio, el que quieras (y puedas) prácticamente para todo. Sobre todo, el deporte es ideal para reducir la ansiedad y el estrés y para evitar problemas cardiovasculares. Está de sobra comprobado.
  • Mantén un horario lo más regular posible a la hora de realizar las tareas que requieren más atención.
  • Haz las tareas una a una. No abras la siguiente sin haber terminado la anterior. Y antes de nada, numéralas por orden de prioridad y ordena tu lugar de trabajo.
  • Ponte espacios de descanso entre tareas.
  • Escucha 'ruido blanco' de fondo (se parece bastante a viajar dentro de un avión).
  • Si ves que te bloqueas, tómate un café o una infusión o baja a la calle y date un paseo. Es suficiente con una vuelta a la manzana. ¡Verás el cambio!
  • Lee a tus favoritos, aunque sea dos páginas al día. Pero todos los días. Si ves que "te vas", vuelve a donde te quedaste, y trata de terminar con plena atención esas dos páginas.
  • Céntrate en el aquí y en el ahora. Muchas veces sufrimos un montón pensando en lo que hemos hecho y tenemos que hacer. Piensa sólo en qué hacer ahora, y salta valla a valla.
  • Plantéate hacer un détox y deja Instagram y otras redes sociales, y observa cómo te sientes. Puedes aliarte al 'journaling' y anotar en un diario cómo te sientes.
  • Pon la atención en las sensaciones. El tacto es el sentido que más nos conecta con el presente.
  • ¡Para! A veces no estamos atendiendo porque mentalmente estamos en otro sitio. Hay que darle a 'reset'.
  • Haz meditación en casa (10 minutos son suficientes, ¿quién no tiene 10 minutos?). Apúntate a clases de bikram yoga.
  • Utiliza la respiración. Cuando una persona sabe respirar, puede hacer frente a casi cualquier situación desagradable. Coge aire después de parar. Y sé consciente de dónde estás y cómo te sientes.
  • Baila o apúntate a artes marciales. ¡Funciona!
  • Escribe para ordenar pensamientos y poder atender a esas emociones y sensaciones que tienes centrifugando, parar y ordenar esas ideas puede ser super terapéutico. Un diario, aunque sea unas líneas, pero todos los días, es mano de santo.
  • Y ante la duda, consulta siempre con un especialista, que te dirá cuál es la terapia y tratamiento más adecuados según tus síntomas. "Con todo, es muy importante asegurarte muy bien del diagnóstico y de que no se trata de estrés o ansiedad, dificultad en la regulación emocional, síntoma de estrés postraumático o trauma del desarrollo. Tratarte farmacológicamente sin un diagnóstico claro es grave", detalla Laura Palomares.
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Amelia Larrañaga

Periodista especializada en belleza, bienestar y estilo de vida desde hace más de 25 años. Desde que se licenció en Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, ha escrito para medios como Elle, Vogue, Woman, Yo Dona, Mujer Hoy, Elle Gourmet o Harper’s Bazaar.  Dentro del mundo de la belleza, es experta en peinados, cortes de pelo y cabello en general (en una alfombra roja, no se le escapa el más discreto de los postizos ni el más escondido de los trucos) y lo sabe todo acerca de color y las últimas tendencias capilares, gracias a que se tituló en Peluquería en la Academia Guallar de San Sebastián mucho antes de estudiar periodismo.  Si no hubiera sido reportera, le hubiera gustado ser antropóloga o socióloga, por eso disfruta como una niña con ensayos que le ayuden a entender mejor al ser humano y su conducta, individual y en masa, o entrevistando a los expertos para sus artículos sobre psicología y tendencias sociales. Probadora profesional de experiencias, es capaz de sumarse a cualquiera de sus valientes retos “30 días sin…” para luego contar cómo es transitar durante un mes fuera de su zona de confort.