• Así puedes ayudar a Ucrania.
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Lo primero de lo que hablamos Ulia y yo fue de Taylor Swift. Ella estaba dentro de un coche en Bulgaria con el cielo del atardecer a su espalda. Yo me senté con las piernas cruzadas en la cama de mi dormitorio de color púrpura. Entrábamos en la primera hora de la tarde en Ohio, nos separaban 8 husos horarios y 8.000 kilómetros, y hablábamos a través de Zoom. Era raro, pero a la vez teníamos muchas cosas en común: Taylor Swift, las películas de Marvel, el estrés de la solicitud de ingreso a la universidad, que una vez nos pareció lo más urgente del mundo. A mí, hace dos años. Para Ulia, que tiene 18 años, lo era hace dos semanas, cuando su vida se vio interrumpida por la guerra.

Ulia forma parte de un estudio de interpretación llamado Actors Lab Ukraine. El otoño pasado, Oleksandra Oliiny, su profesora, pidió a mi madre, Laura Cahill, que diera una clase de guión a sus alumnos. Así fue como la conocí. Sabía que acabaríamos siendo amigas, pero nunca esperé que fuera en estas circunstancias.

Cuando nos pusimos en contacto por Zoom la semana pasada -seis días después de que el ejército ruso de Putin invadiera su país- Ulía había aparcado frente a la Casa de Ucrania en Varna, donde trabaja como voluntaria, y estaba distribuyendo suministros a los refugiados. Lleva dos semanas viviendo en un apartamento en Varna, una ciudad de la costa del Mar Negro de Bulgaria, con su madre y sus hermanos Mathew y Platon, mientras su padre permanece en Ucrania, para ayudar en la lucha por la libertad. Le prometió a la madre de Ulia que no usaría armas.

Ulia sacó tiempo para contarme su historia porque, aunque ahora está a salvo en Bulgaria, vive y respira la lucha de su país y no quiere que los demás miremos hacia otro lado. Hablamos durante dos horas, y luego llegó la hora de volver a trabajar: había que organizar los suministros ya que sus amigos sobre el terreno necesitaban apoyo. Taylor Swift tendría que esperar. Esta es la historia de la vida de Ulia en las últimas semanas, en sus propias palabras.


Salimos de Kiev en coche el 16 de febrero. Mi familia tiene un apartamento aquí en Varna, que es la única razón por la que nos fuimos, porque teníamos un lugar al que ir. Mi padre podía sentir que algo estaba a punto de suceder, pero nadie sabía cuándo ni qué. Era sólo una sensación.

Mi familia decidió que si no ocurría nada, simplemente pasaríamos unas vacaciones en Bulgaria. Vacaciones de invierno durante una semana. Pero mientras planeábamos eso, mi padre nos pidió a todos que lleváramos ropa suficiente para un mes en las maletas, por si acaso. Yo estaba convencida de que nunca iba a pasar nada.

Cuando llevábamos una semana en Bulgaria, mi hermano me despertó para decirme que había guerra en Ucrania. Eran las 5 de la mañana y la mayoría de la gente se despertaba por culpa de los bombardeos. Yo estaba en mi cama en Varna. Todos los miembros de mi familia amanecimos con la misma información, pero no con los mismos sonidos procedentes del exterior.

Me sentía ansiosa, preocupada, por todo lo que conlleva la guerra. Tuve una especie de ataque de ansiedad. En esos primeros días, no sabía qué podía hacer para ayudar. Incluso llegué a pensar que sería mejor para mí seguir en Ucrania, estar con mi país y pasar por lo que todo el mundo estaba pasando. Busqué una manera de ayudar. Encontré grupos de Facebook como 'Ucranianos en Bulgaria'. Descubrí que la gente se reúne, hace huelga y se ofrece como voluntaria. Así que yo también lo hice.

Ahora soy voluntaria oficial de la Casa Ucraniana de Varna. Recogemos medicamentos, alimentos y ropa para los refugiados. Los ciudadanos de Bulgaria nos trae lo que necesitamos. Van a hacer la compra. Nosotros no tenemos dinero para comprar suministros: la gente nos trae cosas que organizamos lo mejor posible. Antes teníamos una lista: toallitas, ropa, pañales... Pero la gente ha traído más cosas de las que podemos recoger, así que hemos estado reescribiendo el listado y pensando en lo que tenemos que hacer a continuación.

Muchos ucranianos llegan sin nada: solo ellos y sus hijos, así que les damos comida y ropa. Este trabajo me ha ayudado a sentirme bien. Me distrae de los acontecimientos actuales para apoyar a la gente en lo que pueda.

Mi amigo George y yo fuimos a la frontera en mitad de la noche para recoger a una mujer, de 89 años, llamada Galina y a su hija. Los soldados ucranianos las habían llevado a la frontera búlgara porque ella no era capaz de cruzar a pie. Era tarde y teníamos que conducir 190 kilómetros de vuelta a Varna. Nada más verlas, le dimos un paste, Galina quiso devolvernos medio.

esto es lo que se siente al despertar y escuchar que tu país está en guerra
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Ulia con su amigo y compañero voluntario, George, y dos refugiados ucranianos, Galina, de 89 años, y su hija, a los que recogieron en la frontera entre Bulgaria y Rumanía y llevaron el coche hasta Varna durante la noche.

Quiero a mi 'gente' con todo mi corazón. Nunca he sido exactamente patriótica, en el sentido convencional. Pero no me canso de decir lo mucho que adoro a los ucranianos.

Cuando se trata del futuro de mi país, para ser sincera, tengo miedo. Esperamos que la OTAN cierre el espacio aéreo de Ucrania. Todo el mundo lo comenta y espera que ocurra hoy, si no puede ser YA. Y si no es hoy, entonces mañana.

La mayoría pensamos que las personas que iniciaron esta guerra están locas. Me temo que ellos se van a hundir y ahogar, pero harán todo lo posible por hundir también a otros. Espero que esa gente -y una persona en particular- sea detenida antes de que sea demasiado tarde.

Esta mañana copié una frase y la envié por mensaje de texto a cada uno de mis amigos para comprobarlo: "¿Estás a salvo?" Todos respondieron con algo así como: "Sí, estoy bien. Estoy con mis amigos, todos mis familiares siguen vivos y estamos bajo tierra o intentando cruzar la frontera". Siguen vivos. Estoy inmensamente agradecida por ello.

"No me canso de decir lo mucho que quiero al pueblo ucraniano"

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Todos publicamos sin parar. Todos, absolutamente todos, los ucranianos están en ello, pero nos pidieron que dejáramos de dar información sobre los militares para no exponer su posición. Dejamos de hacerlo inmediatamente. Pero durante los dos primeros días, la gente subía todo, hasta cada sonido, porque lo que está pasando es realmente aterrador. Cuando se oían explosiones, la gente preguntaba: ¿Es nuestro este edificio? ¿Es este uno de nuestros tanques, o es el de los rusos? Ahora publicamos principalmente información sobre voluntarios y sobre personas que necesitan ayuda.

También hemos hecho circular fotos y vídeos para convencer a todos los rusos de que realmente hay una guerra, porque todavía hay gente que no cree que esto esté ocurriendo realmente.

Tengo una amiga en Moscú que estudiaba en Kiev. Esperaba que me enviara un mensaje de texto para saber si estaba a salvo, pero nunca lo hizo. Luego publicó una bandera rusa en su historia de Instagram. Ni siquiera sé qué pensar de esto. Tampoco entiendo qué le pasa por la cabeza a ella porque solía estudiar en Kiev conmigo. Tengo muchas cosas que me importan ahora mismo y su opinión no es una prioridad, aunque reconozco que me interesa que me explique: "¿En qué piensas, si no te importa?".

En estos días he decidido algo y lo digo porque realmente creo que lo haré: Cuando algo así le suceda a algún otro país -aunque espero que jamás pase- no me permitiré quedarme callada y olvidarme de la vida de la gente real.

No es que fuera completamente ingenua antes de la guerra, viendo el mundo de color de rosa y pensando que la vida es perfecta. He luchado y he tenido mis propias dificultades. Presenté mil solicitudes a las universidades. Sufría un ataque de ansiedad cada semana. Tenía mis propios objetivos y sueños.

La primera vez que mi padre nos pidió que fuéramos a Bulgaria, dije que no. Estaba intentando entrar en la universidad y tenía una audición al día siguiente. Me preocupaba que nuestro apartamento en Varna no tuviera conexión a internet cuando llegáramos, así que me negué a salir hasta que terminara mi audición. Mi padre aceptó: "Vale". Fui a esa audición para la universidad, y dos días después, me fui.

No quiero renunciar a mis sueños. Quiero creer que realmente iré a la universidad, que estudiaré en el extranjero y que finalmente llegaré a Broadway, o algo así. Quiero pensar que algo bueno que me espera más adelante. Y que cuando gane mi primer premio, subiré al escenario con la bandera ucraniana.

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Vía: Cosmopolitan US