"Todas las mañanas, cuando suena el despertador, se me cae el mundo encima. Me arrastro hasta la ducha y me invade un profundo sentimiento de infelicidad al pensar que debo ir otra vez a la oficina. No tengo ganas de nada. Me siento agotada mentalmente, me flaquean las fuerzas para afrontar otra jornada. Siempre la misma historia; es como si estuviera viviendo en bucle 'El día de la marmota'", se queja Matilde, una economista de 36 años que, a pesar de haber conseguido un buen puesto en una multinacional americana, está a punto de tocar fondo por culpa de su apatía profesional. "No me siento nada realizada", añade.

Por desgracia, no se trata de un caso aislado. Según los datos del II Observatorio de Bienestar Emocional, un estudio llevado a cabo en 2022 por The Adecco Group Institute, "el 25% de las empresas afirma que una cuarta parte de sus trabajadores se ha visto afectada en el último año por trastornos psicológicos como ansiedad, depresión o estrés postraumático".

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Y hay más... Un sondeo realizado por COSMOPOLITAN revela que la mayoría de los encuestados (el 91%) afirma que es importante que el trabajo dé sentido a la vida. Sin embargo, el 52% no se siente motivado para tener éxito en su puesto actual y el 65% afirma que su trabajo tiene un impacto negativo en su salud mental. ¿Estos datos te resultan familiares? Términos como 'burn-out syndrome' (el síndrome del trabajador quemado) o 'quiet quitting' (la renuncia silenciosa) resultan habituales en nuestra jerga cotidiana. Lo inquietante, según los expertos en recursos humanos, es que podríamos encontrarnos ante una auténtica pandemia. Se trata de una dinámica cada vez más extendida que puede dar lugar a fenómenos complejos dentro del engranaje profesional, la oxidación laboral (en inglés, 'rust-out'), originada por la falta de desafíos en el puesto de trabajo, o el síndrome del pesimismo laboral, que deriva en la desconexión total o la pérdida del sentimiento de pertenencia hacia la propia empresa.

Descubre si estás empezando a oxidarte

¿Y tú? ¿Estás oxidada? Todas hemos tenido algún día de apatía o desgana tanto en el terreno laboral como en el personal. Hasta aquí todo normal. El problema llega cuando la sensación de estar permanentemente atrapada en una rueda de hámster se enquista, se convierte en tu día a día y te impide avanzar. "La oxidación es mucho más profunda que el aburrimiento. Se produce cuando los trabajadores piensan que lo que están haciendo no va a ningún lado o sienten que su esfuerzo no es reconocido. A menudo se bloquean, como si no pudieran progresar, y puede ser un asunto mucho más difícil de resolver que el agotamiento", explica Teena Clouston, autora de 'Challenging Stress, Burnout and Rust- Out' (Desafiar el estrés, el agotamiento y la oxidación) y profesora de terapia ocupacional en la Universidad de Cardiff, en Reino Unido.

A grandes rasgos, según Clouston, "una vez que alguien comienza a oxidarse, la calidad de su trabajo va cuesta abajo, el empleado pierde interés y encuentra su labor insatisfactoria. La persona que se oxida también se vuelve cínica y difícil de tratar para quienes están a su alrededor. Si no se consigue romper ese ciclo, el entusiasmo por el trabajo se disipa cada vez más". Además, muchas veces este fenómeno no se queda en la oficina: "El retraimiento y el desinterés pueden trasladarse también a nuestra vida cotidiana fuera del trabajo y complicar las relaciones personales", añade.

Para la psicóloga Audrey Tang, especialista en bienestar en el lugar de trabajo y autora de 'The Leader’s Guide To Resilience' (Guía del líder para la resiliencia), la oxidación es, en esencia, un problema organizativo. "La persona oxidada ha sido dejada de lado por un jefe descuidado", apunta, e insiste en que es vital que las empresas sean más conscientes de esta problemática y se encarguen de contrarrestarla asegurándose de que todos sus empleados se sientan reconocidos e igualmente valorados.

No te rindas y recupera el control de la situación

Ahora bien, ¡que no cunda el pánico! "Oxidarse no tiene por qué suponer el final del trabajo en el que estás", asegura Clouston, quien ofrece pautas para recuperar el control.

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En primer lugar, debes reconocer que estás pasando por esta situación. Después, pregúntale a tu 'manager' si puedes enfocarte en las partes que más te gustan (si no todos los días, al menos una vez a la semana). Por último, asegúrate de que estás buscando oportunidades para formarte y cambiar lo que te desagrada de tu posición. "Estas pautas te ayudarán a encontrar esa oportunidad de cambio", insiste. Si estás en este punto, busca una salida. De lo contrario, podrías entrar en bucle y caer de lleno y tirar la toalla. "Mientras que la oxidación nos hace sentir síntomas como desinterés, falta de satisfacción, sensación de estancamiento y tendencia a la procrastinación, el pesimismo laboral es un fenómeno que se caracteriza por la desconexión total y la pérdida del sentido de pertenencia a un equipo o una empresa", aclara Marta Cereceda, 'coach' especializada en mujeres empresarias.

Piénsatelo bien antes de presentar tu renuncia

Por su parte, Carolina Rodríguez Montes, psicóloga y 'coach' especializada en desarrollo empresarial, recuerda que el síndrome del pesimismo laboral comenzó a instalarse en los equipos tras la pandemia del 'covid-19'. "Se trata de una secuela de la desconexión que se desencadenó durante el confinamiento y, en los primeros meses de la vuelta a la nueva normalidad, dio pie a la gran renuncia, al fenómeno de la negativa de muchos empleados a regresar o continuar en sus antiguos trabajos". Los desencadenantes de este fenómeno son muchos y muy variados.

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"La percepción de estar recibiendo un salario insuficiente puede influir, aunque no suele ser el detonante principal. Afectan más la sensación de que la empresa cada vez exige más sin ofrecer nada a cambio y la falta de comunicación, que puede llevar al empleado a sentir que sus ideas no están siendo escuchadas ni sus esfuerzos valorados", apunta la psicóloga. Si desarrollas este síndrome corres el riesgo de rendirte, escribir la carta de renuncia y marcharte sin pararte a pensar en las consecuencias. "Las personas adoptan una actitud negativa que puede tener una repercusión nefasta en su entorno, como menor productividad, mayor absentismo y aumento de la rotación de personal. Las empresas deben invertir recursos para tratar de detectar estas actitudes, ya que pueden propagarse como la pólvora por el resto de la plantilla. Las neuronas espejo hacen que tanto lo positivo como lo negativo se contagie", advierte la psicóloga Rodríguez Montes.

Un síndrome que padecen más las mujeres

Afortunadamente, cada vez más organizaciones se toman en serio la salud mental de sus empleados. Queda mucho camino por recorrer, pero las empresas que se dedican a asesorar en este ámbito aseguran que las consultas para mejorar la gestión de equipos se han multiplicado por cuatro en el último año. Un buen dato teniendo en cuenta que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 60% de los españoles declara no ser feliz en su trabajo y un 40% no se siente respaldado en materia de bienestar laboral. Y... ¡mucho ojo! Aunque no hay evidencias concluyentes que indiquen que este síndrome discrimine por cuestión de sexo, Cereceda declara que puede tener más afinidad con el género femenino: "El perfeccionismo propio de las mujeres, los roles varios que viven día tras día y la exigencia profesional a la que están supeditadas hacen que tengan mayor tendencia a padecerlo".


‘Tips’ para escapar del malestar profesional

¿Te sientes atrapada en un callejón sin salida laboral? Intenta aplicar las recomendaciones de Carolina Rodríguez Montes y Marta Cereceda para escapar:

Encuentra la causa y pide ayuda

Debes indagar en los factores que están haciendo que te vengas abajo. No tengas miedo a hacer público tu malestar. Comparte tus inquietudes y tus temores con tu mánager y, si hace falta, busca ayuda profesional.

Celebra los pequeños éxitos

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Trata de conectar con las cosas que te gustan de tu profesión. Si dijiste que sí a esta oferta, sería por algo. ¡Importante! Ponte metas para motivarte y celebra cada logro que consigas por pequeño que sea. Te subirá el ánimo.

Busca momentos de desconexión

Haz pequeños 'breaks' durante la jornada. Te ayudarán a despejar la mente y a mejorar tu rendimiento. También es importante que busques alguna actividad de ocio que te motive fuera de la oficina para cambiar de aires.

Aprende a manejar el estrés

Intenta rodearte de personas optimistas dentro y fuera del trabajo. ¡La actitud es contagiosa! Y aprende estrategias que te ayuden a aplacar los nervios en los momentos más complicados: técnicas de relajación, ejercicio, gestión del tiempo…

Cambia de posición o de trabajo

Si después de darle muchas vueltas y analizar todas las variables, llegas a la conclusión de que no te gusta tu cargo y no hay posibilidad de cambiar de posición, a otra cosa, mariposa. Busca un nuevo empleo donde puedas materializar tus aspiraciones profesionales.