El año pasado Bad Gyal lograba que corriera como la pólvora un vídeo en Twitter en el que afirmaba: “¿Una mujer que se está quieta una hora cantando? Bah, ¿quién le compra tickets a una mujer que no se sabe mover? ¿y tíos que no se saben mover cantando, cuántos hay? Creo que en el escenario las chicas tenemos que trabajar mucho más”. Ayer tuvo lugar en Florida el esperado medio tiempo de la Super Bowl con The Weeknd al frente, multitudinario evento que traía de vuelta este eterno debate a las redes sociales. El artista, cuyo nombre es Abel Tesfaye, prometía dar al mundo un concierto único y completamente novedoso días antes del ‘show’. Según él mismo, “algo que nunca nadie había hecho antes”. Como era de esperar, las expectativas se encontraban por las nubes dado que, como se había filtrado a los medios de comunicación, la actuación le había costado siete millones de dólares de su propio bolsillo. Sin embargo, a pesar de la parafernalia de los fuegos artificiales y el original ‘stage’ ubicado en la grada del estadio, a ojos del público el cantante solo se dedicó a pasearse por el escenario. Cuando despertábamos este lunes, el New York Times afirmaba que “The Weeknd había reescrito los términos de lo que entendemos como actuación”, mientras que Deadline no titubeaba al tildarlo de ‘golazo’ y elevarlo al Olimpo de los conciertos de la Super Bowl. Aunque lo cierto es que no estuvo a la altura de sus predecesoras femeninas. No hablamos del cuidado ‘setlist’ en el que incluía su encomiado disco ‘After Hours’, sino del inexistente empeño al que hacía mención Bad Gyal.

En ese mismo evento, Beyoncé emergió de una figura de fuego en 2013, Katy Perry voló en un pequeño globo por el estadio en 2015 atada de un cinturón y Lady Gaga se lanzó desde el techo del recinto en 2016. Cada año el nivel de dificultad que exigía el público parecía ir ‘in crescendo’. Sin ir más lejos, el año pasado Shakira se arrojó al público que la arrastró de un punto del escenario a otro, tocó la batería y bailó junto a 50 bailarines un complejo y casi pasmoso baile popular en Colombia que rápidamente se volvía viral en TikTok. Por su parte, Jennifer Lopez, a sus 50 años, se arrastró por el suelo, usó una barra para darnos una magistral clase de ‘pole dance’ e hizo, literalmente, piruetas. Juntas llevaron a cabo más de media docena de cambios de vestuario, algo casi hercúleo teniendo en cuenta que el tiempo con el que cuentan es de 14 minutos. Sin embargo, la ‘performance’ no tardaría de ser etiquetada como ‘demasiado sexual’ y ‘poco familiar’ en redes sociales. Tal era la avalancha de comentarios negativos que la propia JLo salía al paso para justificarse: “Ambas somos unas artistas realmente respetuosas que somos madres y muy conscientes de lo que hacemos”.

el artista the weeknd, en la super bowl de 2021
Kevin Mazur//Getty Images
The Weeknd, en la Super Bowl de 2021.

La falta de paridad de género en la industria musical sigue siendo una innegable realidad que asedia a las artistas que deciden emprender una carrera sin la necesidad de saber moverse. Una de las principales críticas que recibía precisamente Dua Lipa allá por 2015 durante el inicio de su carrera y que le costó más de un meme viral. En 2020, presentando su último álbum, ’Future Nostalgia’, perfeccionaba claramente su baile, como si de una asignatura pendiente con su público se tratara. El nivel de exigencia al que la británica se encuentra sometida no le habría permitido seguir avanzando en su carrera si no demostraba que es una artista 360, vara de medir que sin embargo pasa por alto a los nombres masculinos más relevantes del panorama actual.

The Weeknd no bailó ni se dejó el cuello sobre el césped, de hecho ni hizo el amago. Tampoco tenía por qué hacerlo, dado que sus temas ya defienden por sí solos su presencia en el medio tiempo, pero si en 2020 Shakira y Lopez hubieran optado por un alivianado concierto apoyado en luces de color y fuegos artificiales la crítica las habría catalogado, cuando menos, de aburridas. Hoy nadie piensa que Abel ha llevado a cabo un espectáculo aburrido.

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Christian Rodríguez

Periodista. Sé de buena tinta que la hermana gemela de Lindsay Lohan existió. Esta es mi historia, Patricia.